En tiempos de redes sociales, smartphones y tablets, todavía existen personas que se dedican a la radio afición, una actividad social que permite conectar a miles de personas alrededor del mundo con un equipo básico, realizado artesanalmente.
Mailén Maradei
Los integrantes del Radio Club Buenos Aires, que tiene su sede en la calle José Cubas 2676 en Villa Pueyrredón, reciben a nuestro medio entre cajas y cuadros desperdigados por el piso que cuentan la historia, los recuerdos y el espíritu de comunión que genera la radio afición.
“Ser radioaficionado tiene muchas facetas. Una parte incluye aprender conocimientos de electrónica o una faceta vinculada a lo social y la comunicación. Cada persona puede desarrollar aquella senda que más le apasiona. Es una actividad que tiene muchos modos de divertirse y pasarla bien” nos cuenta Norberto Gil, experto en computación y secretario del Radio Club.
La radioafición es más que hobby. Esta actividad, que surgió a principios del siglo XX, se ofrece como un servicio para la comunidad. En caso de una emergencia, pueden ser una asistencia clave e intervenir cuando suceden desastres naturales.
“La radioafición es una actividad sin fines de lucro. Permite conectarte con otras personas con intereses muy diversos y realizar actividades sociales”, nos dice Norberto Gil y le cede la palabra a su compañero José Luis Peinceira, ingeniero y miembro desde 1997 del Radio Club Buenos Aires.
“Es una actividad que permite crecer individualmente, adquirir conocimientos y compartir actividades con personas que tienen las mismas inquietudes. Desde que se inventó la radio, a principios del siglo XX, fue la forma que utilizaban las personas que tenían intereses por la electrónica o la técnica para compartir información y mejorar sus conocimientos”.
En el año 2003, este radio club participó en la coordinación del envío de donaciones a los afectados de la inundación que azotó a la provincia de Santa Fe. “En coordinación con Cruz Roja, organizamos el envío de donaciones a través de la radio. La comunicación se sostuvo, prácticamente, durante 24 horas. Antes, era muy habitual que los gobiernos tuvieran que recurrir a los radioaficionados en este tipo de situaciones. Ahora no se acude de forma inmediata porque el Estado cuenta con redes de comunicación robustas”, nos comenta José Luis.
Los miembros del club deambulan cargando cajas y equipos de una tecnología muy artesanal. Aunque pareciera ser una actividad que requiera muchos cables y conocimientos de electrónica, se puede operar con equipos versátiles y fáciles de manipular: un simple micrófono, un equipo transmisor-receptor y el acceso libre al espacio radioeléctrico.
“La radioafición permite realizar transmisiones con muy poca potencia y elementos artesanales pero también se pueden operar cosas de alta tecnología porque esta actividad permite experimentar y descubrir cosas nuevas. Incluso, algunos radioaficionados fabrican sus propias antenas y equipos de transmisión. Es un mito que un radioaficionado necesita una instalación super cara o compleja para instalar una radio”, nos señala Norberto.
Además de englobar gente con intereses y profesiones diversas, la radioafición está empezando a agrupar a distintas generaciones, los jóvenes se están acercando para integrar esta actividad a su vida cotidiana.
“Un joven radioaficionado del club – nos dice Norberto – es instructor de alpinismo y encontró en la radio una herramienta para complementarla con su trabajo. Además, le brindó la posibilidad de descubrir nuevas facetas como empezar a aprender algo de electrónica, hacer actividades sociales con otros grupos y conocer distintas tecnologías para comunicarse mientras desarrolla su trabajo”.
Así como la actividad agrupa a diferentes generaciones, los modos de trasmisión y operación con los equipos también son diversos. Las transmisiones de voz son las más comunes, se pueden realizar conversaciones cortas o largas o transmisiones con código morse. Las variantes son cuestiones que el radioaficionado evalúa en función de sus preferencias.
“Hay personas que se quedan hablando durante horas con amigos, a otros les interesa conectarse con otros países a través de comunicaciones muy cortitas. Solo dicen su nombre, su número de licencia y ponen en un registro que se pudieron comunicar con un país en particular. También, hay gente que se dedica a hacer comunicaciones utilizando el código morse, compuesto de puntos y rayas transmitidas por sonidos, que muchos entusiastas siguen utilizando porque permite conectarse en condiciones de comunicación donde hay mucha interferencia en la frecuencia”, nos señala Norberto.
Toda comunicación por radio comienza con una llamada a una frecuencia, la presentación del número de licencia del emisor y del receptor, la confirmación por parte del receptor de que se escucha bien y la comunicación ya está dada, modo muy distinto al que utilizan las redes sociales como Twitter, Facebook o WhatsApp que establecen una comunicación instantánea.
Atento a estos cambios tecnológicos muchos creen que las redes sociales “mataron” a los radioaficionados. Pero no es así, en realidad “ayudan” a esta actividad. “Creo que los radioaficionados no podemos oponernos a la tecnología porque Internet es una herramienta distinta a la radioafición que permite que la mayoría de los radioaficionados intercambiemos información sobre nuestra actividad por internet”.
Norberto nos cuenta que el Radio Club Buenos Aires posee una cuenta y un grupo de Facebook donde se contactan con otros aficionados que comparten esta pasión.
La intención de Norberto, de José Luis y de todos los miembros de este radio club en Villa Pueyrredón es dar a conocer esta actividad y la mágica sensación de establecer un contacto a larga distancia con otras personas con herramientas simples y realizadas artesanalmente.
Una tarea que los apasiona y que desean transmitir a todo aquel que esté dispuesto a escucharlos.
Los interesados se pueden acercar al radio club, donde se ofrecen cursos de preparación para rendir el examen para obtener la licencia de radioaficionado. Radio Club Buenos Aires, José Cubas 2676. Villa Pueyrredón. Face: Buenos Aires Radio Club