Reforma política en la Nación y la Ciudad
La forma de seleccionar a los representantes ocupa un lugar importante en el desarrollo de toda democracia. El macrismo está empeñado en una reforma electoral, tanto a nivel nacional como local, que tiene sus bemoles. ¿El voto electrónico es la panacea que el PRO pregona?
Por Fernando Casasco
A la reforma política le cuesta avanzar. Tras el anuncio del presidente Mauricio Macri en marzo, se llevaron a cabo una serie de reuniones con funcionarios provinciales, representantes partidarios y de organizaciones no gubernamentales. Pero a la hora de llevar el debate a la Cámara de Diputados, al oficialismo le cuesta conseguir los consensos necesarios para una ley que necesita contar con la mayoría absoluta (129 votos) de la Cámara Baja para su aprobación.
En sintonía con sus slogans de campaña, el primer mandatario presentó a la reforma política como la búsqueda de “un sistema transparente y equitativo del siglo XXI que va a ayudar a unir a los argentinos”.
Entre sus puntos sustanciales se encuentran el sistema de boleta única electrónica; la eliminación de las listas colectoras y candidaturas múltiples; la obligación de realizar un debate presidencial; la creación de la figura de un fiscal general ante la Cámara Nacional Electoral; un mayor control del financiamiento electoral; y las pautas para la transición entre el gobierno saliente y el entrante.
A cargo de las negociaciones por la reforma política quedaron el ministro del Interior, Rogelio Frigerio y el secretario de Asuntos Políticos, Adrián Pérez.
Entre las ideas originales de los funcionarios del PRO se encontraba la rediscusión de las pautas con las que se llevan a cabo las PASO, como la posibilidad de que no se vote una fórmula completa, sino que el precandidato presidencial triunfador de cada espacio escoja a quien lo acompañará como candidato a vicepresidente.
Esta propuesta fue rechazada por otras fuerzas políticas, incluidos los aliados radicales del macrismo. Asimismo, el proyecto establece que en las PASO sólo se podrá votar a una sola agrupación y no combinar candidatos de distintos partidos.
De todos modos, el núcleo central de la reforma pasa por la incorporación del voto electrónico. Según los funcionarios de Cambiemos es en la herramienta mediante la cual se expresa la voluntad popular donde radica el corazón del sistema, más que en su organización previa.
En una nota de opinión, el politólogo Luis Tonelli disiente con esa idea, al señalar que “la votación mediante la boleta de papel no ha traído mayores problemas en el pasado y es solo con la fragmentación partidaria, la proliferación de candidaturas de la mano de las listas colectoras, listas espejos y demás avivadas que han aparecido los inconvenientes”. Por ello, remarca que “más que un problema relacionado con los mecanismos de votación tenemos un problema de organización de las ofertas electorales”*.
Por otra parte, el voto electrónico reúne varias objeciones en lo que hace a la fiabilidad y seguridad del sistema. Joaquín Sorianello es un joven que fue detenido en junio del año pasado, tras detectar fallas en el sistema de seguridad de la empresa Magic Software Argentina SA (MSA) y generar un aviso de alarma en el servidor de la compañía. La Justicia recientemente determinó que el hacker no causó daño y lo sobreseyó.
A nivel internacional, varios países (como Alemania, Irlanda, Holanda o Polonia) que implementaron el voto electrónico, volvieron al sistema tradicional de las boletas en papel, por considerar a aquel poco fiable.
Actualmente sólo Brasil, Venezuela e India utilizan el sistema electrónico para el total de su electorado. La mayoría de los países del primer mundo utilizan sistemas mixtos o de boleta única en papel, en el cual el elector marca su opción – en forma manual o con un lápiz óptico -.
Desde el Gobierno, alegan que debido a estas objeciones se escogió el sistema mediante el cual la computadora imprime la boleta con la opción de cada elector, para ser depositada en la urna. Una solución intermedia que tampoco convence a los especialistas.
Según un informe del Brennan Center estadounidense, la impresión del registro del voto “no previene errores de programación, bugs en el software o instalación de software malicioso en la máquina”**.
Por otra parte, el sistema elegido no parece tener un plan B: si una máquina falla, no hay forma de registrar el voto de otra forma. A todo ello se suma la cuestión del costo: a los 30 millones de pesos que significó la organización de los comicios de 2015, la implementación de la tecnología los multiplicaría por diez. Todo sea por la “modernización”, una de las claves del relato de la gestión macrista.
Otra de las objeciones que suma el voto electrónico es la presentación en pantalla de los candidatos y cómo se ordenan cuando la cantidad excede la posibilidad de presentarlos a todos juntos y deben ser divididos. En el caso de los candidatos legislativos, el proyecto establece que sólo será obligatorio exhibir el nombre y apellido del primer candidato. De esta forma, no sólo no se elimina la lista sábana, sino que se la termina ocultando.
Ahora la reforma política parece empantanada en Diputados: mientras que desde el Frente Renovador se le exige al oficialismo que se implemente el voto electrónico o la boleta única en todo el territorio nacional para los comicios de 2017, desde Cambiemos se piensa en un proceso gradual.
Por otra parte, desde el propio gobierno bonaerense se reclama que una parte del mayor distrito del país (sobre todo el del Conurbano) siga manteniendo la boleta tradicional en papel, al menos en la próxima elección.
Además, al oficialismo no lo convence la incorporación de la paridad entre hombres y mujeres en la conformación de las listas, iniciativa que impulsan legisladores radicales, kirchneristas y massistas. Y entre las negociaciones se incluye la ampliación de Cámara de Diputados, en unas 50 bancas más, en proporción al crecimiento demográfico de la población.
La reforma en la ciudad
Mientras tanto, en la Ciudad de Buenos Aires la gestión de Rodríguez Larreta también busca llevar a cabo su propia reforma política. De hecho, la intención es sancionar el primer Código Electoral de la ciudad autónoma, ya que hasta ahora la Capital Federal se rige con el de la Nación.
Para ello, desde la Subsecretaría de Reforma Política del Ministerio de Gobierno, a cargo de Hernán Charosky, se implementó el programa “Dialogando BA para fortalecer las instituciones”, en la cual se llevaron a cabo una serie de mesas de diálogo sobre participación, gobernanza, campañas y tecnología electorales.
Fruto de esas reuniones, se presentará durante este mes el proyecto de Reforma política en la Legislatura porteña. Entre sus puntos sustanciales se encuentran la definición de las competencias de implementación y las judiciales; auditorías para mejorar la transparencia; la institucionalización del voto electrónico; normas de financiamiento público y una más transparente rendición de cuentas del financiamiento privado de las campañas. Además, incluiría un inciso acerca del acceso a la información pública.
En la reforma de la ciudad hay un pleno consenso a favor de la incorporación de la paridad entre géneros en las listas, en reemplazo del actual cupo femenino de un tercio. En cambio, subsisten las diferencias respecto al modelo del voto electrónico a implementar: mientras que para el macrismo, la experiencia de 2015 basta para considerarlo exitoso, el kirchnerismo se opone y el sector de Martín Lousteau muestra sus diferencias con la iniciativa oficial. Cabe aclarar que para la sanción del proyecto hacen falta los dos tercios del total de legisladores.
Queda por definir si el proyecto de reforma contendrá una ley de partidos políticos, la cual debe contemplar la posibilidad de conformación de partidos comunales. En ese sentido, Adrián Camps, del interbloque Eco, redactó un proyecto que establece los requisitos para los partidos locales: tener, como mínimo, 200 afiliados; acta de fundación y constitución; carta orgánica, declaración de principios y libros contables.