El gobierno nacional presentó un proyecto para terminar con las primarias abiertas a nivel nacional y presiona a Jorge Macri para que haga lo mismo a nivel local. El jefe de gobierno busca apoyos de los libertarios para sus propias políticas, mientras analiza la mejor estrategia para los comicios del año próximo.
Por Fernando Casasco
Tras vivir momentos críticos hacia mediados de este año, el gobierno de Javier Milei sacó pecho de cara a 2025. La baja del índice de la inflación y el “veranito” en los mercados que le aseguraron el blanqueo, el mantenimiento del cepo y la defensa a rajatabla del déficit cero, lo hacen ilusionarse con un cambio de paradigma político, tras la inestabilidad de la última década.
Pero para que su programa se cristalice en reformas de largo plazo debe ganar peso legislativo y un paso decisivo son las elecciones del año próximo. Para lograrlo propuso al Congreso la sanción de una reforma electoral que incluye la eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, conocidas como PASO. Además, prevé la modificación en el financiamiento de los partidos políticos, mayores requisitos para su inscripción, la desregulación del debate para elecciones presidenciales y la reducción de los espacios gratuitos cedidos a las agrupaciones en radio y TV.
Aficionado desde el comienzo de su mandato al “todo o nada”, el Presidente pretende que la reforma electoral se apruebe en sesiones extraordinarias y comience a regir en las elecciones legislativas del año próximo. Una contradicción del Jefe de Estado: despotricó contra el proyecto que restringía el abuso en la sanción de DNU por parte del Poder Ejecutivo, planteando como argumento que era “cambiar las reglas en mitad del partido”; ahora, propugna por una reforma electoral integral a solo cinco meses de la presentación de alianzas políticas y listas de precandidatos.
Si bien no tiene asegurados los votos en el Parlamento, el oficialismo está dispuesto a jugar fuerte en la búsqueda de estas reformas. El PRO y parte del radicalismo rechazan la eliminación de las PASO, mientras que sectores de Encuentro Federal liderados por Miguel Pichetto y los ligados al gobierno cordobés no ven con malos ojos la medida. La duda pasa por Unión por la Patria: sumido el peronismo en su propia interna, el sector más cercano al cristinismo no descarta apoyar una “suspensión” de las primarias obligatorias: con Cristina Fernández al mando del PJ ven en su lapicera la posibilidad de zanjar diferencias al interior del espacio, sin llegar a una disputa a cielo abierto, que nadie sabe en qué puede terminar.
Las reformas propuestas sumadas a la Boleta Única, ya aprobada, pusieron en una encrucijada a algunos gobernadores respecto al armado del calendario electoral. Más allá de las provincias que ya tienen sus propias leyes de boleta única, que en algunos casos difieren con la aprobada a nivel nacional, convivirán en otros distritos distintos sistemas electorales. Ello lleva agua para el molino de los que pretenden un desdoblamiento en las fechas de la elección de los cargos nacionales y la de los provinciales y municipales, para “salvar” de esa manera el dominio en los terruños propios.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof es uno de los que especula firmemente con esta posibilidad. La implementación de la Boleta Única a nivel nacional le da el argumento perfecto: mientras que los diputados nacionales se elegirán con el nuevo sistema, los cargos provinciales y municipales continuarán con la tradicional boleta sábana. El riesgo de esta decisión para el peronismo es que, al no estar en juego sus representaciones locales (concejo deliberante, legislatura provincial), los intendentes y referentes de los distintos municipios no se sientan comprometidos a militar a los candidatos de su fuerza política en la elección nacional.
Pero si estos intríngulis electorales ponen en tensión al peronismo, es mayor la crisis que le provoca al PRO. El partido creado y actualmente conducido por Mauricio Macri se ha beneficiado históricamente con la implementación de las PASO: ha sido el mecanismo con el que ha resuelto las rencillas internas y las posibles candidaturas, tanto en el distrito porteño (victoria de Horacio Rodríguez Larreta sobre Gabriela Michetti en la candidatura a Jefe de Gobierno en 2015), como a nivel nacional (en la PASO de 2023 Patricia Bullrich derrotó a Larreta en la búsqueda de la postulación presidencial).
