Vivir en 18 metros cuadrados.
Los desarrolladores inmobiliarios dicen que es una forma más fácil de acceder a la primera vivienda, pero entidades civiles dicen que implica precarizar la calidad de vida.
Por Juan Manuel Castro de la Cooperativa de Editores Barriales EBC para El Barrio Villa Pueyrredón
Por la dinámica social del presente, cada vez más individuos viven solos en Buenos Aires. El monoambiente es la solución, pero no hay para todos. Los microdepartamentos, más pequeños y baratos, asoman como alternativa. Las inmobiliarias dicen que son el futuro; las entidades civiles hablan de peligros para la salud, individual y colectiva.
Desde el Estado, se dio un fuerte espaldarazo para que haya departamentos mínimos. El nuevo Código de Edificación los incluye. Se avaló el año pasado en la Legislatura porteña y rige desde enero.
Si bien ya se construían, habilitaron estos departamentos que promedian los 18 metros cuadrados. En comparación, los monoambientes rondan los 30 m2, según la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires. Los dos ambientes tienen 43 m2 y los tres ambientes llegan a 70 m2.
El proyecto inicial permitía edificios llenos de microdepartamentos. Entidades por los derechos de personas discapacitadas y con movilidad reducida protestaron, así que solo la mitad de las unidades por torre tendrán esa métrica.
Los desarrolladores inmobiliarios defienden los microdepartamentos. Aseguran que el 35% de los nuevos dueños los adquiere como primera vivienda, en particular estudiantes o jóvenes. Desde la Inmobiliaria Predial aseguran: “Es uno de los productos inmobiliarios de ticket más bajo”. Dicen que mediante promociones estos inmuebles igualan el “precio promedio de una cochera en la ciudad”.
Dicen que la reducción de metros cuadrados se complementa con Salones de Usos Múltiples (SUM) en el edificio y otras “amenities”. También resaltan que los microdepartamentos tienden a estar en zonas estratégicas: “Avenidas importantes, universidades, medios de transporte (Metrobus o subte) y hospitales”.
Visto con ojos de inquilino, los microdepartamentos aparecen como una alternativa en Buenos Aires, que tiene los alquileres más caros y la mayor demanda de monoambientes de la región.
Según datos de Mercado Libre, la demanda apunta a Belgrano, Palermo (corredor norte porteño) y Caballito (centro geográfico). La mayor oferta está en Almagro, Boedo (centro y sur), Villa Real, Monte Castro, Versalles, Floresta, Vélez Sarsfield y Villa Luro (oeste).
La demanda de monoambientes crece, pero solo representa el 20% de la distribución porcentual de departamentos en alquiler, según la Dirección General de Estadística y Censos porteña. Los dos ambientes representan el 44,9%; los tres ambientes el 25,8% y los de cuatro y cinco ambientes el 9,3%.
En consecuencia, el valor del alquiler de los monoambientes aumenta más. En el primer trimestre de 2019 subieron un 34,3%. Los departamentos de dos ambientes aumentaron un 33,9% y los de tres ambientes un 25,6%.
En la actualidad, según sitios como Zonaprop, los monoambientes más caros están en el corredor norte porteño (Comunas 12, 13, 14, 2 y 1). Por caso, se piden hasta 13.000 pesos por un departamento de un ambiente de 32 m2 en Palermo. Por uno en barrios del sur como Villa Soldati solicitan 8.500 pesos.
En sitios web similares, alquilar un microdepartamento de 18 m2 ronda los $7.000 en Parque Patricios, zona sur. En Palermo piden cerca de 11.000 pesos por propiedades en torno a los 22 m2.
Desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad analizan que este contexto solo beneficia a los desarrolladores inmobiliarios. La arquitecta Sandra Inés Sánchez explicó para este artículo: “Los beneficiados son los desarrolladores. En realidad se promocionan como la salida para una primera vivienda por ser supuestamente más barata, pero es reconocido por los mismos desarrolladores que es el mejor negocio porque con el mismo volumen construido obtienen más cantidad de unidades habitacionales e incrementan de esta manera las ganancias”.
Con otras palabras, en Predial afirman: “Los microdepartamentos son ideales para inversores, ya que vienen amoblados y están pensados para que sea muy sencillo alquilarlos. Las unidades se ofrecen a valores muy atractivos y se espera una apreciación en su valor considerable en los próximos años. Al ser estudios profesionales pueden ser utilizados tanto para uso profesional, vivienda y alquiler temporario”.
Más allá de lo financiero, desde el Observatorio aseguran que a largo plazo hay efectos nocivos en la salud. Hablan de “descompresión de las presiones internas derivadas de una convivencia extrema, sin distanciamiento personal posible”.
La arquitecta Sánchez señala: “Esta reducción canibalística de la superficie de la vivienda repercute en el despliegue de la intimidad de la pareja y de la sociabilidad. Son viviendas para dormir, dormideros, que no admiten la vida en pareja”.
Y advierte: “Lejos de lo que se promociona comercialmente – que puede ser una posibilidad de primera vivienda para las parejas jóvenes – el estar constreñidos a compartir un mismo espacio impide el despliegue de las necesidades y deseos íntimos, que colisionan y se enfrentan y compiten necesaria e indefectiblemente con los del otro conviviente”.
Las desarrolladoras inmobiliarias dicen que la falta de espacio real en los microambientes se compensa con muebles rebatibles. Algunos son caros. Una cama rebatible cuesta en torno a los 25.000 pesos; 30.000 pesos si incluye biblioteca. Las mesas (tablas con bisagras) rondan los 1.500 pesos y hay escritorios móviles por 10.000 pesos.
En el Observatorio por el Derecho a la Ciudad aseguran que esta forma de vida es “parte de la lógica de la sociedad de consumo, que propone en este caso espacios extremadamente restringidos para lugares de guardado, con lo cual estimula el descarte y sobre todo el despojo de objetos que pueden llegar a formar parte de la historia personal o familiar, de los afectos”.