La Vecinal de Saavedra cumplió 92 años el 25 de mayo. Instalada en la avenida Balbín al 4200, transitó el mismo camino que las sociedades de fomento de aquellas épocas, emprendiendo acciones sociales y sobre todo compromiso vecinal. Ahora, en tiempos de pandemia, está centrada en la solidaridad, esperando el retorno a sus actividades institucionales en normalidad.
Por Mateo Lazcano
El pasado 25 de mayo cumplió 92 años una de las más añejas instituciones sociales del barrio de Saavedra. Se trata de la “Vecinal de Saavedra”, que funciona en avenida Balbín 4221, a tres cuadras de la estación ferroviaria. Por la fecha especial hubo un festejo, pero debido a la pandemia debió adaptarse al obligado formato virtual. Así, una treintena de personas brindaron desde sus pantallas y compartieron la tarde como si estuvieran en la sede social de Saavedra.
De aquel inicio, el 25 de mayo de 1929, la “Vecinal” conserva el espíritu, pero muchas cosas han cambiado. Por empezar su nombre: fue fundada como la “Sociedad de Fomento Unión Vecinal de Saavedra” por 36 vecinos. En su mayoría hombres como era habitual de la época, pero con presencia femenina (las socias Vicenta Daguirre y Paulina de Flores), firmaron el acta constitutiva y realizaron la primera asamblea.
Esa reunión se hizo en la casa del primer presidente, Pascual Sárrate. Allí, en García del Río 4318, ofició la primera “sede” de la institución. Recién para 1933 pudieron conseguir un terreno, en la entonces Avenida del Tejar al 4200, la actual sede que ocupan hoy. Para poder comprar el inmueble, el presidente hipotecó puso su propia casa, en un gesto de compromiso absoluto que marca a fuego a los primeros directivos.
Para 1938 se inauguraba el segundo pilar de esta entidad, la Biblioteca Popular 25 de mayo. Su peso fue tal, que se incorporó al nombre oficial, adicionándola a la “Sociedad de Fomento Unión Vecinal”. Para ese entonces, todo transcurría en un pequeño hall, lo único que se había llegado a construir en la primer década de la institución. En el primer piso, en tanto, funcionaba una cancha de bochas. El resto del terreno estaba descampado.
Con la llegada del Peronismo se otorgaron facilidades para las obras en estas instituciones sociales, y pudieron edificar el salón de la planta baja que fue un cambio fundamental de la “Vecinal de Saavedra” en solo dos décadas de vida.
“La Vecinal funcionaba a pleno. Se hacían diversas actividades sociales, de encuentro entre las y los vecinos. Había eventos infantiles, se elegía la Reina de la Vecinal de Saavedra, se jugaba a las bochas, se hacían movidas solidarias y festejos. También estaban los Carnavales y se llegó a participar de competencias automovilísticas, con un auto propio. Hay fotos del coche de la Vecinal de Saavedra”, cuenta orgullosa Anahí Ciliberti, una joven de 23 años, que sucedió a su padre Ernesto en la actual comisión directiva de la institución.
Ante “desmanejos” de las conducciones anteriores, la “Vecinal” atravesó las décadas de los 90 y los primeros años de los 2000, con turbulencias económicas, describe la referente de la institución. “Mi papá, Ernesto Ciliberti, se hizo cargo hace 18 años de la administración. Cuando llegó había deuda en AFIP y no había papeles. No se podía hacer siquiera una presentación ante el Estado para pedir asistencia”.
“Lo primero que se hizo fue constituir los libros de conformación de la asociación civil, el acta de asamblea, el libro de socios, y el estatuto, y todo llevó tiempo. En 2012 se logró recién normalizar todo. Allí se retomó el vínculo con el Gobierno de la Ciudad, con la Comisión de Bibliotecas (populares) y otras instituciones”, cuenta Anahí.
“Lamentablemente muchas instituciones como la nuestra tuvieron que aliarse con un privado para subsistir ante los desmanejos económicos. A nosotros nos escriben mucho desde franquicias de gimnasios, por ejemplo, pero lo rechazamos. También optamos por continuar ante la muerte de mi padre. Este es un espacio para las y los vecinos y si una lo deja estar o queda acéfalo es como una tentación para cualquier negocio inmobiliario, mucho más si se tiene en cuenta que está ubicado en plena avenida Balbín. La Vecinal cumplió 92 años y tiene mucha vida por delante”, expresa orgullosa.
Hasta la llegada de la pandemia, se desarrollaban muchas actividades. “Contamos con la ayuda de las y los profesores, Nora de Gimnasia localizada, Ana Laura de danza jazz, Oscar de karate, Gabriel de taekwondo, Susana de strechting, Julieta de arte, Juan de teatro, Guadalupe que da clases de inglés. Y la bibliotecaria Alejandra que también es un pilar fundamental”, explica Anahí.
Por la crisis sanitaria, la mayoría de estas actividades se pasaron a dar en forma virtual y otras se interrumpieron. Sin embargo, lanzaron otras como asesoría en diversos trámites y sobre todo, muchas iniciativas solidarias. “Comenzamos con la colecta de donaciones en abril del año pasado. Juntamos también juguetes en el Día de la Niñez y ahora estamos con una Campaña de Invierno para reunir ropa de abrigo”, dice.
Desde la parte edilicia, el cierre prolongado de 2020 implicó una oportunidad para remodelar la sede. “Aprovechamos para hacer obras en el salón de Planta Baja. Pudimos acceder al programa “Clubes en Obra” del Gobierno Nacional, que nos ayudó mucho. También estamos mudando la Biblioteca, del salón de Planta Baja al Primer Piso”, anticipa.
En el camino al centenario, que se celebrará cuando esté por terminarse esta década, la “Vecinal de Saavedra” tiene un gran anhelo. “Nuestra obra más grande sería hacer el techo del salón. Es un sueño, es una inversión de cerca de 5 millones de pesos. Será para reemplazar el techo del Primer Piso, que es de chapa, y muy antiguo, por lo que muy frecuentemente se hacen agujeros por donde entra el agua. Sería ideal sacarlo todo y construir un techo de material. Además podríamos tener así una terraza y sumar un espacio al aire libre”, cierra Anahí Ciliberti, con mucha esperanza, deseando que se mantenga el crecimiento de esta tan querida institución de Saavedra.