Milei y Jorge Macri, librados a su suerte

Milei y Jorge Macri
El gobierno de Javier Milei vive su primera gran crisis, al ritmo del escándalo por la estafa de la criptomoneda $Libra, la designación de jueces de la Corte por decreto y los problemas económicos que persisten. En tanto, en la Ciudad, Jorge Macri tuvo que meter mano en su gabinete, en busca de un mejor rendimiento de cara al año electoral

Por Fernando Casasco

Breve resumen de lo acontecido para el que se despistó o recién acaba de llegar a la Argentina:

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El presidente de la Nación promocionó la inversión en una criptomoneda, que horas después se descubrió como una estafa piramidal. A los dos días brindó explicaciones poco convincentes durante una entrevista grabada que fue interrumpida por su máximo asesor político y emitida en forma editada por el canal a cargo de su puesta en el aire (aunque casi instantáneamente se conoció el crudo de la entrevista original).

En los días siguientes se comenzaron a conocer denuncias acerca del posible cobro de dinero por parte de sus allegados para concertar entrevistas con el mandatario, algunas de las cuales llegaron a publicarse en el periódico estadounidense The New York Times.

El Senado intentó conformar una comisión investigadora sobre la criptoestafa que quedó a un solo voto de conseguir los dos tercios necesarios. El escándalo ya comenzó a ser investigado tanto por la justicia de Argentina como de Estados Unidos.

El presidente de la Nación concurrió en Washington a la conferencia conservadora CPAC, donde brindó un discurso, pero su momento de mayor notoriedad fue cuando se subió al escenario para darle una motosierra al magnate y funcionario de la administración Trump, Elon Musk. A su regreso al país, el mandatario nombró por decreto a dos miembros de la Corte Suprema de Justicia, pasando por alto lo previsto en la Constitución Nacional.

A partir de una serie de crímenes en el Conurbano bonaerense, el jefe de Estado pidió en sus redes sociales la renuncia del gobernador y la intervención de la provincia de Buenos Aires; algo de lo que se desdijo pocos días después. El ataque al gobernador bonaerense motivó un acto en el que el mandatario provincial fue respaldado incluso por los sectores del peronismo con el que se encuentra enfrentado.

El presidente de la Nación inauguró las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, en medio de un impresionante operativo policial (afuera) y con medio recinto vacío (adentro). En su discurso anunció reformas tributarias, más ajuste al gasto público y la eliminación del cepo cambiario, acuerdo con el Fondo Monetario Internacional mediante. Al finalizar el discurso presidencial, un diputado opositor denunció amenazas y golpes de parte del asesor presidencial y de un adláter.

El Primer Mandatario denunció que la mayor parte de las “operaciones” en su contra son obra del mayor grupo de medios de comunicación, que anunció la compra de su principal competidora en el mercado de la telefonía. La adquisición fue objetada por el gobierno nacional, después de que el propio presidente defendiera los monopolios en reiteradas ocasiones.

Mientras tanto los dólares financieros y el riesgo país tuvieron respectivos repuntes, al tiempo que las reservas del Banco Central continúan drenando. La inflación, pese a su baja respecto a los guarismos de un año atrás, continúa carcomiendo los ya magros ingresos y se avecinan nuevos conflictos salariales.

Todo esto ocurrió en apenas las últimas dos semanas de febrero y los primeros dos días de marzo. Una verdadera montaña rusa en los siempre agitados tiempos de la política y la economía argentinas.

Al Javier Milei de tono profético, que se presentó en enero en el Foro de Davos casi como un autotitulado referente de la ultraderecha a nivel internacional y su lucha contra la cultura “woke”, se le comenzaron a ver los pies de barro. El “fenómeno barrial” del que se vanagloriaba el mandatario ahora es noticia en los diarios del mundo, pero no por los motivos deseados. Pero más que eso, comienza a detectarse en la opinión pública la necesidad que tiene todo gobierno de prestar atención a los problemas que tiene en la Argentina, antes que autopercibirse como un espejo donde otros líderes mundiales deberían mirarse.

