La termodinámica es la parte de la física que estudia la transferencia de calor, la conversión de la energía y la capacidad de los sistemas para producir trabajo. Las leyes de la termodinámica explican el comportamiento de los sistemas en equilibrio.
Por Aldo Barberis Rusca
De alguna manera podemos decir que la termodinámica es la que rige el funcionamiento del universo a nivel macroscópico, a nivel subatómico las cosas se complican un poco, y en nuestra vida diaria y un poco más estamos regidos por estos principios.
Las leyes de la termodinámica son pocas, cuatro que hasta podemos reducir a dos, y bastante sencillas, pero de tal importancia que son las que hacen posible la existencia misma del universo, la vida y la realidad tal y como la conocemos. Cuando hablamos de “leyes naturales” estas son el ejemplo más claro.
El principio 0 de la termodinámica es el “Principio de Equilibrio” que podemos postular de la siguiente forma: “Si un sistema A se encuentra en equilibrio con un sistema B, y este a su vez lo hace con un sistema C, entonces el sistema A se encuentra en equilibrio con el sistema C”. Simple.
La “Primera Ley de la Termodinámica” es la “Ley de Conservación de la Energía” y dice: “La energía total de un sistema no se crea ni se destruye, permanece constante”.
La energía se transforma, de una expresión a otra, de calor a movimiento, de potencial a cinética, de química a eléctrica; pero la cantidad al principio y al final sumando todas las distintas expresiones es siempre la misma.
Es más, si consideramos al universo como un sistema en sí mismo podemos decir que la energía del universo se mantiene constante desde su creación y así se mantendrá hasta su extinción.
La “Tercera Ley de la Termodinámica” es el esquivo y engañoso “Principio de Entropía”. Si filmáramos cualquier proceso físico y luego reprodujéramos la película en reversa veríamos que ese proceso se puede revertir sin alterar ninguna ley fundamental de la física. Y sin embargo…
La entropía es una magnitud de los sistemas que es siempre mayor o igual a cero y que nos habla del grado de equilibrio que tienen dichos sistemas, a mayor entropía mayor equilibrio, y que siempre aumenta, nunca disminuye; lo que en la práctica significa que los procesos se dan en un solo sentido y es la que define que el tiempo fluya en una sola dirección.
La entropía nos dice que la energía fluirá siempre de lo más caliente a lo más frío y no al revés; que el aire en la habitación no se acumulará espontáneamente en un rincón o que si recortamos todas y cada una de las letras de este artículo y las revoleamos por el aire al caer no volverán a formar el texto original, cosa que tal vez muchos agradezcan.
Muchas veces se expresa a la entropía como el principio que dice que “todo tiende a su estado de mayor desorden” considerando que un estado desordenado es más equilibrado que uno más organizado ya que desordenar el orden requiere de menos energía que ordenar el desorden. Demás está decir que esta visión de la entropía es la favorita de los adolescentes en relación a sus habitaciones, sus armarios y su vida misma.
La “Cuarta Ley de la Termodinámica” dice sencillamente: “Es imposible llegar a la temperatura de cero absoluto (-273º C)”. La demostración es tan complicada que no vale la pena meterse en tal problema a los fines de esta nota.
Ya desde el Siglo XIX Karl Marx sostuvo un enfoque termodinámico de la economía a equiparar el flujo de energía con el del dinero, acorde con la visión que prevalecía durante la revolución industrial, y constituye una de las bases del materialismo dialéctico.
En el siglo pasado el Premio Nobel Paul Samuelson sugirió, sin profundizar, que la economía y la termodinámica tienen mucho en común. Más adelante Georgescu planteó un enfoque termodinámico de la economía pero centrado en los recursos naturales y los medios de producción.
Finalmente, en 1998, Wayne Saslow, profesor de Texas A & M University, propuso un enfoque más formal a la analogía entre Economía y Termodinámica en su trabajo “An Economic Analogy to Thermodynamics”.
