“Mi Amiga la oscuridad” es la primera obra infantil de Teatro Ciego. Se presenta en la calle Jorge Luis Borges 1974, en el barrio de Palermo. En su séptima temporada, la obra, pensada para niños y niñas desde los cuatro años, los invita a jugar y vivir aventuras increíbles a través de la imaginación en la oscuridad.
Por Mailén Maradei
Es un sábado de verano, muchas familias se acercan a la sede de Palermo. En un PH, las familias salen contentas tras haberse sacado fotos con los actores y las actrices de la obra. “A pesar de que la oscuridad es absoluta, lo más interesante es que los chicos no salen de la sala. No hay miedo ni deserciones, es todo juego. Cuando captamos a los chicos con la imaginación, es cuando ya no se va nadie de la sala”, señala Esteban Fiocca, director artístico de “Mi amiga la oscuridad”.
Tras entregar una pulserita contra el miedo y advertir que está prohibido el uso de celulares y relojes digitales con luz, un presentador va guiando a niños, niñas y sus familias hacia la sala para disfrutar de “Mi amiga, la oscuridad”, la primera obra infantil de Teatro Ciego, pensada para que los niños y las niñas puedan disfrutar por primera vez de una experiencia en completa oscuridad.
La primera parte se desarrolla con luz. Allí, aparecerá Claridad (Eli Ullua) para contar su historia y la de su hermana, Oscuridad (Eliana Manzo), ambas hijas del rey Sol y la reina Luna. Para esto, contará con la ayuda de Nescius y Positivín, dos simpáticos personajes que acompañarán al espectador en una aventura donde el público infantil conocerá a Oscuridad, una artista que los guiará hacía territorios impensados.
En un recorrido por diferentes espacios, como una fábrica de chocolate o una travesía en el mar, los niños y las niñas podrán disfrutar de una aventura donde escuchar, oler, probar cosas ricas y sentir son los principales sentidos que propone la puesta.
“Mi amiga la Oscuridad, es una obra que ya venía haciéndose – lleva siete temporadas en cartel -. Si bien cambiaron varias cosas, se trabajó siempre sobre la imagen que les llega a los chicos y a los adultos. El Teatro Ciego tiene mucho de escucha y de percepción, entonces todo el tiempo se trata de cautivar a la gente con lo que se está proponiendo. Para eso, se prioriza el ritmo de cada escena y los remates de cada gag. Se trabaja mucho sobre eso”, cuenta Esteban Fiocca.
A lo largo de las temporadas, la dinámica de la obra cambió para incentivar la interacción con los niños. “Para cautivarlos, solo tenemos la voz y a partir de ahí tenemos que generar un vínculo. Una de las cosas más destacables de la dirección de Esteban es que propuso la interacción con los niños, hacerles saber que estamos junto a ellos”, señala Eliana Manzo, actriz de la compañía teatral.
En el transcurrir de la obra, la oscuridad se convierte en un aliado del público y de los integrantes del espectáculo. “Como los espectadores no nos pueden ver, eso permite liberarnos, hablar e imaginar un montón de cosas que no podríamos hacer con la mirada del otro. A veces, la mirada del otro condiciona un poco, entonces el teatro a oscuras permite un momento de liberación plena”, cuenta la actriz Eli Ullua sobre la posibilidad que le brindó trabajar con esta técnica.
“La imaginación es el poder más fuerte y más revolucionario de todos”, dicen en un momento de la obra. A través de técnicas propias del teatro negro, los y las presentes se van adaptando a este mundo donde lo que prima es el poder de la imaginación.
Utilizando sus “pulseritas contra el miedo”, convocarán a Oscuridad, la encargada de llevarlos por un viaje de fantasía e imaginación. “Es fascinante. Los niños se van maravillados y admirados porque es una experiencia completamente nueva para ellos, se olvidan que no puede ver porque todo el tiempo están visualizando imágenes en la cabeza. Todo lo que hacemos los actores es para que puedan vivenciar lo que pasa en la obra. Hay un personaje que empatiza con ellos, pero el protagonista es el niño”, cuenta Eliana Manzo.
“En líneas generales, la recepción de los chicos es fascinante. Soy profesora de Literatura y siempre digo que el Teatro Ciego es como leer un libro. Al leer un libro o una historia, el lector se compromete con esos personajes, con lo que les va pasando y se los va imaginando. La imaginación es fundamental. Como dice una parte de la obra, “es el poder más revolucionario y más fuerte”, dice la actriz Eli Ullua.
La historia del espacio
La técnica de Teatro Ciego surgió en 1991. Tras haber realizado técnicas de meditación en la oscuridad en los templos Zen tibetanos, el director de teatro Ricardo Sued llevó esta técnica al teatro. Así, creo una obra que se llamó “Caramelo-limón”.
Unos años más tarde, en el 2001, Gerardo Bentatti, director de Teatro Ciego, convocó a José Menchaca para dirigir una nueva obra en la oscuridad. Esa obra fue “La Isla Desierta”, que estuvo diecinueve temporadas en cartel y su elenco estaba conformado por personas con discapacidad visual, miembros del grupo de teatro leído de la Biblioteca Argentina para Ciegos.
En el año 2008, decidieron abrir su propio espacio en pleno barrio del Abasto, donde funciona el Centro Argentino de Teatro Ciego. Casi diez años más tarde, decidieron trasladarse a pleno barrio de Palermo. “Esta sala nos abrió las puertas a otro público. En Zelaya, teníamos un público que nos seguía desde hace diez años, era un público que le gustaba estar en Zelaya. Acá, tenemos un público más palermitano y se mezclan ambos”, señaló Esteban Fiocca.
“Mi Amiga la oscuridad” obra infantil de Teatro Ciego.
Teatro Ciego Palermo, Borges 1974.
Funciones sábados y domingos a las 17 horas.