Cuando en los negocios se regalaban abanicos

abanicos comercios de Villa Pueyrredón
Logo El Barrio PueyrredónNélida, vecina del barrio de Villa Pueyrredón, comparte su colección única y poco conocida, de pantallas y abanicos con publicidad del barrio. Estos, eran obsequios de los negocios a sus clientes. Invitamos a descubrir sus diseños y los “secretos” que trajeron consigo hace varias décadas.

Por María Fernanda Gómez

Fueron una forma de reconocido agradecimiento a los clientes. Con diferentes formatos y colores llevaban consigo, en una de sus caras, la publicidad del negocio en las décadas del ´40, ´50… hoy se lo conoce con las palabras: regalos corporativos, merchandising, etc. Su utilidad estaba “en la mano” de las clientas, las cuales sin pensarlo generaban curiosidad en quienes las veían abanicarse. De este modo sabiendo la procedencia, en ocasión de compra, los interesados podían contar con uno.

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Por otro lado, los aires acondicionados que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana, no existían – ni por asomo – en Villa Pueyrredón, en las casas en la época que estamos tratando. Posiblemente, nuestros vecinos contaban con la compañía de un ventilador de pie o de mesa, que transitaba del comedor al dormitorio, conforme se lo necesitara (como la estufa de velas o querosene, en invierno).

Sin embargo, había pocas excepciones como en el barrio de Retiro. Es allí donde todavía luce majestuoso el más sofisticado rascacielos: el edificio Kavanagh. Fue el primero en tener en América Latina el confort del aire climatizado en 1934, marca Carrier. Era realmente un lujo y lo fue por varias décadas, aún más, para la población de clase media.

Diseño y motivo para las manitos de las nenas

En este primer ejemplo, se trata de un pequeño abanico plegable. Compuesto de tres piezas de cartón rosado, unidos en un extremo por un remache. De un lado, una tierna escena infantil de tres niños mirando con dulzura a un bebé en una cuna. Del otro, la publicidad: “Casa Real de J. Campelo y A. Terzano – Casamientos, lunch, fiestas sociales y cocktails. General Artigas 5223”. Podemos dar cuenta a la fecha, pasando por su frente, que lo reemplaza una verdulería. Este local se encuentra remodelado con el característico “estilo de este rubro”.

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Para la cartera de la dama de Villa Urquiza

El siguiente, similar al anterior pero en tonos marrones, exhibe dibujos sensuales de sus artículos de lencería. Acompañan a las imágenes varios textos como “Fabricación propia de pañuelos de calidad para señoras y caballeros”. Al darlo vuelta se leían siete productos a elegir: “(…) servilletas, ropa interior de jersey, corpiños (…)”. Su ubicación: “Monroe 5544” y con teléfono, cuyas siglas y números “UT 51-2464” pertenecían a la compañía “La Unión Telefónica”.

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A la fecha, existe un edificio de dos plantas (arquitectura académica) en cuyo basamento se observan modificaciones, de lo que fue el antiguo negocio: “Magdalani”.

Casa Magdalani

Con abanico fijo o rígido, infaltable regalo a fin de año

Confeccionados con materiales económicos, estuvieron provistos por una pantalla de cartón rectangular unida a una varilla de madera. Eran de formato más grande que los plegables. En esta nueva pieza, resulta interesante la estampa infantil colorida. A esto se suma curiosamente la firma del autor de la misma. De este modo, junto a la escena de los tres patos, aparece en el costado izquierdo inferior: “H. J. Amaya” con el detalle del año: “46”. Este elocuente testimonio de marketing, en pocas palabras, da a conocer en su reverso: “Sedería y mercería CACHITO”, Av. América 2755 (hoy Mosconi) y su teléfono. Nos relató Nélida que fue uno de los primeros negocios de este rubro en la zona.

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Amelita Vargas con ritmo de mambo

Nos encontramos frente a la imagen fotográfica en las tonalidades del rojo, de la actriz y cantante cubana (1925-2019). Es exactamente una escena de la película donde Amelita Vargas es la actriz principal. “Un hombre solo no vale nada” fue filmada en los Estudios “Lumiton”. Nos aporta en este caso, su nombre y apellido, el título de la película (1949) y el estudio de filmación. En el reverso se puede leer claramente: “Mercadito San José de José Carlos Campana. Carnes y aves de primera calidad. Bolivia 4858, tel. 51-6691 Buenos Aires”. No es difícil imaginar, que el propietario – Don Carlos – era fan de Amelita.

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Nos recordó Nélida que en la nota “Casalnuovo, recuerdos de familia de los ´40” hizo mención al mercadito “San José” y además, su nieta Mariela Campana acotó por escrito (días después a continuación de la publicación) éstas palabras que transcribimos textualmente: “Mi abuelo es Don Carlos, de la carnicería de la calle Bolivia, tres de sus hijos están vivos aún y leyeron su nota con mucha emoción!!!. Gracias”.

Agradecemos una vez más la infinita gentileza de la señora Nélida Casalnuovo por compartir con todos nosotros su colección de abanicos en fotografías, tomadas por ella misma. A propósito estimados lectores, ¿qué recuerdos guardan de los negocios del barrio y de sus vendedores?


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