Tengo la impresión que cierta borrachera electoral está, y estará, permitiendo avanzar en interpretaciones sin pruebas que en tiempos más normales, habrían sido descartadas por su ordinariez o bajeza.
Luis E. Sabini Fernández
Los dichos del Álvaro Zicarelli (ex director de Asuntos Globales del Senado), debidamente amplificados por prensa adicta como la trinchera de perfil son un penoso ejemplo de cierta arrogancia e impunidad para el destrato.
Zicarelli ha dicho: “si hay aprovechadores políticos de la muerte de Santiago Maldonado son los dos hermanos” (perfil, 23/10/2017).
Al revés del rey Midas que convertía en oro todo lo que tocaba, Zicarelli convierte en mierda lo que toca. Por eso “traduce”, por ejemplo, algunos planteos de Sergio Maldonado, como que le habría pedido a la gente “que no vote al gobierno”. Porque Zicarelli mide cualquier conducta en ese punto preciso; si votar o no votar a SU gobierno.
Lo que han expresado los hermanos de Santiago ha sido siempre algo muy distinto; por ejemplo, si el gobierno los contactó durante la agonía del tiempo –meses─ en que estuvo desaparecido Santiago, para auxiliar, compadecerse o si por el contrario, el gobierno, sus figuras representativas, estuvieron todo ese tiempo empeñados en ningunear a Santiago Maldonado; ni por su nombre se referían al “artesano”, y en justificar procederes de Gendarmería.
Zicarelli tiene una mente tan podrida como para subir la apuesta: “están más interesados de que a Santiago lo hayan desaparecido para hacer de esto una especulación política” (lo cual revela que es, además, un pésimo psicólogo porque jamás reparó en el rostro de Sergio).
No es habitual esta dosis de descaro. Apenas Lilita podría comparársele: “La mentira la comenzó un mapuche que declaró, que fue el que después dijo donde estaba. ¿Por qué lo hicieron testimoniar esto? ¿Qué periodistas, qué organizaciones de derechos humanos…? Había muchos que sabían la verdad. Construyeron un desaparecido” (infobae, 23/10/2017). El “construyeron” de Lilita remite, otra vez, la culpa sobre las víctimas.
La malevolencia de Zicarelli es, empero, fiel reflejo de un estado de ánimo oficial u oficioso que ha rodeado la desaparición de Santiago Maldonado. Podríamos decir que Zicarelli y Maldonado están en polos opuestos.
Santiago, dedicado a una causa, la mapuche, de pueblos originarios discriminados y perseguidos.
Álvaro, dedicado a la Fundación Suma, “sin fines de lucro”, postulando “transparencia”, que se presenta muy “acompañada por aliados estratégicos” y ‘sponsors’” como Microsoft, Banco Santander Río, Banco Comafi entre otros. En suma, un ciudadano muy inquieto por hacer carrera…y dinero.
Mencionar en esa lista de augustas instituciones ‘falta de lucro’ debe ser como explicarle a un círculo de leones las virtudes del vegetarianismo.
Como broche geopolítico de la fundación donde se desempeña Zicarelli, Suma reconoce un apoyo político: el de la República de China-Taiwán la vieja sucursal oriental de EE.UU.
Batallador y desinteresado como es el tándem Zicarelli-Carrió, han descubierto quiénes han tratado de aprovechar la desaparición primero y ahora la muerte de Santiago Maldonado para construir una versión contra gente inocente y pacifista de las instituciones de seguridad. La malevolencia entonces corre a cuenta de organismos de derechos humanos y mapuches.
Seguramente, no es la primera vez que tales han realizado estas operaciones de prensa.
Ya se sabe que los organismos de derechos humanos se han dedicado a construir infundios contra fuerzas del orden institucional en 1976, por ejemplo, y los nativoamericanos no han cesado nunca de quejarse de que habrían sufrido despojos con la llegada de europeos al continente.
Nos tienen cansados con sus cantinelas.
Gracias Zica, gracias Li, soldados de la veracidad.