Avanzan las obras en el inmueble del ex cine Aconcagua, que se destinará a una concesionaria de autos. El propietario es la empresa COLLINS AUTOMOTORES S.A., concesionaria de General Motors, con sedes en Agronomía, Devoto y Villa del Parque.
Por Ignacio Di Toma Mues
Las puertas del ex cine Aconcagua están pintadas de blanco y exhiben carteles de “Prohibido estacionar las 24 horas”. En las fotos que se pudieron obtener se aprecian las escaleras que conducen a la zona donde estaba el pullman. Y las plateas demolida.
La información que brinda el QR del permiso de obra da cuenta de que la Dirección General de Registro de Obras y Catastro porteña autorizó la modificación y ampliación con demoliciones, intervención que involucra 375 metros cuadrados.

Cabe recordar que, en el año 2014, el edificio fue catalogado con el mayor nivel de protección patrimonial mediante la sanción de la Ley N° 5096. La fachada, el hall de acceso, el pullman y la volumetría total no pueden sufrir alteraciones.
Previo a esta protección, la Legislatura porteña había sancionado, el 24 de noviembre de 2011 y por unanimidad con 45 votos afirmativos, una ley que declaraba de utilidad pública y sujeto a expropiación el inmueble del ex Cine Teatro Aconcagua.
Ambas leyes fueron fruto de la lucha de un grupo de vecinos y vecinas de Devoto y Villa Pueyrredón, que se organizaron y formaron una asociación civil. Entre sus integrantes estaba el nieto del fundador y constructor, José Luis Alesina.

En agosto de 2011 señaló a nuestro medio: “Nosotros nos vamos a encargar de equiparlo técnicamente con toda la tecnología de punta en lo que es cine a través del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y en audio e iluminación para la parte de teatro a través del Centro de Artes y Tecnología (CEARTEC). También nos ocuparemos de toda la infraestructura propia del teatro: escenario, camarines, etc. La idea es tener multi-salas: por un lado, mantener la sala de planta baja como la principal de teatro con un escenario importante, y lo que funcionó como pullman utilizarlo como dos salas de microcine con paneles dinámicos para que se puedan transformar en una sola sala”.
Sin embargo, todo quedó trunco por la decisión del entonces jefe de Gobierno, Mauricio Macri, quien en enero de 2012 vetó la ley.
Historia del Cine Aconcagua
El ex cine y teatro Aconcagua cerró sus puertas a mediados de la década del ’90, y posteriormente fue alquilado a una iglesia evangelista. En el año 2009 cerró definitivamente toda actividad.
Se había inaugurado en noviembre de 1945 con la proyección de la película rusa Arcoiris. Tenía capacidad para 1.200 personas: 900 butacas de cuero en la platea y 300 en el pullman.
Su creador fue José Patti, nacido en Sicilia, Italia, y establecido en la zona desde 1911. No había asistido a la escuela, era autodidacta y se dedicaba a la construcción de casas y departamentos.
Patti era muy amigo de Pablo Carletto, también oriundo de Sicilia, propietario del Cine América, inaugurado en 1929 y ubicado en Av. América (hoy Mosconi) 2468.
En la entrevista de 2011, su nieto relataba que este amigo “le empieza a contar a mi abuelo lo que era tener un cine; le gustó la idea de tener un cine en el barrio para no tener que viajar en tranvía hasta el centro. Compró dos lotes sobre la Avenida América y en 1943 empezó a hacer el desmonte del terreno. Esta era una zona de quintas, hasta laguna teníamos. Muy de a poquito comenzó a construir, con la problemática que implicaba conseguir materiales durante la Segunda Guerra Mundial”.
Quería que el cine fuera para el barrio lo que el Aconcagua es para la Cordillera de los Andes. “Cuando uno nombra la cordillera, el ícono es el Aconcagua: es el pico más alto. Él decía que lo más grande del barrio iba a ser su cine, iba a ser el ícono, y debía tener las mismas calidades y cualidades que una sala del centro”, señalaba su nieto.
Lo construyó con los mejores materiales. Tenía una platea con 900 butacas de cuero y, en el pullman, otras 300; un escenario de madera para números vivos y un sistema de calefacción con calderas.
Para este emprendimiento invirtió sus ahorros, hipotecó su casa y se asoció con Argentina Sono Film para el equipamiento de proyectores, telonería y butacas.
Era imponente, como su nombre. Como el barrio era de casas bajas, José Patti lo construyó para que se viera desde la avenida General Paz. “Para medir el tamaño de las letras hizo una ‘A’ de madera, la puso en el techo y se fue hasta la General Paz para corroborar que fuera legible desde allí. Luego puso el nombre arriba, en la fachada”.
También se detuvo en ciertos detalles. Contrató a un escultor italiano, quien talló a cada lado de las escaleras de acceso al pullman un relieve de la Cordillera de los Andes y, del otro lado, el Aconcagua con un cóndor sobrevolándolo.





