“Queremos que la plaza sea un lugar
de encuentro de los vecinos”

Festival por la Educación Pública en la Feria Mil Flores

Feria Mil Flores en el parque de la estación ferroviaria de Villa Pueyrredón |


El segundo domingo de cada mes se realiza en la plaza de la estación de Villa Pueyrredón la feria “Mil flores”. La misma reúne puestos de emprendedores y eventos culturales y está organizada por militantes del Partido Comunista Congreso Extraordinario (PCCE) del barrio. Cómo es este evento que se propone “reinvindicar otro tipo de economía”

Por Mateo Lazcano

Una vez por mes la plaza de la estación de Villa Pueyrredón toma un color distinto. Los tradicionales bancos y mesas de cemento siguen llenos de gente, pero la vereda está copada en sus costados de puestos de madera y hierro. En el pasto, se baila chacarera y se escucha a bandas tocar. El clima es ameno, de charla y con ganas de pasear: abunda el mate y la gente de todo tipo de edades.

Se trata de la feria “Mil flores”. La organizan militantes del PCCE (Partido Comunista Congreso Extraordinario), vecinos de la zona que arman los 80 puestos y los alquilan a emprendedores. Julia Dorin es una de ellas. Explica que “Mil flores” comenzó a fines de 2014.

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“La hicimos con compañeros de militancia del barrio”, dice. “Empezamos a pensar que había muchos emprendedores, venta por Facebook, o Mercado Libre y poco espacio de encuentro de todo eso. Era mucha gente que quería laburo en el barrio pero no tenía espacio físico. Y además, por otro lado, nos interesaba generar una movida cultural con las distintas expresiones artísticas”, prosigue.

Cómo armar algo que conjugue eso fue, entonces, la tarea de los compañeros de militancia. Continúa entonces, la cronología de Julia: “Conseguimos el Club Pueyrredón de Nazca y Larsen. Había mesas para treinta puestos. Hicimos la primera convocatoria con volantes por el barrio, y desbordó. Luego hicimos tres de esa forma, y quedaba gente afuera.”

Entonces llegó el momento bisagra. “Para diciembre dijimos ‘aprovechemos que es fin de año y por excepción salgamos a la plaza de la estación’. Pasamos de 30 a 70 puestos de golpe, estalló. Además pegamos onda con el que nos alquila los puestos, que es parte también de la organización, muy responsable. Y de ahí nos empezaron a decir ‘sigan haciéndolo esto en la plaza’. Desde entonces, la feria se realiza el segundo domingo de cada mes, entre marzo y diciembre”.

La elección de la fecha tiene que ver con un detalle muy importante. Es “después de haber cobrado y antes de que se termine la plata” humorizan los organizadores. Lamentan la coincidencia en el día de la feria del productor al consumidor que se realiza en Agronomía.

Solo hacen un evento al mes porque consideran que el consumo es únicamente el del mes, no hay mucha circulación de público de otros lugares. Sin embargo, destacan que se acerca gente de Villa Urquiza, Villa Devoto, Agronomía, San Martín y Martín Coronado.

La militancia de los organizadores de la feria en el PCCE no queda oculta sino que es expuesta y conocida por todos los participantes. “Nosotros tenemos una posición, todos lo saben. Nosotros convivimos con ello. No hay un requisito para pensar de determinada manera acá y de hecho hay emprendedores que no piensan como nosotros.”, dice Julia Dorin. Sin embargo, destaca que “Mil Flores” se ganó su propio espacio. “A veces nos invitan a participar en otros lugares y vamos como Mil flores”.

“La feria tiene hoy en día una convocatoria que incluso hace que no necesitemos seguir invirtiendo en propaganda, está muy instalada. La gente te dice que quedó con una emprendedora en comprarle. Esperan la feria para hacer un regalo”, explica la organizadora. Y señala que, a pesar del día feo, se acerca una importante cantidad de gente. Abunda, en esta tarde primaveral dominada por las nubes, el mate junto a los bizcochos, las reposeras con las sillitas y la charla.

