Luego de cinco meses de inactividad, lxs vecinxs retomaron el trabajo en la huerta lindera a las vías del ferrocarril Mitre en Villa Pueyrredón y se preparan para la temporada primavera-verano. Con la colaboración de la Cooperativa El Álamo construyeron bancales de madera para los cultivos.
Por Agustina Cavalanti
En cuarentena, la Huerta Vecinal de Villa Pueyrredón “siguió su curso natural” y nos enseñó que “la naturaleza se cuida sola”. Durante los meses de ‘parate’ social se resembraron tomates, nísperos, berenjenas y zanahorias, y florecieron asclepias, caléndulas, salvia y margaritas. Con la reapertura de algunas actividades en la Ciudad, lxs voluntarixs volvieron al espacio lindero a las vías del ferrocarril Mitre, sobre la calle Curupayti y Argerich, y lo están reacondicionando para la temporada primavera-verano.
“En principio desde el comienzo de la cuarentena se suspendió por completo el trabajo. Meses después cuando se fueron habilitando actividades al aire libre decidimos organizarnos para que el espacio no estuviera abandonado y recibiera un mantenimiento que prevenga el dengue, por ejemplo. La idea es poder retomar las actividades con el protocolo correspondiente y en equipos muy reducidos cuando sea posible. Por el momento, vamos preparando la temporada turnándonos para no superponernos”, expresa la huertera Luciana Val, vecina de Villa Pueyrredón.
De este modo, y con la colaboración de la Cooperativa de Recuperadores Urbanos “El Álamo” construyeron bancales de madera para albergar los cultivos y trasplantaron lechuga, rabanitos, remolacha y zanahoria.
“Estamos evaluando la nueva forma de trabajo, haciendo mejoras en el espacio. Con la ayuda de la Cooperativa El Álamo creamos construcciones en madera para contener las camas de cultivo. También, con el apoyo de Carlos Briganti ‘El Reciclador Urbano’ conseguimos compost del CEAMSE para los bancales”, cuenta Luciana.
La Huerta Vecinal de Villa Pueyrredón nació en 2018, como iniciativa de un grupo de vecinxs militantes de la Unidad Básica Rodolfo Walsh de La Cámpora. El proyecto de huerta pública y comunitaria creció rápidamente y se sumaron familias del barrio, sin importar la ideología política. Hasta marzo (antes de que comenzara la pandemia por covid-19) la participación vecinal superaba las 30 personas. Es un espacio abierto a todxs.
“La cosecha es compartida entre las familias participantes y si es buena coopera con la Olla Popular del barrio. Por el momento la Huerta cumple una función más educativa, enfocada en la soberanía alimentaria y la educación ambiental, que productiva a gran escala. Cada vez más gente quiere participar y sumarse, además de infinidad de vecinxs que pasan a conocer el proyecto y nos brindan su apoyo”, resalta Luciana.
Asimismo, desde la huerta comunitaria buscan que lxs vecinxs repliquen en sus hogares los distintos modelos de huerta urbana, en jardines, balcones y terrazas con material reciclado como tachos de pintura y neumáticos como macetas.
“De esta manera la experiencia continúa y los intercambios de saberes se vuelven la principal conversación. Creo que ya no hay vuelta atrás en el camino de las manos en la tierra, que todo el que conecta con la naturaleza de la que somos parte abre un horizonte”, reflexiona.
A su vez, la huerta pública del barrio forma parte de la Red de Interhuertas, un espacio donde se difunden las diferentes propuestas y proyectos autogestivos de huertas urbanas de la Ciudad de Buenos Aires.
“La idea es que el espacio interactúe con otros espacios de la comunidad, con instituciones como escuelas y hospitales, entre muchas otras cosas que se fueron activando desde su comienzo. Ojalá este modelo se siga replicando en más espacios verdes, que lxs vecinxs continúen eligiendo cuál es el uso que quieren dar a esos espacios comunes”.
Lxs vecinxs de Villa Pueyrredón lograron recuperar un espacio repleto de pastos y yuyos y lo transformaron en un ecosistema natural, colmado de frutas y verduras, flores y plantas nativas; insectos, pájaros y mariposas. Un lugar de encuentro, aprendizaje e intercambio de saberes. Un pedacito del barrio donde cada día se fortalecen los lazos comunitarios.
“Todo el que pasa por la huerta sale más sabio en la producción de alimentos saludables y en relaciones humanas. Destaco una frase que escuché una vez de un huertero: ‘Sembramos tomates y cosechamos vínculos’”, concluye Luciana.