La alianza Macri-Carrió y el nuevo mapa electoral, ¿Dos a quererse?

Pese a la conmoción por la muerte del fiscal Nisman, la dirigencia política continuó con sus movimientos de cara al año electoral. La alianza entre el PRO y la líder de la Coalición Cívica a nivel nacional y la confirmación de que Gabriela Michetti será precandidata a Jefa de Gobierno fueron las noticias más salientes.

Por Fernando Casasco

Un par de reuniones bastaron. Los protagonistas de la novela de amor del agitado verano cerraron rápidamente un acuerdo del que se venía conversando hace tiempo. Tras años de duros enfrentamientos y críticas recíprocas, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y la diputada nacional Elisa Carrió decidieron competir entre ellos por la candidatura presidencial en las primarias abiertas simultáneas y obligatorias del próximo 9 de agosto.

El anuncio se llevó a cabo el último día hábil de enero, mediante un breve comunicado en el que insisten en la necesidad de que “haya una alternativa competitiva frente a los que nos gobiernan hace décadas”.

Esta frase remarca lo que Carrió ha transformado en su caballito de batalla y que Macri desliza con un menor énfasis: que tanto el Frente para la Victoria como el Frente Renovador expresan distintas variantes del Partido Justicialista.

De allí la insistencia en que, ante un supuesto objetivo “hegemónico” del peronismo, la nueva alianza electoral busca un país con “república” y con “instituciones sanas”.

Claro que el Jefe de Gobierno no puede demostrar su visceral veta anti-PJ con la misma vehemencia que su actual socia, ya que varios de los miembros de su propio partido provienen del aparato justicialista, e incluso participaron en anteriores gestiones de gobierno nacional como las de Carlos Menem o Eduardo Duhalde.

Tampoco queda clara la posición a favor de las instituciones que demuestra alguien procesado por escuchas ilegales. O que utiliza la página oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para promocionar el acuerdo electoral suscripto con la legisladora chaqueña.

Del lado de Carrió, parece funcionar el axioma de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. En su enconada lucha contra los K, poco le importan los archivos en los que constan sus diatribas contra el líder del PRO, como cuando apoyó a Aníbal Ibarra en 2003 frente a Macri, porque decía no saber cómo explicarles a sus hijos “que empresarios ligados al robo del país pudieran ganar”.

O las denuncias de un supuesto “pacto oculto” entre Kirchner y Macri para perjudicarla en la elección de 2007. O cuando defendió el procesamiento del Jefe de Gobierno en la causa del espionaje, porque “Macri designó a quien designó y lo hizo sabiendo que (Jorge) Palacios era un delincuente y esos hechos son graves”.

Además, en 2013, la verborrágica diputada denunció judicialmente al socio, amigo y mentor del Jefe de Gobierno, Nicolás Caputo, quien habría negociado un acuerdo con el empresario Cristóbal López para condonarle millones en impuestos adeudados a la Ciudad.

Por su parte, Macri en reiteradas ocasiones dijo que Lilita “trabaja en contra de cualquier intento coordinado de la oposición” y la acusó de ser “funcional al kirchnerismo”. Borrón y cuenta nueva: todo sea en pos de una “coalición republicana” que venza al demonizado oficialismo.

El objetivo del PRO no concluye con el cierre de un acuerdo con Carrió y la Coalición Cívica (o lo que queda de ella), cuyo peso político disminuye a medida que uno se aleja de la Capital Federal. El premio mayor serían los ¿ex? socios de Lilita en el Frente Amplio UNEN, específicamente la Unión Cívica Radical.

O más precisamente la estructura radical, importante a la hora de fiscalizar una elección nacional. El centenario partido se encuentra tironeado entre las distintas tendencias internas: los que pretenden seguir adelante con el FAU, los que tejieron acuerdos provinciales con el massismo, y los que buscan un acuerdo global con el macrismo.