Los emprendedores coinciden con la descripción de los organizadores. En primer lugar, destacan la buena convivencia y el buen ambiente. Pero a la vez la organización es un factor que, dicen, distingue a la “Mil flores”.

“Te dan el puesto preparado y listo, incluso con una luz. Vos solo tenés que traer tus cosas”, comenta Karina, que vende aromatizantes. Es la primera vez de ella en la feria, donde “viene a ver qué pasa”.

Nora lleva un año acercándose a la plaza de la estación para vender sus productos. Es del barrio, como la mayoría de los puesteros, y resalta la “predisposición de todos”. Fernando, contrariamente, viene desde San Martín. Dice que hace “el esfuerzo” de rebajar los precios a la mitad de lo que normalmente oferta en Internet. Lleva el emprendimiento de joyas y accesorios por su cuenta.

“Es importante que esté lindo el día para vender más”, dice. Además agrega que hace trabajos a pedido entre feria y feria y que, con el correr de los meses, fue “conociendo el gusto de los clientes”.

La mirada de los organizadores queda clara en cada intervención en el micrófono. Además de pedir por la aparición de Santiago Maldonado (quien en el momento de la feria se encontraba desaparecido), y recalcar la importancia de las elecciones que iban a realizarse próximamente, desde el micrófono se enfatizaba quiénes podrían celebrar el día de la madre a festejar. Son “aquellas que maternan a sus hijos en los hospitales, en los trabajos. Que cuidan, ponen el cuerpo y se hacen cargo de acompañar al otro”.

Pero “Mil flores” no es únicamente una feria de emprendedores. También hay lugar para los eventos culturales. A lo largo de la tarde, se realizan bailes, recitales y animación desde el micrófono. También hay espacio para los chicos, que dibujan y colorean.

“Planteamos la idea de ocupar el espacio de esta forma, con este público y este tipo de cosas. Que las plazas no sean un espacio enrejado donde ir a pasear el perro sino un lugar de encuentro con los vecinos, donde pasan cosas. Acá las cosas se conversan, se debaten”, enfatiza Julia. Cita por ejemplo cuando ocurrió el “tarifazo” de 2016, cuando se juntaron los vecinos a buscar un reclamo conjunto.

En relación a esto también, cada mes se trabaja en “Mil flores” un eje. “A veces tiene que ver con la fecha. Esta edición de octubre fue el mes de las madres. Hemos hecho en marzo el mes de la mujer, en abril sobre Malvinas”, explica la organizadora.

Para ella y sus compañeros, “la feria no es un espacio de compra-venta, sino que sirve para reivindicar otro tipo de economía. Es un trabajo donde se nota el esfuerzo puesto por cada cuál, qué es lo que hace, cómo lo consigue. Aquí puede conversar el emprendedor con el vecino y contarle cómo lo hizo. Eso genera redes de otro tipo y lo cultural también ayuda a pensar en otra forma de relacionarse y convivir”, explican.

A la hora de encontrar grupos musicales que toquen en cada edición, el método es bastante “casero”. Julia Dorin lo ejemplifica de esta manera: “hay un contacto que hace una vecina mía, que tiene una banda. Primero se acerca ella, toca y le dice a bandas conocidas”.

“También nos pasa mucho que de feria a feria se va sumando gente. Escuchan que tocan folklore y dicen ‘yo también hago folklore’. O una vez vino una banda de chicos del Secundario y al siguiente mes se acercó otra”, continúa la organizadora.

Cada edición se desarrolla hasta que el sol cae, o el clima marca un abrupto cierre, como en el día de esta crónica. Hasta ese entonces, continúan bailando grandes y chicos al compás de la música, más allá de la feria que se desarrolla a un costado.

“Todos bailan mezclados, los hijos nuestros, los de los emprendedores y los de los clientes. Y está bueno que ellos crezcan en un clima de libertad. Compartir un domingo así llena el ánimo y levanta el espíritu”, cierra Julia resumiendo lo que se vive en “Mil flores”.

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