El piedrazo de Javier Milei rompió la vidriera electoral de las dos grandes coaliciones y marca un momento bisagra. Victoria de Patricia Bullrich en la interna de JxC y derrota catastrófica para Horacio Rodríguez Larreta. Las dificultades del peronismo de cara a octubre. La Ciudad, otra vez refugio consolidado del macrismo con el triunfo de Jorge Macri.
Por Fernando Casasco
“Tiene miedo, la casta tiene miedo…” El cántico estalló minutos después de las 23.30 del domingo 13 de agosto, en el momento en que apareció es escena Javier Milei. Los primeros datos oficiales acababan de confirmar, contra todo pronóstico, que el candidato de La Libertad Avanza era el más votado en las PASO presidenciales de 2023.
En otro virulento discurso, el economista volvió a disparar contra “la casta”, tal su denominación de la dirigencia política, a la que acusa de haber llevado a la ruina al país. Poco después se confirmaba que la elección terminaba con un panorama bastante más abierto que el que parecía según los primeros números que se empezaron a conocer tras el cierre del acto electoral: las tres principales fuerzas políticas quedaron a menos de tres puntos de diferencia, lejos de una perspectiva de evitar la segunda vuelta en las generales de octubre.
El escenario de tercios que preveía Cristina Fernández de Kirchner meses atrás y que las últimas encuestas habían menospreciado se instaló cerca de la medianoche del domingo. Un panorama que sorprendió hasta los analistas más avezados y dejó pedaleando en el aire a la mayoría de los periodistas televisivos, que justamente habían ejercido de plataforma de lanzamiento del libertario.
Claro que los tercios no son iguales. Milei puede hacerse cargo de esa inmensa cantidad de votos – más de 7 millones -, ya que no competía con nadie en su primaria. En sus palabras, una nueva polarización emerge: el nosotros contra ellos, representado en la disputa del ciudadano contra “la casta política” y contra cualquier iniciativa de “ampliación de derechos”.
Como señala María Esperanza Casullo, mientras que los populismos progresistas, de izquierda o populares caracterizaban al pueblo como algo incompleto y en construcción, para los populismos de derecha (al estilo de Trump, Le Pen, Meloni) “el pueblo se define como una entidad ya completa, amenazada por la desintegración presente”*. De esa desintegración hacen responsable a “las élites político-culturales”, no ya a las económicas. A Milei lo saludaron por su victoria Jair Bolsonaro y el partido español de ultra-derecha Vox.
Una generación que se informa y se entretiene por reels de Instagram, videos de Tik tok y Youtube, que cuando se asoma al mundo del trabajo lo hace de manera informal, adquiere productos por Mercado Libre, se desplaza en Uber o consume comida por Rappi se siente arropada con ese discurso. A ellos se suman pequeños empresarios o trabajadores del sector privado que creen que pagan impuestos “que se gastan en planes” o en subsidios. La irracionalidad de los planteos del candidato pasa a segundo plano.
A diferencia de otros experimentos políticos recientes, La Libertad Avanza tuvo mejor rendimiento en el interior del país que en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires: en las dos últimas terminó en tercer lugar. En cambio, ganó en 16 de 24 provincias. Pese a la condición de porteño de Milei, se verificó en sus votantes una especie de rebelión del interior – que no había votado opciones radicalizadas en los comicios provinciales – contra los excesos en gastos en planes sociales y subsidios a las tarifas, que perciben concentrados en el AMBA y contra una dirigencia alejada de los problemas cotidianos. Un “que se vayan todos” por otros medios.
Entre una interna feroz, algunos triunfos provinciales inesperados, las caricias del establishment y la comodidad de los sondeos de opinión, Juntos por el Cambio no pudo prever la magnitud del nuevo fenómeno. Es, sin dudas, la fuerza política que más perdió en la disputa, ya que se ilusionaba con números que la acercaran a un triunfo en primera vuelta. No solo no fue así, sino que su lugar en el balotaje quedó lejos de estar asegurado.
Con su discurso duro y confrontativo, Patricia Bullrich resultó la absoluta ganadora en el duelo con Horacio Rodríguez Larreta, con un triunfo amplio a lo largo y ancho del país, incluida la Ciudad de Buenos Aires. En su propio distrito el jefe de Gobierno quedó relegado por cerca de 140 mil votos de diferencia.
La cara del mandatario local al reconocer el triunfo de su adversaria en la noche del domingo lo decía todo: se trata de un hombre que hace solo dos años parecía predestinado para el puesto al que ni siquiera podrá aspirar en una elección general. La cantidad de recursos que apostó en ese proyecto, las operaciones mediáticas, la seducción a dirigentes, todo cayó en saco roto. Quién proponía a la sociedad hacer “el cambio de nuestras vidas” tendrá que hacer un cambio importante en la suya: volver al llano después de muchos años en cargos públicos.
