Dos importantes bastiones para medir el poder de cara a las elecciones
Junto al Consejo de la Magistratura porteño, en el que se repartieron lugares, el equivalente a la Corte Suprema de la Ciudad generó dos nuevas vacantes. Calculadora en mano, analizan quién se quedará con una vacante de la oposición y a quién nominará el jefe de Gobierno. Termómetro para la relación con Angelici, que retomó incidencia en la presidencia del Consejo.
Por Gabriel Morini
El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta tiene dos polos de poder para administrar de cara al año electoral, y que le permitirán testear el balance de fuerzas internas en sus frentes judiciales. Uno quedó configurado en los últimos días del año. El otro es todavía más definitorio de cara al futuro.
El primero, se trata del órgano de selección y sanción de jueces: El Consejo de la Magistratura de la Ciudad que con nuevos actores tendrá la misión de mantener aplacado cualquier controversia dentro de la justicia local. Como hasta ahora. Sobre todo si se recibe, como se planea, la migración de muchos tribunales que hoy dependen de la órbita nacional, en un proceso que asoma como traumático.
El segundo es el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), equivalente a la Corte Suprema dentro del ámbito capitalino. Allí, se crearon dos nuevas y codiciadas vacantes fruto de jubilaciones de dos magistrados, lo que obligará a cubrir esos cargos. El tironeo ya abrió la danza de nombres. Hay una sola misión en la mente de los gobernantes: continuidad. En ninguna de las dos áreas claves ocurre lo que a nivel nacional en la tensa relación con la Casa Rosada. Que siga así es una política de Estado.
El 20 de diciembre Ana Conde y José Osvaldo Casás presentaron su renuncia, prevista desde comienzos de año, algo que fue recibido sin sorpresa por el Ejecutivo porteño que las aceptó. El cambio no es menor si se tiene en cuenta que dos nuevos lugares se abren en un tribunal con bastante estabilidad, cuya última ingresante fue en 2009 Inés Weinberg de Roca. La jurista vio comprometido su pase como Procuradora General, pero había sido la única candidata que logró imponer un entonces Mauricio Macri alcalde. Hoy es la presidenta del TSJ, lugar al que llegó en una continuidad de lazo con Rodríguez Larreta. Junto a ella, permanecen dos miembros más en un “reducido” TSJ. Alicia Ruiz y Luis Lozano completan la nómina.
Antes de que comiencen de vuelta las sesiones ordinaras, el Poder Ejecutivo enviará los pliegos de los reemplazantes que propone a la Legislatura, donde deberán pasar el test de apoyos. La tómbola de nombres comenzó apenas se hicieron públicas las renuncias. No es para menos, los salientes jueces llevaban más de 20 años ininterrumpidos en sus cargos.
Fuentes de la política y de los tribunales comenzaron a barajar quienes serían los favoritos. En rigor, se revitalizaron los mismos nombres que comenzaron a sonar cuando Weinberg de Roca sonaba fuerte como la candidata de Macri a suceder a Alejandra Gils Carbó al frente de todos los fiscales. Su pliego quedó en el limbo del Senado, en mayor medida porque la negociación de cargos con la oposición no tuvo nada para ofrecer.
En lo concreto, el escenario que se le abre a Rodríguez Larreta se plantea en dos opciones centrales. Necesita 40 votos en la Legislatura para que pasen los candidatos. Esto implica los dos tercios de la Cámara. El jefe de Gobierno podrá negociar con algún opositor “amigable” y asegurarse una banca del TSJ para alguien de su propio riñón. El otro será ofrenda para un sector que arrime votos. El oficialismo – versión Cambiemos en la ciudad – tiene un bloque de 34, con lo que requiere acuerdo con otras seis voluntades.
El histórico dirigente PJ porteño con amplios acuerdos de gobernabilidad con el oficialismo es Juan Manuel Olmos, que posee un bloque de 4 pero su ductilidad le permite atraer “sueltos” como para arribar cómodamente al número.
Otra opción para el larretismo es acudir a los radicales versión Martín Lousteau. Esa pata radical tiene por detrás al histórico operador Enrique “Coti” Nosiglia, de muy buenos (y eternos) lazos con el Poder Judicial. Este bloque posee los 6 nombres que necesitaría el oficialismo para asegurarse que prosperen los pliegos en la Legislatura.
