Mientras Horacio Rodríguez Larreta intenta recomponerse tras su derrota en las PASO, continúan las repercusiones por la interna en su fuerza política. La crisis en seguridad lo arrastró de vuelta a la gestión del día a día y le dio aire a la oposición.
Por Fernando Casasco
Como esos boxeadores que se creían vencedores antes de subir al ring y en los primeros rounds recibieron un uppercut demoledor. A Horacio Rodríguez Larreta le cuesta aún asimilar el golpe devastador para su carrera política que significó la derrota ante Patricia Bullrich en las PASO de Juntos por el Cambio.
Invirtió tiempo y recursos, recorrió todo el país, sedujo a dirigentes de las más disímiles procedencias. Nada de eso sirvió. El traje de “candidato natural” que se había probado desde su reelección como jefe de Gobierno en 2019 – mientras implosionaba el experimento de su otrora líder político, Mauricio Macri – por el momento quedará archivado en el cofre de los recuerdos.
La situación de cara a las elecciones generales es paradójica: Rodríguez Larreta asegura trabajar ahora para el triunfo de Patricia Bullrich, su archirrival en la interna partidaria del PRO, prohijada por Macri, quién hizo todo lo posible para que no sea el jefe de gobierno quien quede al frente de esa escudería. Una victoria de la ex ministra de Seguridad lo acercaría a un ostracismo forzado.
En cambio, una derrota de Juntos por el Cambio en las presidenciales le devolvería algún peso específico en la interna, sobre todo como hombre de referencia para gobernadores, muchos de los cuales le expresaron su apoyo en la contienda con Bullrich, como en los casos de los flamantes mandatarios electos de Santa Fe, San Juan, San Luis o Chubut.
Si bien Larreta conserva pocas o ninguna coincidencia en los últimos tiempos con Macri, es cierto que también se especula con que el ex presidente no ponga toda la carne en el asador por la candidatura de su ex ministra. El mismo día de la elección saludó a Javier Milei y son muchas las voces que sostienen que los contactos con el candidato libertario son más que aceitados.
Mientras tanto, el jefe de gobierno da por tierra con todo tipo de especulaciones. Tuvo que salir a declarar que no hubo ningún acercamiento con su antiguo amigo Sergio Massa. “Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que Patricia Bullrich sea la próxima presidenta”, resalta en público como un mantra. Sin embargo, su prédica en contra de los fanatismos y de las “posiciones extremas” cuadra mejor con la trayectoria del candidato de Unión por la Patria que con la dirigente que postula su propia coalición, la que hizo campaña con el lema “si no es todo, es nada” y que llama repetidamente a “acabar con el kirchnerismo”.
Para colmo de males, Larreta tampoco podrá enorgullecerse de dejar a un delfín o, al menos, alguien cercano al frente del Gobierno de la Ciudad. El nombre de Jorge Macri como candidato del PRO y ganador de las PASO de Juntos por el Cambio fue impuesto por su primo Mauricio, con la venia de Bullrich. Si bien se impuso a Martín Lousteau por un margen menor al esperado, ahora el candidato oficialista se apresta a hacer valer los 540 mil votos obtenidos.
Por lo pronto, su elección de la ministra Clara Muzzio (una PRO pura) como compañera de fórmula enojó a los socios radicales de la coalición, que critican al precandidato vencedor por la falta de diálogo.
Las primeras esquirlas de la interna de Juntos se verificaron en las salidas del gabinete larretista. Por diferencias con el candidato a jefe de Gobierno presentaron sus renuncias la ministra de Desarrollo Humano, Maria Migliore – cercana al papa Francisco y a los curas villeros – y el titular del Instituto de Vivienda de la Ciudad, Christian Werle. En caso de ser electo, el ex intendente de Vicente López asumirá con un gabinete renovado y con un perfil menos pluralista, mientras que los funcionarios larretistas tendrán que hacer sus valijas.
¿La ciudad más segura?
Mientras tanto, la gestión parece haber quedado a la deriva. Más allá de los problemas que se acumularon en los últimos años en educación, en salud, en el uso del espacio público o en la falta de políticas de vivienda, la cartera de Seguridad es, sin lugar a dudas, la que más preocupaciones le generó al actual jefe de Gobierno.
