Pandemia y comercios barriales, de la crisis a la oportunidad

Comercios en Villa Devoto
Las restricciones de 2020 dejaron una sangría de locales cerrados. Sin embargo, la paulatina reapertura y la “normalidad” de la segunda mitad de este año plantean un gran repunte en el consumo, impulsado por el cambio de hábito en los clientes, que priorizan la cercanía por sobre los grandes centros comerciales.

Por Mateo Lazcano para la Cooperativa de Editores Barriales
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Durante los meses de restricciones más duras provocadas por la pandemia en 2020, caminar por las principales avenidas de los barrios planteaba un cuadro desolador. Persianas bajas, veredas vacías y un clima similar al de una película de terror, muy lejano al movimiento habitual en una de las mayores urbes de América Latina, como es Buenos Aires.

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Esa parálisis de la actividad fue letal para miles de comercios, pero otros pudieron asomar la cabeza y sobrevivir. Las reaperturas controladas de finales del año pasado y, sobre todo, el escenario casi de “normalidad” que se vive desde la segunda mitad de este 2021, luego de pasada la segunda ola de coronavirus, permite a todo el sector comercial una revancha.

El año finaliza con un marcado crecimiento del consumo y un escenario optimista de cara al año próximo. En números, se vende un 20% más que en 2019, el último año de normalidad.

Las voces autorizadas vinculan esta realidad a un cambio de hábito notorio, uno de los tantos que provocaron estas nuevas costumbres impuestas por el confinamiento. “La pandemia mostró como una doble cara. En el tramo más duro, la situación de los cierres afectó terriblemente porque dejó cero ingresos. Pero posteriormente, cuando se dieron las aperturas controladas, la gran mayoría de los comercios notó que gracias al home office se acrecentó mucho el consumo local, de cercanía”, indica Jorge Mesturini, presidente de la Cámara de Comercio de Villa Devoto.

“Esto primero se debió a las limitaciones al transporte y el hecho de no tener que movilizarse para trabajar, pero quedó naturalizado como una forma de consumo”, agrega asimismo Ernesto del Burgo, presidente de la Cámara de Comerciantes, Profesionales y Emprendedores de la Avenida Santa Fe.

El titular de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (FECOBA), Fabián Castillo, llega a una conclusión similar, pero incorpora otro punto de origen. “Hay un cambio de hábito de consumo en las distintas generaciones en el que ‘tiempo es vida’. Eso, que es un tema de conducta general, ha mostrado su correlato en el comercio, sobre todo a partir de la pandemia. Nuestro objetivo es que el sector se adapte bien a eso”, explica.

La avenida Santa Fe, que se extiende entre Palermo y Retiro, ha mostrado en este tiempo una realidad propia de destacar. “Cuanto más barrio tenés, más se sostuvo, y cuanto más cerca del centro está, peor le fue”, dice Del Burgo, quien vincula esto a la falta de movimiento que hubo en el microcentro ante el auge del teletrabajo y la falta de turistas.

Sin duda, esta área de la ciudad fue la más damnificada, y es la que más lejos está de salir de la crisis. “Hay 100 locales cerrados y más de 400 dentro de las galerías. Estamos presentando el proyecto en la Legislatura para transformar lo que se conoce como DownTown, que es el sector donde se concentran edificios tradicionalmente de oficinas, en barrios residenciales”, anticipa Castillo.

Otra particularidad de la avenida Santa Fe, explicada en boca del presidente de su cámara comercial, tiene una base más intangible, pero se ha expresado como pocas veces en este tiempo y le ha impedido eludir lo peor de la crisis. “Santa Fe es un lugar ambicional para quien tiene un comercio o emprendimiento. Es como algo de estatus, de marketing, te da un peso. Por eso pasó que muchos locales que estaban en los shoppings buscaron la avenida como sede para permanecer. O muchos que tenían presencia en varios barrios optaron por mantener el de Santa Fe”, indica.

Por último, el confinamiento y la necesidad de evitar al máximo el contacto físico dio pie para que a partir del período pandémico incrementen su peso dos aspectos vinculados a la tecnología: la venta online y el pago mediante billeteras virtuales. Todas las voces coinciden en que se transformó en una necesidad ineludible contar con ellas, ya que el comercio que no las ofrece, pierde clientes.

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