Algunos de los visitantes coinciden en que por la noche la plaza se vuelve insegura y sucia. Piden la colocación de rejas y una serie de mejoras. Pero hay otros que están en contra, porque no ven la necesidad y aseguran que la presencia de mucha gente hasta la madrugada muestra que no hay inseguridad. En esta nota, la opinión de unos y otros, entre ellos corredores, vendedores y familias, que integran el paisaje de la tradicional “placita de Devoto”.
Por Mateo Lazcano
El pedido de algunos vecinos de colocarle rejas a la Plaza Arenales provoca nuevamente una división entre los que la frecuentan.
Además de la junta de firmas por parte de algunos, o el rechazo mediante una petición vía internet de otros, basta simplemente con acercarse un día al espacio público más popular de Villa Devoto para encontrarse con las posturas opuestas.
La Plaza Arenales está ubicada en un cuadrilátero conformado por las calles Bahía Blanca, Mercedes, Nueva York y Pareja. La cercanía con la estación Devoto (tanto del Ferrocarril San Martín como el Urquiza), la avenida Beiró y sus locales comerciales o los boulevares residenciales de Chivilcoy y Salvador María del Carril la han constituido con el tiempo en una referencia del barrio.
A su alrededor, además de viviendas y edificios tradicionales, se fue conformando un polo gastronómico, de restaurantes, bares, locales de comidas rápidas, heladerías y confiterías.
Tanto vecinos como gente de otros barrios suelen frecuentar la plaza. La presencia de un espacio verde en una zona en la que no abundan convoca a familias con chicos, gente grande que se sienta a pasar la mañana, deportistas amateurs que corren en su contorno o niños que utilizan los juegos forman parte del panorama de la Plaza Arenales.
Hasta aquí, nada que sea muy distinto del resto de las plazas tradicionales de cada barrio de la Ciudad de Buenos Aires. Pero una particularidad, tal vez la mayor de “la Placita de Devoto” es su vida nocturna.
En la época en la que la temperatura no es muy baja, este espacio recreativo prácticamente no duerme. Y el público que se acerca es el mismo que durante la tarde. Se acrecienta el número de adolescentes, pero sigue habiendo familias de picnic, corredores y los juegos están abiertos hasta bien tarde. La interacción con los locales gastronómicos, abiertos hasta la madrugada, provoca este fenómeno de encontrar una plaza, en plena noche, “explotada” como un boliche.
Y aquí es donde nace este conflicto, y las distintas opiniones. Para un grupo de vecinos, la plaza de noche se torna insegura, se ensucia, se consume alcohol y se provocan desmanes.
Frente a esta situación, decidieron juntar firmas para solicitar medidas de seguridad y mejoras en la Plaza Arenales. La más importante de ellas es el enrejado, que provocaría un horario de apertura y cierre. También solicitan la colocación de mesas de ajedrez, el sembrado de árboles y la vuelta de las tradicionales “piedritas rojas”.
El puesto de diarios ubicado a la salida del Hospital Zubizarreta es un símbolo de este reclamo. Allí estaba ubicada la planilla para firmar. Si bien no quisieron hablar, sus encargados reconocieron que apoyan el pedido porque por las noches encuentran suciedad y es muy común que “los chicos hagan pis en el puesto”.
En una recorrida por la plaza, a cargo de este cronista, no fue difícil hallar a vecinos que adhieran a este reclamo. Como Olga y Rodolfo, que viven hace 45 años a cuatro cuadras. “Está cada vez peor. De noche no se puede cruzar porque te roban. Ya no es como la época de antes, ahora no hay cuidador”, dicen. Y ponen el ejemplo de la plaza Pablo Ricchieri, ubicada en Beiró y Quevedo, que ya fue enrejada hace tiempo y “es una belleza, mientras que antes era un abandono”.
Pero otros visitantes de la Plaza Arenales no coinciden. “Parecería una cárcel”, dice categóricamente Juan mientras lee un libro en la mañana del sábado. “Lo que hay que hacer es cuidarla, y evitar que se juegue al fútbol para dañar el pasto”, agrega. Verónica, que se acerca con sus hijos tomados de la mano, opina que estéticamente quedaría feo el enrejado. “De noche no salgo mucho, pero no veo necesidad de que haya rejas”, comenta a este periódico.
Una opinión importante es la de quienes trabajan en la plaza. Hugo se encarga de alquilar los carritos para que los más chicos paseen. Dice que hace veinte años que está en la placita. “Acá está todo muy integrado. La gente viene a cenar, a tomar un helado y después trae a los chicos a los juegos. Hasta la 1 o 2 de la mañana vienen las familias, con las reposeras y todo. Si se enreja, todo eso se muere”, explica. Además agrega que suele ver a los móviles rodando y la policía atenta ante cualquier situación. “Esto no es inseguro”, cierra.
Rodolfo también trabaja en la plaza. “Estaría en desacuerdo con las rejas, sería contraproducente”, dice quien se dedica a vender cuadritos y artesanías en la zona de los juegos infantiles. Acota que “traería más problemas que beneficios”. Y con la memoria histórica que da la experiencia, opina que “siempre dicen que la van a enrejar y no lo hacen”.
Vanesa, que atiende por la tarde el kiosko ubicado enfrente, y al lado de la famosa panchería Peter´s, tampoco apoya la idea. “Esta plaza tiene mucha seguridad, no como otras”. Por su parte, dice que la colocación de rejas y el horario de cierre repercutirían negativamente en las ventas de su local.
Para los amantes de la vida deportiva amateur, la Plaza Arenales es una tentación. El buen estado y el ancho de las veredas, el tamaño del contorno y la ubicación acercan a centenares de personas a correr, caminar, andar en rollers o entrenar, tanto en los bordes como dentro del espacio verde.
Varios de ellos aseguraron que no les repercutiría en nada la colocación de rejas. Irina, por ejemplo, dice: “me da lo mismo, porque vengo a rollear solo de día y estaría abierta”. Liliana, por su parte muestra su rechazo, mientras elonga después de haber corrido: “No se justifica, no me gusta”. Con humor, dice que le molesta hasta el pequeño cantero de 50 centímetros que ya existe para separar la vereda del pasto de la plaza.
Lamentablemente, al cierre de esta edición, no se había podido conseguir por demoras en la respuesta, la palabra de Carlos Guzzini, Presidente de la Comuna 11, para saber si está previsto o no atender este pedido de enrejado por parte de algunas personas.
Lo cierto es que el movimiento de los vecinos por el enrejado provocó la respuesta de otros. Desde la plataforma de petición digital Change.org se creó un pedido al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y al comunero Guzzini llamado “No a las rejas en Plaza Arenales”.
Los argumentos son similares a los ya mencionados: el gasto presupuestario que implicaría, la defensa del espacio público, la imposibilidad de ir de noche y el tema estético. Sí coinciden en el pedido de un cuidador. La petición (al cierre de la edición) ya cuenta con 1360 firmas.
Parques tradicionales de la ciudad como el del Rosedal, Thays, Rivadavia y recientemente el Centenario ya lucen rejas. Actualmente, una de cada tres plazas está enrejada y la tendencia va en ascenso.
El tiempo y la decisión política del gobierno porteño decidirá si la Plaza Arenales de Villa Devoto pasa a integrar esta lista. Lo que si está claro es que no será sin polémica.