Martín Ocampo debió despedirse tras el fallido operativo de seguridad en el River – Boca de 2018. La vacancia ocupada interinamente por el entonces vicejefe de Gobierno Diego Santilli, concluyó con su mudanza electoral a la provincia de Buenos Aires. Su sucesor, Marcelo D’Alessandro, tuvo que tomarse licencia primero y renunciar más tarde tras la filtración de sus chats con la mano derecha del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti y las escandalosas conversaciones que mantuvo con el grupo de jueces, fiscales y abogados ligados al Grupo Clarín, con los que viajó a la mansión del ahora convicto Joe Lewis. en Lago Escondido.
Ahora otra crisis se llevó puesto a Eugenio Burzaco. El ingeniero Mariano Barbieri murió de una puñalada al corazón cuando le robaron su celular, en pleno barrio de Palermo. Casi en simultáneo se viralizaron las imágenes del ministro a cargo de la seguridad de los 3 millones de porteños en el US Open de Nueva York.
La presencia del funcionario en el país del norte intentó ser justificada por las autoridades del Gobierno de la Ciudad en una supuesta agenda de reuniones con agencias de seguridad estadounidenses – de las cuales no se difundió ni una foto -. Pero la indignación suscitada decantó en su despido en cuestión de horas. Su gestión fue cuestionada no sólo públicamente, sino por dirigentes de su propio espacio y hasta por funcionarios de la cartera a su cargo. Gustavo Coria será el quinto ministro a cargo del área.
Pese a que Rodríguez Larreta trató de instalarlo como uno de sus caballitos de batalla durante la campaña, el tema de la seguridad sigue siendo crítico en la Ciudad de Buenos Aires. La Policía de la Ciudad hoy cuenta con 26 mil efectivos, más de 850 policías cada 100.000 habitantes, una de las tasas más altas de América.
Sin embargo, no parece ser suficiente el simple despliegue de efectivos, ya sea por falta de accionar policial, por deficiencias en el servicio o por excesos en el uso de la fuerza. Al asesinato del ingeniero hay que sumarle casos de los últimos tiempos como la niña de cuatro años baleada en medio de un enfrentamiento entre bandas narcos o la muerte de un manifestante en un contexto de represión en el Obelisco porteño, horas antes de las PASO.
La cuestión se instaló de lleno en la campaña de cara a octubre. El jefe de gobierno descargó responsabilidades en el kirchnerismo, al señalar que en las comisarías hay más de mil presos que deben ser custodiados por policías de la ciudad. Y reclamó el traspaso a la Ciudad de la Justicia penal y del servicio penitenciario.
El candidato Jorge Macri se solidarizó con la familia de Barbieri y prometió “redoblar todos los esfuerzos para llevar más seguridad y tranquilidad a los porteños”. Entre sus ideas innovadoras consta la de incrementar “el patrullaje en moto” por las calles de la ciudad.
El candidato de Unión por la Patria, Leandro Santoro, sostuvo que el Gobierno de la Ciudad “no tiene política de seguridad”, al tiempo que resaltó que “no tienen conducción política de la policía”, al apuntar sobre el silencio oficial respecto al encubrimiento por parte de los jefes de la fuerza del crimen del futbolista Lucas González y la desaparición del policía Arshak Karhanyan, hace más de cuatro años.
Prometió, en caso de ser electo, terminar con la connivencia entre una parte de la policía y el delito, el uso de la tecnología para la prevención y reforzar las tareas de inteligencia criminal.
El candidato de La Libertad Avanza también asumió como prioritario el tema de la seguridad, eligiendo nada menos que a un ex comisario de la Policía Federal y de la Metropolitana, Eduardo Martino, como su compañero de fórmula.
Por su parte, desde el FIT, Vanina Biasi también hizo referencia a la renuncia de Burzaco y a la muerte del ingeniero, al señalar que estos hechos demuestran que la gestión larretista “presenta un relato totalmente mentiroso de lo que realmente ocurre en la Ciudad de Buenos Aires en materia de seguridad”.
Un jefe de gobierno golpeado y venido a menos no parece ser quién solucione los problemas actuales de la Ciudad. Esos problemas son los que estarán en discusión en octubre.