Qué va a ser de tí, lejos de casa

Martín Lousteau y el panorama político


Las idas y vueltas de Martín Lousteau de cara a las elecciones legislativas son el hit del verano. En su resistencia a fusionar su identidad con la del PRO, quedan desnudadas algunas de las falencias en la construcción de la coalición gobernante. Cómo se arma el tablero electoral y cuáles son las otras fuerzas en disputa.

Por Fernando Casasco

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Los ojos del mundo están clavados en la ciudad de Washington. La asunción de Donald Trump y sus primeras medidas de gobierno provocan conmoción internacional. Las miradas de los políticos porteños también se dirigen hacia la capital del gran país del norte, pero tienen que ver con otro personaje: el embajador argentino. Y la pregunta que surge: ¿qué hará Martín Lousteau en las próximas elecciones?
Oficialista en el exterior, opositor en la “patria chica”.

Una ecuación difícil de explicar en la política, más aún en una Argentina acostumbrada a confrontaciones abiertas. Por ahora a Lousteau parece funcionarle: tras perder el ballotage por la Jefatura de Gobierno ante Horacio Rodríguez Larreta, representando a la entente ECO (UCR, Coalición Cívica y el Partido Socialista), fue convocado por el presidente Mauricio Macri para ser embajador en Washington. El desempeño de su rol como representante de la política exterior del gobierno de Cambiemos, no le impidió mantener su rol opositor a la gestión del PRO en la ciudad de Buenos Aires.

De cara a las elecciones legislativas de este año, el ex ministro de Economía no confirma ni descarta su participación. En recientes declaraciones televisivas, supeditó su postulación a “una decisión colectiva de ECO que es una fuerza muy democrática”. Pero apuntó sus cañones contra una supuesta falta de pluralismo del PRO en su bastión original.

Pero mientras reclama por la falta de apertura a Rodríguez Larreta y sus seguidores, no deja de poner piedritas en la edificación de su propio proyecto político. Así lo reflejan sus actividades recientes como la participación en la conmemoración del aniversario de la asunción de Raúl Alfonsín a la Presidencia, organizado por el radicalismo porteño; o el video que filmó para un encuentro del Socialismo en el que afirmó que en 2015 ECO estuvo “muy cerca de gobernar por primera vez la Ciudad y hacerla moderna y de iguales”, al tiempo que exhortó: “Que el 2019 sea ese año”.

En el macrismo hay varios que ya pusieron el grito en el cielo por el supuesto juego a dos puntas del enrulado diplomático. Entre otras voces que salieron a pegarle a Lousteau, se encuentra la del jefe del bloque de legisladores del PRO, Francisco Quintana, quien enfatizó que “en la Ciudad planteamos un espacio amplio pero ellos deberán decidir”, en referencia a los miembros de ECO. “La actitud de Lousteau no es constructiva para la Ciudad”, remató.

Para colmo de males, los “triunfos” de su gestión en Washington parecen haberse transformado en un boomerang para el gobierno nacional. Atrás quedó la afinidad con el gobierno de Barack Obama, que se plasmó en la visita del mandatario demócrata al país – quien respaldó abiertamente al gobierno de Macri – o las gestiones del embajador para abrir mercados en suelo norteamericano.

La “gaffe” cometida con el apoyo explícito a la candidatura de Hillary Clinton, manifestado tanto por Lousteau como por la canciller Malcorra, fue continuada por las decisiones de Trump de proteger la producción doméstica y cerrar las importaciones de productos de otros países, entre ellos los limones argentinos.

En el PRO miran los movimientos de Lousteau con atención, mientras orejean sus cartas. Una de las bazas fuertes que pueden llegar a apostar es la postulación de la mismísima Elisa Carrió. En el macrismo saben que es una carta de doble filo: la dirigente chaqueña un día defiende a capa y espada a las gestiones de Mauricio Macri y de María Eugenia Vidal, mientras que al otro acude presurosa a los tribunales de Comodoro Py a denunciar al titular de AFI, Gustavo Arribas, o al presidente de Boca y sempiterno operador judicial del PRO, Daniel Angelici, dos hombres del más estrecho riñón del Presidente de la Nación.

