El veto del laberíntico Parque Chas a los colectivos, una historia de más de 30 años

Parque Chas, línea 187
Logo El Barrio PueyrredónParque Chas tiene 20 mil habitantes, pero ninguna línea de colectivos circula por su interior “laberíntico”. De manera mayoritaria, los vecinos se oponen ya que consideran que alteraría la tranquilidad que este barrio tiene, y que la vibración dañaría las casas. En esta nota, el recuerdo de la última vez que se instaló una parada en esta zona porteña.

Por Mateo Lazcano

Parque Chas tiene, según el último censo, cerca de 20 mil habitantes. Sin embargo, si sus habitantes necesitas movilizarse sin vehículo propio, debe salir de su territorio: hace 33 años que no circula ningún colectivo por sus calles “laberínticas”.

Lejos de ser visto como una carencia, o un punto a mejorar, es una reivindicación que acompaña la mayoría de los vecinos del barrio. La última vez que se intentó hacer circular a una línea de colectivos por el interior de Parque Chas, duró apenas una semana debido al inmediato rechazo popular, y desde entonces pese a algunos intentos tibios, la posibilidad quedó cada vez más descartada.

La última línea de colectivos que atravesó el barrio fue la 187. La misma, ya extinguida, recorría el trayecto entre Chacarita y José León Suárez, e ingresaba por Ávalos, para seguir camino por Gándara hacia la provincia de Buenos Aires. El final de este servicio significó también el último rastro de este medio de transporte dentro de sus 140 hectáreas.

Existe otro antecedente que muestra la firme oposición a la circulación de los colectivos, que trasciende las generaciones de residentes. “En 1980, cuando la Avenida Triunvirato se hizo de mano única hacia Chacarita (antes de volver a la doble mano a principios del año 2000), se dispuso que dos líneas circularan dentro de Parque Chas en el sentido opuesto a la gran avenida.

Eran el 113 y el 133, que tenían sus paradas en la esquina de Cádiz y Tréveris. “Duraron una semana. Rápidamente, los vecinos juntaron firmas y las tuvieron que deshabilitar de inmediato”, recuerda Magdalena Eggers, una de las más relevantes historiadoras de Parque Chas.

Los argumentos fueron, y siguen siéndolo, principalmente dos. Uno sentimental y de costumbre, referido al clima tranquilo, silencioso en muchos tramos del día y de muy poca intensidad de tráfico que acompaña a las calles de Parque Chas. Dentro de la vorágine porteña, que vive por caso cualquiera de las limítrofes arterias del barrio como de los Constituyentes, La Pampa o Triunvirato, el ambiente es allí radicalmente opuesto, y es un activo que nadie quiere perder. A esto se le suma la poca polución en la zona.

El otro, responde a una razón técnica y con poco margen para la discusión: las calles de este barrio son más angostas que las habituales. Son pasajes de 10 metros, es muy distinto a una calle que tiene 17 metros, indica Magdalena. Por eso, hay un alto riesgo de que el paso de vehículos de gran porte provoque fuertes vibraciones en las viviendas.

En este aspecto tampoco puede dejarse de lado que el suelo de Parque Chas está construido en los márgenes del Arroyo Vega, que circula por debajo de La Pampa, y tiene un canal aliviador debajo de la calle Victorica.

A pesar de esta situación, durante distintos momentos hubo otro grupo de residentes de Parque Chas que intentaron aunar fuerzas para que sea colocada al menos una parada en el barrio. El proyecto lo motivó el hecho de que adultos mayores, o personas con movilidad reducida, se ven obligados a caminar hasta seis largas cuadras hasta la primera parada de colectivos.

La ex legisladora porteña, Silvia La Ruffa, fue una de las que recibió ese petitorio del sector de Parque Chas que señala la necesidad de tener la parada. “Ocurrió dentro del complejo proceso para conseguir el reconocimiento de Parque Chas como barrio, que finalizó exitosamente en 2005. En ese momento, presentamos un proyecto para que haya paradas, pero debimos derivarlo a la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, ya que no era una atribución del Gobierno de la Ciudad”, recuerda la dirigente.

Desde el organismo contralor abortaron la iniciativa. “Nos respondieron que el ancho de las calzadas no daba para que circulen correctamente los colectivos”, explica La Ruffa, quien además señala la fuerte oposición del otro grupo de residentes a modificar el veto a este medio de transporte, con los argumentos señalados anteriormente.

Para La Ruffa, la entrada en vigencia de las Juntas Comunales, desde 2011, puede ser otra oportunidad para que quienes lo deseen insistan en el reclamo. No obstante, el análisis final nuevamente dependerá de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte.
Entre los residentes de Parque Chas, el “statu quo” no parece de todas formas haber cambiado. “Casi no conozco a alguien que quiera que pasen los colectivos”, enfatiza Magdalena Eggers.

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