“Un lugar de pertenencia, de encuentro, un sitio para fortalecer una identidad común”

En la Plaza Festival en Villa Pueyrredón
El domingo 15 de diciembre se realizó la última edición del año de “En La Plaza, Festival Cutural”, organizada por Unidad Barrial Villa Pueyrredón en el Paseo del Centenario, lindero a la estación ferroviaria. Música en vivo, feria de emprendedores y la participación de organizaciones sociales y políticas del barrio.

Por Juan Manuel Castro

Unidad Barrial Villa Pueyrredón, conformada organizaciones, culturales, sociales y políticas del barrio, celebró el pasado domingo 15 de diciembre el último festival cultural del año en la Plaza Paseo del Centenario, ubicada en la intersección de Obispo San Alberto y Bolivia.

bujinkan illa pueyrredón

La jornada incluyó música en vivo, una feria navideña de emprendedores, sorteos y puestos de difusión de diversos actores sociales locales. El próximo encuentro está previsto para marzo.

“Esta última fecha del año se vive con mucha alegría. En cierta medida, implica un balance necesario para valorar el espacio. Este es un lugar de pertenencia, de encuentro, un sitio para fortalecer una identidad común”, explicó a este medio Cecilia Gregoratta, una de las referentes de la Unidad Barrial.

Esta organización barrial la integradan por vecinos e instituciones locales como Barriada Cultural, Kolina Comuna 12, La Cámpora Comuna 12, La Cooperativa El Álamo y la Biblioteca Popular Che, entre otras, contando además con el apoyo de distintos sectores de la comunidad, como el centro de estudiantes de la Escuela Rodolfo Walsh.

A lo largo de este año, el festival cultural en el parque lindero a la estación ferroviaria se ha convertido en un clásico, un lugar de reunión y un espacio destacado en la agenda mensual del barrio.

“Se trata de mantener viva la hoguera necesaria, sobre todo en estos momentos en que desde la institucionalidad se plantea un arrasamiento de la vida en común. Parece fuerte, pero nos enfrentan con una guerra entre hermanos. Por eso, este es un espacio donde pensamos cómo organizarnos; es plural, un lugar de encuentro”, resaltó Cecilia.

“Estos espacios sirven para trabajar codo a codo y problematizar las cosas que suceden, buscando una dinámica común”, agregó.

El festival comenzaba a las 16 h, pero muchas horas antes ya había movimiento en la plaza, entre el obrador y los vallados por las obras de mejora del espacio público, que incluye la cancha de fútbol, un reclamo histórico de la comunidad.

Los emprendedores llegaron con sus bolsos enormes y esperaron a la sombra para montar la feria. Lo mismo ocurrió con el gazebo que fungió como escenario y los puestos de difusión institucional a su alrededor.

“Se genera una cuestión pedagógica al organizarnos en este festival, desde el momento de bajar y armar los puestos. En estas acciones sencillas de hacer las cosas juntos se pone en práctica el ejercicio de un trabajo organizado”, comentó Cecilia sobre el aspecto “a pulmón” de gestar un evento con tanta gente involucrada y tantas propuestas simultáneas.

Al recorrer la feria, sobresalen los productos hechos a mano, desde jabones y elementos de cosmética hasta tejidos ornamentales, vestimentas, prendas estampadas y cerámicas. Quienes compraban recibían un número para los sorteos, cuyos premios eran algunas de las mercancías de los puestos.

“Tejo desde niña, me enseñó mi abuela; es algo que pasa de generación en generación”, relató la vecina Laura Rodríguez sobre su emprendimiento Recuerdos de la Andariega, que ofrece llaveros y otras figuras tejidas a crochet. “He ido cambiando con el tiempo, en función de lo que la gente pide”, señaló.

Recuerdos de Andariega

Laura, puesto “Recuerdos de la Andariega”

También se mostró orgullosa de que a partir del próximo año sumará la oferta de mates pintados con filetes porteños, hechos a mano: “Estoy estudiando hace tiempo y es un lindo desafío”.

En otro de los puestos, Julia, vecina de Villa Urquiza, nos habló de su emprendimiento iniciado hace casi una década, que consiste en la confección de pintorcitos de jardín, ponchos para niños y niñas de primaria, kits de arte con material reciclado, y artículos para el hogar como agarra-pavas con forma de gallina, individuales y posavasos.


“Estudié en la primaria un curso de corte y confección, luego hice un curso complementario en desarrollo social y pude acceder a maquinarias. Asisto a distintas ferias en la zona y antes tenía un puesto en el Parque Los Andes de Chacarita. Compro las telas, busco los clientes. También ofrezco en el barrio y en casa, donde tengo una feria americana”.

