El Polo Educativo Saavedra alberga cuatro instituciones, con 1800 alumnos entre todos los turnos. Pese al paso del tiempo, aún no se terminan construcciones clave como el natatorio o el estacionamiento. A ello se suma la burocracia y el bajo presupuesto, que implica que dependa de la Cooperadora el 90% de los gastos del día a día. Dialogamos con Ani Meizoso, delegada de las Cooperadoras Escolares de la Comuna 12.
Por Mateo Lazcano
Hace 14 años, cerca de finalizar su primera gestión, Mauricio Macri inauguraba el Polo Educativo Saavedra, una importante obra para tres escuelas y miles de alumnos y familias de la Comuna 12. Pero aún hay cuentas pendientes y promesas que formaban parte del proyecto inicial que no se concretan, a las que hay que sumar restricciones presupuestarias y recortes administrativos. La Cooperadora aporta hasta el 90% del dinero necesario para funcionar.
Ante este panorama, este periódico habló con Ani Meizoso, delegada de las Cooperadoras Escolares de la Comuna 12. “Es un desfinanciamiento planificado”, acusa, al repasar las obras inconclusas y relatar las problemáticas que viven las y los alumnos sobre todo en el horario nocturno.
Obras inconclusas y promesas sin cumplir
Desde lo edilicio, la gran deuda está en el natatorio. El mismo forma parte de un trío de obras que formaban parte del proyecto inicial impulsado durante la gestión de Aníbal Ibarra, en 2003, pero que hasta ahora no vieron la luz.
“Su construcción se pateó en varias oportunidades y una vez que comenzó, estuvo muchos años parada, al punto que incluso creció un árbol dentro de la pileta en construcción, que fue un tremendo foco de larvas de mosquitos en medio de la epidemia de dengue”, cuenta Ani.
Ante las sucesivas demoras, se presentaron en la Legislatura sendos pedidos de informe para el Poder Ejecutivo. El última data del 2021, impulsado por Victoria Montenegro, actual legisladora por Unión por la Patria, donde se pedía el detalle de “el estado actual de las obras”, y las “acciones realizadas en los últimos cinco años para mantener en condiciones el edificio”.
Producto de la presión, el Gobierno de la Ciudad hizo una primera licitación en 2022, que terminó siendo rescindida. Y en octubre del año pasado, ya bajo la administración de Jorge Macri, se preadjudicó al Grupo Varsovia SRL por un monto de casi 940 millones de pesos la finalización del natatorio y las mencionadas obras pendientes.
El compromiso inicial era las obras estarían finalizadas a finales de febrero de 2025. Pero no sucedió. “La última promesa es ahora para mayo de 2025. Esperemos que se resuelva, porque afecta a las escuelas asignadas al Plan Natación”, comenta la delegada de las Cooperadoras Escolares de la Comuna 12.
Sobre este programa oficial, originalmente se preveía que los alumnos de la Escuela Esnaola, la Almirante Brown, la Especial Nº1 y el Jardín “Naranjo en Flor”, que integran el Polo Educativo, se dividan a lo largo del año las clases de natación. Pasado ya un trimestre sin poder contar con el natatorio, es una incógnita cómo se organizarán para garantizarlo en los meses restantes una vez que quede inaugurado.
El presupuesto no alcanza
Para Ani Meizoso, no hay una explicación convincente por parte de la administración porteña por tanta demora. “Es simplemente falta de planificación, compromiso y ejecución. Este es el distrito con mayor presupuesto educativo y para infraestructura escolar, y desconocemos dónde está todo el dinero subejecutado que debería haberse invertido en las obras prometidas y necesarias”.
Además de la infraestructura, la problemática está en el día a día, donde estudian en tres turnos alrededor de 1800 alumnos. Uno de los elementos que sobresalía en el proyecto del Polo Educativo era el auditorio, pensado para que todos los estudiantes de la Escuela Esnaola, especializada en Música, puedan hacer sus ensayos y presentaciones en el lugar, con la acústica acondicionada.
“Es parte del aprendizaje y la formación que deberían tener los chicos. Pero lo que sucede actualmente, es que cada vez se recorta más el uso para el Esnaola, y se utiliza para otros fines, por ejemplo, para promocionar proyectos del Ministerio de Educación de la Ciudad u actos de colación de otras instituciones”, denuncia la delegada.
Al mismo tiempo, plantea que una complicación burocrática en la administración del Auditorio que está en manos del propio Ministerio.
“Antes había personal fuera del horario escolar. Pero ahora están solo hasta las 17 horas. Entonces, cada vez que se quiere utilizar el Auditorio fuera de ese horario, hay que hacer el pedido formal por expediente y esperar que el Ministerio apruebe su uso y asigne el personal”, explica Ani.
La Cooperadora, un aporte imprescindible
Estas particularidades se enmarcan en un contexto general, dentro de lo definido por la entrevistada como “desfinanciamiento planificado”. “Cada vez son más las cosas que tenemos que cubrir las familias, con fondos propios, para que las Escuelas puedan abrir sus puertas y la Educación Pública pueda funcionar. La calidad educativa se la damos las comunidades, con los aportes que cubren entre un 70 y 90% de lo que se necesita en cada escuela”, indica.
Según la Ley 3372, el Ministerio de Educación porteño debería disponer del Fondo Único Descentralizado de Educación (FUDE) para todos los establecimientos educativos, el cual se otorga a las Cooperadoras para ejecutar las actividades contempladas en el Plan Anual Institucional. Pero en los hechos, lo entregado termina siendo insignificante para solventar el día a día.
De acuerdo con el balance de la Cooperadora de la Escuela Esnaola del 2022 los fondos propios implicaron el 83% de los ingresos. Y el FUDE representó solo el 7%. “Cubre únicamente gastos muy básicos y mínimos, como libros administrativos, sellos, cuadernos de comunicados, anillados, artículos de limpieza e higiene. Pero son las familias, mediante la Asociación Cooperadora, las que por ejemplo compran el 90% de los instrumentos y el material pedagógico para que se pueda aprender música. Si dependiéramos solo del FUDE, habría que imaginar una escuela de música sin instrumentos, toda una paradoja”, cuestiona Ani Meizoso.