Macri mete un cambio

Si el comienzo del año marcó una agitación inédita para la gestión de Javier Milei, tampoco tuvo un trámite muy tranquilo para el jefe de gobierno porteño. Después de un año entero en el que se lo vio muy cercano a la Casa Rosada, Jorge Macri intentó despegarse del gobierno nacional durante su discurso de apertura de las sesiones ante la Legislatura.

Allí remarcó que «se puede ser tan eficiente como eficaz cuando, en vez de querer eliminar el Estado, se gestiona con austeridad», en un disparo directo a la política de ajuste indiscriminado de La Libertad Avanza. En ese sentido, destacó el anuncio de una obra pública largamente postergada: la construcción de la Línea F de subte, cuyo proyecto fue aprobado durante la gestión de Aníbal Ibarra y nunca encarado por las gestiones del PRO.

Además, aprovechó el estrado para reclamar al gobierno nacional el traspaso del Puerto de Buenos Aires y la Terminal de Retiro, la ampliación de la Justicia Penal para que sea competencia local, la transferencia de la Inspección General de Justicia y el pago de la deuda por coparticipación, que el ejecutivo porteño ubica en cerca de 6 mil millones de dólares, lo que equivale a la mitad del presupuesto porteño.

En cambio, donde más se acerca Macri a las posturas ultras del gobierno libertario es en la cuestión de la seguridad, probablemente hoy la mayor preocupación de los porteños en la mayoría de las encuestas.

Allí le achacó al gobernador bonaerense Axel Kicillof ser el mayor responsable y le reclamó un «plan contra la inseguridad que golpea a la provincia, que ya se llevó la vida de 13 de nuestros policías». Respecto a la fuga de presos, como paisaje habitual en las comisarías porteñas, deslindó responsabilidades en el gobierno nacional.

Pese a que evitó en los dichos cualquier autocrítica por su responsabilidad, horas después habló con los hechos: despidió a su ministro de Seguridad, Waldo Wolff y nombró en su lugar al ex jefe de la Policía Metropolitana, Horacio Giménez. Al anunciar su designación sostuvo que “es tiempo de policías”. Giménez era el responsable de la fuerza de seguridad que precedió a la Policía de la Ciudad durante la brutal represión a trabajadores del Hospital Borda en 2013, causa por la que fue procesado y finalmente absuelto por la justicia porteña.

En el Gobierno porteño desmintieron que el despido de Wolff haya tenido que ver con el auge del delito y las fugas de presos de las comisarías (las que suman 24 desde la asunción de Jorge Macri). Aseguran que el ex dirigente de la DAIA se concentrará en la campaña electoral, que en la ciudad se adelantó por el desdoblamiento de fecha de la elección local.

Pero más allá de esas interpretaciones, lo cierto es que la gestión de Wolff siempre estuvo en el centro de las críticas. Además de la crisis generada por las constantes fugas de reclusos, el ministro ya había tenido rispideces con su par a nivel nacional, Patricia Bullrich, con quien no hace tanto compartía militancia en el PRO. Los libertarios ya habían hecho mella en la estructura de seguridad porteña cuando le “birlaron” a su viceministro, Diego Kravetz, a quién asignaron a la estructura de la renacida SIDE.

En tanto, Wolff y Bullrich ya habían tenido cruces por la manera de controlar las manifestaciones callejeras: horas antes de su eyección ambos gobiernos (el nacional y el porteño) se trenzaron en una nueva polémica en la que ambos se arrogaron el logro de “terminar con los piquetes”.

Junto a este cambio, Macri anunció la incorporación de Hernán Lombardi, un miembro del elenco estable del PRO, como ministro de Desarrollo Productivo, cargo que estaba vacante desde la renuncia del efímero Roberto García Moritán.

Con una imagen de la gestión en baja y cada vez más lejos de una alianza electoral con los libertarios, el partido de Mauricio Macri parece decidido al menos a salvar la ropa en la ciudad que lo vio nacer en los próximos comicios locales del 18 de mayo. Entre los nombres que se barajan para el cierre de listas figuran el del ministro de Salud Fernán Quirós.

Si persisten los buenos números que muestra Leandro Santoro, posible candidato de Unión por la Patria, y el bastión corre peligro, el macrismo podría jugar la carta de la ex gobernadora María Eugenia Vidal o ¿habrá algún tapado? Antes de fin de mes lo sabremos.

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