Cecilia, referente de Unidad Barrial Villa Pueyrredón, comenta que últimamente ha crecido el número de emprendedores y personas interesadas en participar de la feria. Por eso, se planea para febrero “crear otro espacio comunitario ligado a una feria de trueque o circular, que incluya el intercambio u oferta de saberes”.

El objetivo es “contener a ese sector que ahora directamente está en situación de sacar la ropa del placar para venir a vender, como ocurre con muchas mujeres adultas mayores”. Y señaló que “estamos pensando cómo hacerlo para dar una respuesta, aunque pequeña, no menos efectiva”.

Además de generar este espacio de comercio y vínculo entre emprendedores y su público potencial, el festival tuvo el propósito de difundir las acciones de las fuerzas vivas locales.

En ese sentido, hubo puestos de difusión, como la Consejería Comunitaria de la Unidad Básica Rodolfo Walsh (La Cámpora – Villa Pueyrredón), que ofrecieron asesoramiento legal, educativo y previsional gratuito. También estuvieron los puestos de la huerta comunitaria de Villa Pueyrredón que funciona en Curupaytí y Argerich, y de la cooperativa de recuperadores urbanos El Álamo. Y c0mo en cada edición estubieron presentes las familias y amigos de la Escuela Especial N° 21 Rosario Vera Peñaloza para hacer oir su voz ante las restricciones impuestas a la educación especial por parte del Gobierno de la Ciudad.

A esto se sumó una extensa mesa con libros de la Biblioteca Popular CHE (Creando Horizontes Educativos). “Este proyecto comenzó hace 13 años de manera informal y llevamos 11 de modo oficial. Nació con la idea de reconstruir el tejido social del barrio perdido en los años noventa y principios del 2000. Queríamos revincular al barrio por medio de esta institución”, recordó Mauro, uno de sus referentes y fundadores.

Biblioteca CHE de Villa Pueyrredón

Faby y Mauro de Biblioteca CHE

“Cuando se fundó la biblioteca, todos los vecinos nos donaron libros para iniciar. funcionábamos en el Club Pueyrredón de la calle Larsen. La comisión directiva nos dio un espacio y ahí montamos todo; incluso hacíamos talleres de tango, salsa, ajedrez. Con el tiempo, pudimos alquilar nuestra sede actual, en la avenida Albarellos 2859”, relató.

“Tenemos un intenso trabajo con los vecinos socios, que en general vienen por la mañana. Muchos adultos mayores retiran libros, y también lo hacen los familiares de niños y niñas. A eso se suman estudiantes de la Rodolfo Walsh”, agregó.

“Desde hace un tiempo, algunos compañeros nos donan alimentos y cada 15 días o una vez al mes armamos bolsones para donarlos a los vecinos que los necesitan. Aunque muchos se destinan a personas sin techo o recuperadores urbanos, una buena parte va dirigida a vecinos jubilados del barrio que no llegan a fin de mes. Es una forma de colaborar y esperamos poder mantenerlo”, concluyó Mauro.

En ese sentido, cobran importancia las palabras de Cecilia sobre “dar respuesta” desde lo colectivo ante las problemáticas sociales que se manifiestan en el territorio y afectan a las personas con las que convivimos.

En cuanto a la diversidad del festival, cabe mencionar su espacio para la música y expresiones en vivo. En esta edición de fin de año, a diferencia de las anteriores, se abrió un espacio para leer poesías de algunos feriantes, muchas de las cuales aludían a la conexión comunitaria y el trabajo conjunto con vecinos.

En esta oportunidad, para despedir el 2024, la grilla de música en vivo estaba integrada por La Chilinguita, el espacio de infancias del emblemático grupo de percusión de Saavedra, que en breve cumplirá 30 años de existencia. Se sumaron Nacho Costa con su repertorio popular y cerró la jornada Rojo Vinilo.

“Estamos muy contentos de participar en este festival y feria”, comentaron Santiago y Coni, referentes y educadores en La Chilinguita.

La Chilinguita
Los niños y niñas percusionistas lucían una remera roja con letras blancas y el tradicional emblema de La Chilinga, mientras sus padres, a un costado del gazebo, los peinaban con tinturas de colores, al estilo Dibu Martínez, en algunos casos con los colores de la bandera argentina y en otros en un variopinto arcoíris. Al mismo tiempo, los ayudaban a colocar sus tambores de cara al público.

“Este año trabajamos mucho con el grupo de peques, a quienes sus familias también acompañan. Es un esfuerzo conjunto. Este año, La Chilinguita tocó en muchos lugares, nos divertimos mucho y nos alegra cerrar el año ahora en este evento de Unidad Barrial Villa Pueyrredón”, concluyeron los músicos y educadores.

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