La derrota de Larreta se extendió también a su mayor apuesta, la provincia de Buenos Aires, donde Diego Santilli perdió por escaso margen ante el bullrichista Néstor Grindetti. Y debió asistir estoico a los festejos de Jorge Macri en la Ciudad, vencedor en la elección concurrente que el jefe de gobierno había organizado para darle más chances de victoria a su aliado radical, Martín Lousteau (ver aparte).
Mauricio Macri también sacó chapa tras el apoyo que le brindó a Bullrich en la PASO nacional y a su primo Jorge en la Ciudad. Reafirmó su liderazgo en el PRO, tras el desafío planteado por Rodríguez Larreta en los últimos meses. El ex presidente fue uno de los que coqueteó con un acercamiento entre Juntos por el Cambio y el partido de Milei y esa será una de las medallas que buscará colgarse: es evidente que muchos votos de su coalición migraron, debido a las disputas internas, pero también al recuerdo de su fallida gestión, hacia el lenguaraz libertario.
Para el oficialismo nacional fue una noche con más oscuros que claros. El tercer puesto en una elección, con un porcentaje apenas superior al 27% es un escenario casi catastrófico para el peronismo y sus aliados, con la única salvedad de la victoria en provincia de Buenos Aires.
Visto el contexto, el resultado podría haber sido peor: si como las encuestas vaticinaban Juntos por el Cambio era el frente más votado y sacaba una importante diferencia, costaría mucho más remontar esa cuesta. En la posibilidad de que Milei le “robe” votos al macrismo y en seducir a parte de los que no votaron, se abre una brecha en la que Unión por la Patria confía para llegar a la segunda ronda.
Claro que mucho de esto dependerá de lo que ocurra con la economía en los próximos meses. El riesgo de candidatear al ministro del área, en un contexto de una inflación desbocada y de abrupta devaluación de la moneda, ya había sido objeto de dudas. Sergio Massa está ahora urgido por dar buenas noticias a los alicaídos bolsillos y por convencer que puede ser el hombre que frene la caída hacia un precipicio de pérdida de derechos civiles, sociales, laborales y económicos. Difícil tarea.
La grieta de la General Paz
En la Ciudad de Buenos Aires Juntos por el Cambio ratificó su condición hegemónica, al superar el 55% en la categoría a jefe de Gobierno. La mayor nota distintiva la aportaron las demoras inéditas que en muchas mesas generó la votación electrónica.
Como quedó dicho, Jorge Macri se impuso a Lousteau, aunque por un margen menor al esperado: casi 28 mil votos del total de más de 1 millón de sufragios que recibió la fuerza que gobierna el distrito desde 2007. El ex intendente de Vicente López buscará convertirse en el segundo miembro de la familia en gobernar un distrito en el que no nació y que hasta hace dos años ni pensó en administrar. Se plantea la duda de si todo el caudal de electores de Lousteau (el segundo precandidato más votado individualmente) pasará en bloque al primo del ex presidente o habrá una migración.
Unión por la Patria ocupó el segundo puesto a nivel agrupaciones, con el 22,17% para Leandro Santoro, mientras que el libertario Ramiro Marra obtuvo menos del 13%. El FIT superó ampliamente el umbral previsto en las PASO, con el 3,66% y Vanina Biasi será la única candidata mujer en octubre.
La victoria de Macri (primo) se consolidó a partir de un fuerte apoyo en los barrios del voto duro del PRO: Retiro, Recoleta, Palermo y Belgrano, donde consiguió casi 4 de cada 10 sufragios. También se impuso en Villa Urquiza, Saavedra y Villa Devoto, entre otros.
Lousteau fue el más votado en el corredor centro, sobre todo en Almagro, Caballito, Flores, Villa Crespo. En Villa Pueyrredón el precandidato radical superó por apenas dos votos a su rival interno, en tanto que en Agronomía y Villa del Parque también consiguió una diferencia ínfima.
Por su parte, Leandro Santoro fue el candidato individual más votado en el cordón sur, alcanzando cifras en torno al 30% en San Telmo, Parque Patricios, Villa Soldati. Marra consiguió también mejores números en el sur que en el norte.
En la Ciudad, una vez más, hay una sensación de partido terminado de cara a octubre. Pero con un panorama nacional tan volátil, queda un pequeño margen para alguna sorpresa.
*Casullo, María Esperanza: “¿Por qué funciona el populismo?”. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2019.