W. Saslow no se limita a equiparar el dinero con la energía sino que, en un salto de fe digno de causas más nobles, también encuentra paralelos entre cada variable física con una micro o macro económica.
Así equipara Energía con Utilidad, Presión con Valor del Dinero o Tipo de Cambio, Volumen con Cantidad de Dinero o Reservas Internacionales, etc.
El problema es que Saslow, como el físico que había encontrado la forma de ganar en el hipódromo, debió hacer consideraciones teóricas polémicas (el físico tuvo que suponer un caballo perfectamente esférico, puntual, sin rozamiento y de masa despreciable)
Fundamentalmente tuvo que considerar a los sistemas económicos, como los sistemas termodinámicos, en equilibrio; lo cual es, al menos, discutible. Los sistemas económicos son, fundamentalmente, dinámicos y, en tal sentido, más comparables a los sistemas termodinámicos no en equilibrio, lo cual es otro cantar.
Si quisiéramos podríamos establecer un paralelo casi tan arbitrario como los hasta ahora enumerados que demostrara que si hay algo que no se puede comparar con la termodinámica es la economía.
Marx, dijimos, equipara el dinero con la energía y en tal sentido podríamos aplicarle la Primera y la Segunda Ley de la Termodinámica.
Veamos.
La Primera Ley nos dice que la energía no se crea ni se destruye sino que permanece constante. No parecería suceder lo mismo con el dinero que crece al ritmo de las necesidades y el arbitrio de los países, los bancos, las Reservas Federales, etc.
De hecho los bancos privados, a través de un complejo sistema que implica a los encajes mínimos y los préstamos crean una muy importante cantidad del dinero circulante. En próximas entregas explicaremos en detalle este proceso de creación privada del dinero.
Mucho más evidente es el error de aplicar la entropía al dinero, basta con ver que minuto a minuto menos gente tiene porciones mayores de dinero; en 1998 las 26 personas más ricas del mundo tenían lo mismo que las 3.800.000.000 más pobres. ¡Hablame de sistemas en equilibrio después!
Visto en comparación si la energía fluye de donde más hay a dónde menos hay para llegar a un equilibrio, al dinero no hay forma de evitar que fluya siempre hacia el mismo lado, hacia los que más poseen dejando cada vez a más personas cerca del 0 absoluto, lo que tampoco iría en concordancia con el Tercer Principio.
Parece claro que los economistas, siempre tan cercanos al poder real, pretenden convencernos de que el dinero, la economía, los mercados, etc., obedecen a leyes “naturales” y no escatiman esfuerzos en torcer la realidad todo lo posible con tal de demostrarlo.
Aunque en realidad estas leyes de naturales no tengan nada y que sean más bien como las del truco, el ludo o el juego de la oca, leyes inventadas en algún momento, por alguien que no conocemos, pero que acatamos sin protestar. O como un siniestro “monte criollo” en el que el tallador oculta las reglas del juego para todos menos para unos pocos que siempre ganan.
La famosa “Ley de Oferta y Demanda”, la más amada por los liberales y que reza que “el precio es el resultado del libre juego entre la oferta y la demanda. Cuando la oferta sube o la demanda cae los precios bajan y por el contrario cuando la oferta baja o la demanda sube los precios van al alza” no se condice con la realidad de que el precio debería ser independiente de los tironeos entre partes y ser establecido por pautas objetivas como ser los costos de materias primas y producción más los márgenes aceptables de ganancia.
Las maniobras de los canales de intermediación que pagan miserias a los productores y cobran fortunas a los consumidores se encuentran bien lejos de “el libre juego de oferta y demanda”.
La economía, como el fútbol, la gastronomía, y los pantalones de gabardina son creaciones humanas; y cualquier intento de convencernos de la inevitabilidad de las “leyes” que la rigen no son más que formas de acallar cualquier forma de pensamiento crítico.