Entre estos últimos se destacan el titular del partido, Ernesto Sanz (a quien muchos mencionan como posible vice de Macri) y el cordobés Oscar Aguad.

En marzo, los “boinas blancas” realizarán su convención y definirán los pasos a seguir. Carrió fue la que más insistió durante el último año a sus ex correligionarios a que dejen de lado sus pruritos y se sumen a la coalición con el PRO.

El propio Sanz justificó que frente a los últimos sucesos (la conmoción generada por el caso Nisman), su idea era que el frente opositor debía ser lo más amplio posible.

En la vereda de enfrente se pararon los que se posicionan en el centro-izquierda del FAU. Pino Solanas dijo que la unión Macri-Carrió cuenta con el aval de la Embajada de Estados Unidos. Mientras que Humberto Tumini, de Libres del Sur, aseguró que Lilita “debería ser más honesta y decir que le gusta el programa de la derecha, aunque haya mafias”.

En tanto, en el PRO muchos ven con recelo los constantes desbordes de la diputada y su vocación por romper los armados políticos que encabeza, aunque lo consideran un mal necesario.

Dos por la ciudad

En el primer mes del año, también se confirmó que Gabriela Michetti participará de las internas abiertas para buscar la candidatura del PRO a Jefa de Gobierno. La decisión se tomó en contra de los deseos de varios de sus colegas partidarios y del propio Macri, quien pretendía ungir como sucesor a su jefe de gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Ahora, la senadora y el funcionario competirán en las primarias del 26 de abril.

En sus primeras declaraciones como precandidata, Michetti dejó entrever la resistencia que debió enfrentar, al agradecer la “confianza y generosidad” expresada por Macri al avalar su postulación. Asimismo, consideró que las distintas nominaciones del PRO en las PASO fortalecerán el espacio y afirmó que “el debate siempre vigoriza, oxigena y enriquece”.

Pese a que arranca de atrás en las encuestas, Larreta sostuvo que “la gente valora el trabajo que venimos haciendo con Mauricio y con el equipo”. Y apostó fuerte: “Siento el apoyo de Mauricio y de la gente que ve en la calle lo que estamos haciendo”. ¿Ese supuesto apoyo del líder partidario se hará visible en la campaña? Parece difícil, al menos en forma explícita.

Concientes de que disminuyeron sus chances, los que ahora piensan en una fórmula conjunta son los otros dos precandidatos del PRO, Cristian Ritondo y Diego Santilli. El senador confirmó que los equipos de ambos se juntarán para “analizar si jugamos juntos en una fórmula o por separado”. La decisión se tomará a fin de este mes.

Por otra parte, la alianza entre Macri y Carrió le agregó ruido a la elección porteña. Michetti fue una de las primeras en elogiar el acuerdo, al señalar que Mauricio y Lilita interpretan “lo que la gente necesita: una alternativa de gobierno amplia y plural, a la vez que institucional”.

La ex vicejefa de gobierno fue una de las primeras dentro del PRO en imaginar una coalición amplia, que incluyera a dirigentes radicales y de otros partidos de centro. Incluso, ella siempre apostó por una fórmula a nivel nacional entre Macri y Sanz.

En tanto, en UNEN se avizora un riesgo grande: cómo plantear a la ciudadanía un posible apoyo a Macri a nivel nacional, mientras que se exhiben como oposición en la Ciudad.

De hecho, uno de los precandidatos del espacio, Martín Lousteau, fue el más férreo oposito al modelo de boleta electrónica que pretende implementar el Gobierno porteño en las PASO. Pero en sus primeros afiches de campaña el ex ministro de Economía asegura que “está bueno Buenos Aires, pero puede ser mucho mejor”.

Dejando de lado la validez de la polémica afirmación, no parece el discurso de un opositor. ¿Terminará confluyendo Lousteau en una fórmula con Michetti como algunos imaginan?

Los movimientos y negociaciones prometen seguir a la orden del día, en otro verano caliente para la política argentina y porteña.

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