Pese a todo, tanto Rodríguez Larreta como su vice Diego Santilli elogiaron a la diputada y avalaron su posible candidatura. El Jefe de Gobierno sostuvo que “sería un orgullo” que Carrió integrara la lista de senadores de Cambiemos por el distrito porteño, pero aclaró que le “gustaría” que la legisladora “evalúe con Macri y nosotros dónde puede aportar más”, en relación a la posibilidad de una candidatura bonaerense.

Por una cuestión de equilibrios internos, en el PRO creen que Lousteau no se animaría a enfrentar a Carrió en una disputa abierta. Lilita fue una de las creadoras de ECO en la Ciudad y la que embarcó al radicalismo en Cambiemos a nivel nacional.

Detrás de la figura de Lousteau siempre hay que observar la sombra de Enrique “Coti” Nosiglia, inoxidable operador del radicalismo: la mano del ex ministro del Interior de Raúl Alfonsín se hizo presente tanto en la convención que aprobó la alianza de la UCR con Macri, como en la formación de la coalición opositora a Rodríguez Larreta.

Como ocurrió en 2015 a nivel nacional, un pacto Macri-Carrió sería decisivo para empujar al radicalismo a formar Cambiemos en la Ciudad, dejando sin plafón a Lousteau. También la UCR nacional recibe presiones del gobierno nacional en ese sentido. Los radicales porteños siguen defendiendo su “autonomía”, pero varios quieren renovar sus bancas: hablan de – en caso de cerrar el acuerdo – enfrentar al larretismo en las PASO, a la espera de la definición del embajador. Las próximas semanas serán decisivas.

Más nombres

De no ser Lilita la candidata oficialista, otro posible postulante es el ex ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay. El autor de la ya célebre frase de “la grasa de la militancia” tiene un perfil similar al de Lousteau: joven, “exitoso”, atractivo… y economista.
Una coincidencia más: Prat Gay y Lousteau fueron socios en una consultora económica a principios de este siglo, justo antes de que (Alfonso primero, Martín después) los dos decidieran saltar a la arena política.

Otra figurita difícil que todos quisieran tener en su álbum es la del actual presidente de San Lorenzo, Matías Lammens. Este joven abogado ya confirmó su vocación política, aunque aún no se anima a dar el salto desde la dirigencia deportiva.

De raíz justicialista, fue tentado más de una vez por el PRO para sumarse a sus filas, como funcionario o candidato. Incluso sonó su nombre como posible titular de ANSES de la gestión de Macri. El dirigente de Boedo tiene buena relación con el macrismo, pero se ve integrando una coalición de oposición al actual gobierno, referenciada con la centro-izquierda. 2019 es el horizonte al que apunta.

Mientras tanto, el peronismo sigue asimilando su shock postraumático. Tras la derrota de Daniel Scioli en las elecciones de 2015, se sucedieron en el PJ a nivel nacional los cruces y los enfrentamientos entre los dirigentes que permanecen fieles a la conducción de Cristina Fernández de Kirchner y quienes la consideran parte del pasado; quienes plantean una oposición dura al gobierno nacional y quienes son negociadores.

En la ciudad de Buenos Aires ese choque tiene sus nombres propios: de un lado se encuentra el presidente del PJ Capital, Víctor Santa María, respaldado por los miembros de La Cámpora y otros dirigentes ligados al kirchnerismo como Daniel Filmus, Jorge Valdés o Carlos Tomada, presidente del bloque del FPV en la Legislatura, a quienes se suman los aliados de Nuevo Encuentro (Gabriela Cerruti) y otros partidos de centro izquierda.

Por el otro, un sector del peronismo encabezado por Juan Manuel Olmos (su esposa María Rosa Muiños armó su propio bloque en la Legislatura) y el líder de UPCN, Andrés Rodríguez, pretende buscar otras alternativas de liderazgo y se muestra más abierto a posibles negociaciones con el Frente Renovador de Sergio Massa.

De los dos lados hay dirigentes que claman por sentar a todos a la misma mesa. Una posible conformación de Cambiemos en la ciudad empujaría aún más en el sentido de la unidad opositora.

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