La Ciudad y la rebelión federal

Macri, Milei y Kicilliof
Jorge Macri sorprendió al apoyar el reclamo de Chubut por los recortes de coparticipación implementados por el gobierno de Javier Milei. Ciudad y Provincia de Buenos Aires, unidos por el reclamo de fondos, pero enfrentados en su postura ante el Poder Ejecutivo Nacional.

Por Fernando Casasco

El grito provino del sur y del lugar menos esperado. El primer gobernador que se le plantó fuerte a los recortes de fondos del gobierno nacional de Javier Milei fue el chubutense Ignacio Torres, hombre del PRO y el más joven entre sus pares.

En un fin de semana ajetreado, Torres alzó el grito por el recorte de una suma cercana al 35% de los fondos coparticipables, debido a una deuda que le reclama la Nación – y en el medio de un diferendo, con chicanas del gobierno nacional incluidas, sobre cómo saldarla -. Pero Torres no estuvo solo en su reclamo: todas las provincias patagónicas se plegaron en su defensa y les recordaron a las autoridades nacionales el potencial que tiene la región, especialmente en materia hidrocarburífera, energética, minera y pesquera.

Asimismo, el chubutense recogió la solidaridad de sus pares de todo el país, desde el bonaerense Axel Kicillof al cordobés Martín Llaryora. También firmaron un comunicado sus colegas de Juntos por el Cambio. «El Gobierno Nacional debe cumplir con la Constitución y enviar urgentemente los recursos coparticipables que le pertenecen a la provincia. No cumplir con la ley y los acuerdos entre Nación y provincias no afecta a los gobernadores sino a los 50 millones de argentinos que viven en las 24 jurisdicciones del país», sostuvieron los mandatarios.

La firma de los gobernadores del PRO, pero en especial la de Jorge Macri, fue la que más impacto generó. El partido creado por su primo Mauricio Macri es hasta ahora el principal sostén, al menos en lo parlamentario, del gobierno libertario de Milei. Más allá de que desde ambas orillas se descarta una fusión entre ambas fuerzas políticas, los amarillos resaltan que el acompañamiento a las principales líneas políticas de la gestión nacional continúa firme.

De todas maneras, el apoyo del menor de los Macri no es solo testimonial. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya planteó a las autoridades nacionales su reclamo por la devolución de los puntos de coparticipación que le quitó el gobierno de Alberto Fernández en septiembre de 2020 – luego ratificado por ley del Congreso – y sobre los cuales la Corte Suprema le dio la razón, al menos parcialmente, al concederle un amparo en que establece la suma coparticipable en el 2,95%.

Si Jorge Macri se mostró solidario con Torres, no pasó lo mismo cuando la motosierra de Milei cayó sobre los fondos para la provincia de Buenos Aires. Es que, en su pasión desaforada por el ajuste fiscal, el Poder Ejecutivo Nacional eliminó el Fondo de Fortalecimiento Fiscal de la Provincia de Buenos Aires, creado por la gestión del Frente de Todos. Era una parte de la coparticipación que Mauricio Macri le había concedido a la Ciudad de Buenos Aires y que la gestión de Alberto Fernández destinó a la mayor provincia del país, históricamente discriminada en materia de coparticipación.

Como quedó visto en otros casos, el ajuste llevado adelante por Milei no se fija demasiado en cuestiones legales. El gobernador bonaerense Axel Kicillof advirtió que los recursos para el Fondo Fortalecimiento Fiscal estaban previstos en el presupuesto 2023, el cual fue prorrogado por el Jefe de Estado para el presente ejercicio. Se aplicó el manotazo, sin quedar claro hacia dónde se destinarán esos fondos.

La gestión de Kicillof intenta escapar de la caracterización hecha desde el poder central hacia los gobiernos provinciales sobre el despilfarro de los fondos estatales. En La Plata justifican que la provincia de Buenos Aires produce el 40% del PBI nacional, cuatro de cada diez argentino viven en su territorio y recibe apenas el 22% de la coparticipación de los impuestos. Se ufanan en ser el estado provincial con menor gasto per cápita y la segunda, detrás de Córdoba, con menor cantidad de personal estatal.