Esta es la razón por la que el macrismo se opone firmemente a la eliminación de esta herramienta. La variante que propone María Eugenia Vidal es que, en lugar de ser obligatorias, las primarias puedan ser optativas para cada una de las fuerzas políticas, pero – en caso de realizarse – se mantenga el financiamiento y la organización estatal.
En la ciudad de Buenos Aires la idea de desdoblar o no los comicios y de una posible cancelación de las primarias abiertas también pasa por la mente de Jorge Macri. Aunque las definiciones se tomarán recién en el próximo trimestre, hay cuentas a favor y en contra de cada una de las opciones.
El jefe de gobierno no ve con malos ojos una alianza electoral con La Libertad Avanza a nivel local, aunque con preeminencia del actual oficialismo porteño. El ex intendente de Vicente López cree que, con una victoria contundente, producto del apoyo a su gestión y a la del gobierno nacional, saldría robustecido de cara a 2027. Sobre todo, en lo que hace a la cantidad de bancas en la Legislatura porteña, donde le ha costado más de lo previsto juntar los votos para sus iniciativas.
En lo referido a la gestión porteña, Jorge Macri y Karina Milei se reunieron hace pocas semanas para acercar posiciones. El jefe de gobierno pidió a la secretaria general de la Presidencia apoyo del sector de libertarios que conduce para los proyectos de Presupuesto 2025 y del nuevo código de edificación. “El Jefe” – tal como la llama su hermano, el presidente Javier Milei – no se comprometió a nada, pero también hizo sus pedidos: que se reconozca al bloque conducido por Pilar Ramírez como el “oficial” de La Libertad Avanza, en su enfrentamiento con el sector conducido por Ramiro Marra.
Quien mira desconfiado los movimientos de la Casa Rosada es Mauricio Macri. El expresidente es el más férreo opositor a una alianza electoral con La Libertad Avanza, que dejaría a su partido subsumido al oficialismo, prácticamente sin capacidad de negociación. Un posible desdoblamiento de las elecciones en territorio porteño – en la que, por si fuera poco, se eligen los tres senadores para los próximos seis años – aumenta el peligro de una derrota en la elección nacional, un escenario abierto del que el PRO no tiene demasiada memoria en la última década y media en la Capital Federal.
Si la fusión con el oficialismo fuera inevitable, pretende al menos ponerle un alto precio al sello que construyó: sabe que la división entre las fuerzas de derecha en la provincia de Buenos Aires beneficiaría al peronismo, lo que ayudaría a su reconstrucción de cara a las elecciones presidenciales, algo que no quieren ni Milei ni Macri. Para colmo de males, el nombre del macrismo bonaerense con mayores chances electorales es Diego Santilli, quién ya le hizo saber a su líder político que no piensa enfrentar al candidato de la Casa Rosada.
En el seno del macrismo, de todos modos, desconfían seriamente de las intenciones del gobierno nacional. La reciente caída del tratamiento legislativo del proyecto de Ficha limpia, una iniciativa promovida por el macrismo con el casi exclusivo objetivo de dejar fuera de competencia electoral a Cristina Kirchner promovió suspicacias. Por la ausencia de legisladores libertarios a la hora de juntar el quórum se habló de un pacto entre peronistas y mileístas y se apuntó a que la Casa Rosada necesita el voto del kirchnerismo para sus dos candidatos a jueces de la Corte Suprema y para la reforma electoral.
Milei niega todo tipo de acuerdos mientras juega con los tiempos: sabe que de mantenerse la tendencia a la desinflación y de aparecer una tenue recuperación de la actividad y de los salarios (algo que aún parece lejos de realizarse), su dependencia de la alianza con el macrismo será cada vez menor. Y en ese contexto – según los planes oficiales – se vería robustecido en una confrontación directa con “el pasado”, personificado en la figura de la expresidenta. Hacia allí parecen dirigirse sus pasos.