La “rosca” comenzará en febrero para tener lista en marzo la propuesta que enviará el Ejecutivo con pase asegurado. Salvo cuando Macri postuló a Daniela Bruna Ugolini para el lugar que terminó ocupando Weinberg no ha habido grandes controversias para el reparto de cargos clave.
El resultado de esa negociación servirá para probar el estado de otra relación. La de Rodríguez Larreta con el presidente de Boca Juniors Daniel “Tano” Angelici. Eso luego de la expulsión de Martín Ocampo como Ministro de Seguridad porteño después del bochornoso operativo de la final de la copa Libertadores entre River Plate y Boca.
Curiosamente, Ocampo fue el único funcionario que pagó los platos rotos por la ineficiencia en materia de seguridad. No fue el único responsable pero sí el primero y único en ser eyectado del cargo pagando los costos políticos que comenzaban a ser trasladados al jefe de gobierno. Todo con el fin de evitar que las réplicas las recibiera el Presidente y su ministra “estrella”, Patricia Bullrich.
Dato al pie: Ocampo, por estos días, debería estar regresando a su cargo permanente del que tomó licencia para asumir en la cartera de Seguridad, el de Fiscal General de la Ciudad, a cargo de todas las fiscalías porteñas. Hombre del “Tano” Angelici, su nombre era uno de los que se barajaban para ocupar el trono de Weinberg en el TSJ si pasaba a la órbita nacional.
Ahora, luego del escándalo, son todos interrogantes. Reeditar su postulación puede generar “ruido” político con los episodios tan frescos. La decisión de Rodríguez Larreta resintió en parte su vínculo con Angelici, aunque en política es más fácil entender los motivos para la supervivencia que tener que explicarlos.
Otros de los nombres que circulaban por pasillos para eventuales reemplazos son los de Santiago Otamendi, actual secretario de Justicia y N° 2 de Germán Garavano; y el de la saliente presidenta del Consejo de la Magistratura, Marcela Basterra.
El primero es juez porteño y renunció para desembarcar en 2015 en Justicia, quedando al frente también de la representación argentina ante los organismos multilaterales de lucha contra el terrorismo y el lavado de dinero. Con menos exposición que Garavano, su rol institucional estuvo cubierto.
Basterra proviene del ámbito académico y de buena sintonía con Rodríguez Larreta. Capeó un temporal de “fuego amigo” cuando se montó un operativo para destacar gastos superfluos en el organismo que ella presidía. El fogoneo de esa información provino de la Casa Rosada y todavía están haciendo cuentas de a quién le convino semejante crisis que repercutió en el alcalde. Fue debut y despedida en el análisis de los gastos de cuenta corriente de los organismos estatales. Pareció que fue el único que destinaba dinero a cuestiones en apariencia superflua.
La camarista penal Marcela de Langhe es actualmente la rectora del Instituto Superior de la Seguridad Pública de la Policía Metropolitana y suma chances por la vía contraria a los anteriores candidatos. No es identificable su procedencia y recorrió la carrera judicial dentro de la Ciudad. El perfil del TSJ no encuentra, salvo en Weinberg, jueces que sean asimilables al Gobierno. Cierto es que tampoco el macrismo ha tenido problema alguno que llegara a trabar alguna política central de su administración.
El otro frente importante (y desconocido para la amplia mayoría de la ciudadanía) que renovó el placet para abogados. El consejero por los letrados Alberto Maques fue electo por sus pares como el nuevo presidente del Consejo de la Magistratura, en reemplazo de Basterra.
Al hacer uso de la palabra el nuevo titular del organismo expresó: “Es cierto que normativamente tiene que haber un presidente, un vicepresidente y una secretaria, pero el Consejo tiene 9 miembros. Mi aspiración es que el mismo funcione con 9 pares y que todos empujemos parejo para encontrar las soluciones que la gente necesita”.
En realidad, Angelici es quien retoma la cabeza del organismo vía Maques y el propio Rodríguez Larreta quien apuntalaba a la presidenta saliente.
La vicepresidencia continuará a cargo del consejero legislador Alejandro Fernández, y la secretaría para Lidia Lago, representante del estamento de los magistrados. Curiosidades porteñas: el órgano de jueces está conducido institucionalmente por la política.