El jefe de gobierno porteño aprovechó la disputa entre el gobierno nacional y el bonaerense para meter cuña y llevar agua para su molino: “Nosotros tenemos un reclamo presentado. Esperamos que los recursos que son de la Ciudad vuelvan a la Ciudad porque los porteños lo merecen”, afirmó el mandatario capitalino, apuntando justamente a lo que se le quitó a la provincia.

En las oficinas de la calle Uspallata exhiben cifras. Tras el amparo concedido por la Corte el Gobierno nacional acumuló una deuda de 437 mil millones de pesos, que con intereses ascendería a 844 mil millones. Ante los reclamos porteños, tanto el ministro de Economía Luis Caputo como otros funcionarios nacionales reconocieron que la deuda existe, pero dieron largas a la manera de efectivizar su pago, escudados en una de las frases de cabecera del Presidente: “no hay plata”.

En su discurso de apertura de sesiones ordinarias en la Legislatura porteña, Jorge Macri insistió con el reclamo por esos fondos. “Existe un fallo de la Corte Suprema que le dio la razón al reclamo y tenemos la tranquilidad de estar dialogando con un Gobierno nacional que está dispuesto a cumplirlo. Para eso nuestros equipos están avanzando, pero esperamos que este cumplimiento sea pleno y lo más rápido posible”, enfatizó.

De todas maneras, Jorge es consciente de que debe guardar el vínculo con el gobierno nacional, al igual que lo hace Mauricio Macri, quien pretende reasumir la presidencia del PRO. En el mismo mensaje lanzó algunas frases que se leyeron como guiños tanto hacia Javier Milei como hacia los sectores duros de su propio partido. Al primero, le recordó que hizo un recorte del 30% de los contratos que pagaba el Gobierno de la Ciudad y sostuvo que “la senda de la austeridad es innegociable”. Asimismo, remarcó su idea de una gestión “con orden, firmeza y decisión”.

En la interna del PRO, marcó su distancia (por si hacía falta) con su antecesor Horacio Rodríguez Larreta: subrayó que pretende “salir del piloto automático”. Y abundó: “Vamos a poner en crisis muchas de las cosas que se venían haciendo en la Ciudad”. Música para los oídos tanto de Mauricio Macri, como de Patricia Bullrich, hoy mucho más cerca del libertario que de los miembros de su propia fuerza política.

En esa senda el jefe de gobierno fue uno de los primeros en manifestarse a favor de la convocatoria del jefe de estado a los gobernadores a celebrar un pacto el 25 de mayo en Córdoba. Varios analistas han visto en la “sorpresiva” propuesta del Presidente una búsqueda de ganar tiempo para seguir implementando su plan económico de ajuste brutal, al tiempo que intenta retomar la discusión sobre los temas incluidos en la malograda Ley Ómnibus.

Entre los puntos propuestos por Milei se encuentran la inviolabilidad de la propiedad privada, el ajuste fiscal, la apertura comercial y una serie de reformas (tributaria, laboral, previsional, electoral, de coparticipación), orientadas a alinear los preceptos del poder político con los reclamos del poder económico. Entre las “muestras de buena voluntad” hacia los gobernadores, el gobierno nacional muestra como zanahoria un paquete de alivio fiscal a las provincias endeudadas.

Jorge Macri fue categórico al respecto: “Siempre que me convoque a trabajar por la Argentina, a motorizar el cambio para que los argentinos de bien puedan trabajar y progresar libremente, ahí estaré presente. Cuente con eso”, escribió en su perfil de la red social X, en un mensaje que fue agradecido personalmente por el libertario.

Su postura difiere nítidamente de la de Axel Kicillof, quién expuso sus propias demandas a la hora de acordar con la Nación, entre las que se enumeran: reactivación de obras públicas, devolución de fondos recortados a las provincias, recursos para comedores, educación y salud, dragado del canal Magdalena, derogación del DNU 70/2023 y rechazo a la dolarización. Un pliego que tampoco parece potable para que Milei lo acepte.

En las próximas semanas se sabrá si Milei y los gobernadores consiguen firmar este pacto de la Moncloa a la criolla o la tensión entre federales y unitarios del siglo XXI vuelve a encenderse.

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