La fundación FALDAD funciona desde 1984 en Villa Pueyrredón. Se trata de un espacio de integración laboral, social y cultural para adultos con discapacidad. Contiene un taller, un vivero y un centro cultural, donde quieren ampliar la agenda de actividades. Los directivos son familiares y profesionales que colaboran, y le hacen frente a la situación económica y la falta de subsidios.
Por Mateo Lazcano
Desde hace más de 30 años, una institución se encarga de recibir a adultos con discapacidad mental, y desarrolla un ambiente de integración laboral, social y cultural. Se trata de la Fundación para la Adaptación Laboral y Desarrollo Autónomo del Discapacitado (FALDAD), que hoy busca ampliarse y crecer en su servicio.
FALDAD es ya un ícono de Villa Pueyrredón.
Está ubicada en el pasaje Alemania 2782, frente a la plaza de la estación. Allí tiene su vivero, el patio, el salón central y el área de trabajo. Pero más allá del espacio físico, FALDAD está conformada por el voluntarismo y el esfuerzo de familias y profesionales, que “a pulmón” se encargan de los detalles que permiten que la fundación se desarrolle de forma organizada.
La fundación nació en 1984, acompañando una doble necesidad. Por un lado, la de buscar una salida laboral para personas adultas con discapacidad. Es decir, está enfocado en los que ya salieron del sistema educativo. “Esto empezó en una casa, con una familia que puso máquinas para hacer trabajos manuales, de carpintería”, recuerda María Eugenia Favilla, Vicepresidenta de la Comisión Directiva.
Otra de las necesidades que se planteaba en el comienzo de FALDAD era la integración. “Los chicos se pasaban mucho tiempo en las casas, solos. Y a la vez también estaban aislados de las actividades familiares, porque las familias no sabían mucho como integrar a las personas con discapacidad”, dice. Ahora, está consolidado en este espacio de 1000 metros cuadrados, en terrenos que pertenecían al ferrocarril y fue reacondicionado.
Hace unos años, la fundación amplió su contenido. “Tratamos de meterle más pata a lo social, por eso pensamos en incluir las actividades culturales, un espacio cultural. Que fuera un lugar donde participen las personas con discapacidad, de la fundación. Y además que esté abierto al público en general, sin distinguir. Que no digamos “es una actividad para…”. Y de esta manera conseguimos que en este ámbito se integren las personas con discapacidad”, agrega Eugenia.
Así, hace pocos años, surgió el Centro Cultural “El Molle”. El nombre viene de un árbol que está en el patio de la institución. En el espacio, hay un café, juegos, budines, y mucho debate cultural.
Pero en FALDAD también hay trabajo. Y el mismo se da de una forma organizada, que consigue ver los frutos. Las 20 personas con discapacidad hacen tareas de ensamble y embalaje de insumos y partes de artefactos para reparar cañerías y apósitos estériles.
“Dos empresas traen el material y los chicos lo bajan, lo sellan, lo ponen en cajas, lo embolsan, y a fin de mes vienen a buscar el material y les pagan a ellos de acuerdo a la cantidad producida.”, dice Eugenia, quien destaca que las empresas “están siempre atentas y cuando pedimos aumento aumentan”.
El trabajo lo realizan solamente cuatro horas al día. “Antes nos pasaba que estaban todo el tiempo con esto y no había un desarrollo de sus capacidades. Entonces capaz llegaban a la casa y todo lo que hacían no servía para aplicarlo allí y continuar la integración”, dice la directiva de FALDAD. Entonces también decidieron enfocarse en lo socio-cultural y vincularlo a lo laboral.
En la entrada de la institución se destaca una lona blanca y decenas de plantas sembradas. Es el vivero de la fundación, reinaugurado en 2014. De su cuidado se encargan seis personas, junto a un coordinador. Ellos reproducen y alimentan a las plantas. Hay nísperos, cactus, helechos, paltas, plantas de interior y árboles frutales. El vivero es una actividad característica de la institución, y está abierto al público.
La tarea en FALDAD es autogestiva y autoorganizativa. “Los chicos de la fundación con los coordinadores son los que se encargan del mantenimiento y la limpieza. No viene nadie de afuera. Es como una casa para todos, y hay que cuidarla como si fuera la propia. Nos turnamos, y también es un aprendizaje para todos”, agrega. También al mediodía se comparte un almuerzo, en el que los miembros de la fundación se calientan y sirven la comida.
La fundación está conformada por familiares de las personas con discapacidad y por profesionales. Dentro de la comisión hay abogados, un psiquiatra, personal de seguridad e higiene, familiares y profesionales. También hay una psicóloga que trabaja con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), orienta a los directivos en la visión actual sobre discapacidad y derechos humanos.
“Aquí no hay que pagar para concurrir, sino que pedimos colaboraciones de algunos que pueden, que lamentablemente es un número chico. Las tareas son a pulmón, con el dinero que ingresa de acá”, explica Eugenia. Comenta que reciben algunas donaciones, pero no en forma regular.
A FALDAD llega principalmente gente de la zona de Villa Pueyrredón y Villa Urquiza. “Me sorprende la cantidad de vecinos que hay, siempre llegan nuevos”, comenta Eugenia. De todos los vecinos, dice, reciben una respuesta muy positiva.
En el último tiempo, y en la búsqueda de un nuevo ingreso para hacer frente a los gastos, acondicionaron el salón de usos múltiples de la fundación. Además de los talleres que allí realizan en el Centro Cultural, está abierto a los vecinos de afuera para que realicen eventos o festejos familiares. Esto también es una fuente de trabajo para los jóvenes con discapacidad, porque en esas oportunidades son colaboradores.
FALDAD no recibe subsidio estatal alguno. Y así sufre las complicaciones económicas de la época. “Padecemos los aumentos de tarifas. Pedimos la tarifa social para luz y gas pero no nos la dieron, no nos dijeron por qué. De agua la tenemos, pero la factura llega a tres mil pesos. Estamos cambiando las luces por LED, de a poco. Nos estamos acomodando a un cambio enorme en la facturación de los servicios”, describe la situación Eugenia, quien a la vez reclama que aún no han podido conseguir en el Ministerio de Trabajo que los coordinadores perciban salario por sus tareas.
El objetivo inmediato para FALDAD es armar la agenda cultural para desarrollar las actividades en “El Molle”. “Estamos convocando a distintos docentes. Las propuestas son sui generis. A veces arreglamos actividades abiertas al público que incluyan cupo para personas con discapacidad o la actividad directamente pensada para personas con discapacidad.”
Actualmente hay un café cultural, yoga, música, fotografía para niños y apoyo escolar. Algunas son gratis, y de otras se cobra una inscripción. “Queremos fortalecer la agenda y las propuestas”, dice entusiasta Eugenia.
“Acá se vive la satisfacción de compartir e integrar. Capaz no te deja mucha plata, pero vale mucho más”, sintetiza Eugenia, en una explicación que habla por sí sola de la tarea de FALDAD.
- El vivero y el Café Cultural están abiertos al público los sábados de 9 a 13 horas. Se ingresa por la calle Franco 2781, a metros de Terrada.
Taller Protegido de Faldad: Pasaje. Alemania 2782.
Teléfono: 4571-7416 | fundacionfaldad@gmail.com