“Combinamos el trabajo intelectual con el apoyo emocional”

Taller de Literatura Laberinto de Chas
Laura Fernández, docente, autora y editora de libros, lanzó el Taller de Literatura para adultos mayores hace 4 años. Busca acercar la literatura a los jubilados que concurren al Laberinto de Chas. Merienda conjunta, debate de autores y obras, y sobre todo, nunca perder la atracción, son las claves de la actividad, que se reinició en marzo.

Por Mateo Lazcano

El desarrollo cognitivo y de la actividad cerebral, sumado a la compañía y la interacción de un grupo social en un espacio ameno, configuran una propuesta más que interesante en El Laberinto de Chas.

bujinkan illa pueyrredón

En este espacio cultural referente de la zona, coordinado por el reconocido vecino Carlos “Lito” Grisafi, se dicta un Taller Literario para adultos mayores. Orientado a personas de entre 60 y 85 años, en marzo retomó la actividad y está en pleno proceso de expansión.

El taller surgió como idea de Laura Irene Fernández. Ella estudió Docencia, pero su trayectoria se enfocó luego en el ambiente literario y editorial, ya que es escritora de libros infanto-juveniles, algunos de los cuales los edita ella misma de forma independiente.

Hace unos años, se acercó al Laberinto de Chas en su sede de Benjamín Victorica 2642 y se ofreció a ordenar y organizar como voluntaria la biblioteca que el espacio tenía.

“Los libros estaban, pero les faltaba darles un criterio y de alguna manera, acercar la biblioteca a las personas que concurren. Como consecuencia de eso, surgió la idea del taller”, explica.

Una propuesta novedosa en Centros de Jubilados

El taller de literatura, que lleva ya cuatro años, es una novedad para los Centros de Jubilados como el de Parque Chas, según su propia impulsora cuenta.

“A pesar de tantos beneficios que trae, no hay muchos casos de propuestas vinculadas a la literatura en los distintos Centros de la Ciudad de Buenos Aires. Si vos vas a espacios para jubilados, vas a ver talleres de memoria, de manualidades, de tejidos, tal vez algún idioma o clases de tango, folklore o estilos musicales. Pero es como si los adultos mayores no pudieran acercarse a lo literario, y conocer otros autores, géneros”, reflexiona Laura.

Sobre esto, trae a la luz un ejemplo muy descriptivo: “Yo siempre voy al Museo de Bellas Artes. Cuando me tocó llenar el formulario para acompañar a una institución, no estaba la opción de ´Grupo de Adultos Mayores´. Tenés Primario, Secundario o Terciario, nadie contempla que vos puedas decir ´llevo a un grupo de jubilados a una recorrida´. Parece que los jubilados solo pueden ir de viaje recreativos, jugar al burako, tal vez bailar o tejer. Pero es como si no pudieran leer”.

Desde lo personal, lanzar esta iniciativa significó para Laura también un desafío personal. “Mi experiencia docente era en edad de primaria. Tuve que ponerme a hacer cursos e investigar sobre la didáctica en adultos mayores. No es sencillo porque tenés, dentro de los asistentes, gente que se jubiló de bibliotecaria, o de docente, que tiene más acercamiento previo a las obras. Y, por otro lado, jubiladas de ama de casa, o gente que concurre principalmente para encontrar compañía, que atraviesa depresiones fuertes”, cuenta.

Trayectorias y necesidades variadas, que deben combinarse

Para que el encuentro, que se desarrolla una vez por semana, atienda también a estas necesidades de socializar e interaccionar entre pares, una parte importante es la de la merienda inicial que se comparte. “Siempre compartimos té, masitas, alguno trae algo que cocinó.

Entonces se da por un lado la parte del trabajo intelectual-cognitivo pero también se convierte en un apoyo emocional para todos. Más allá de que algunos lo necesiten más y otros menos, yo busco el equilibrio”, explica Laura.

El taller tiene una dinámica que apunta a mantener siempre ese punto de equilibrio sin perder el incentivo al desarrollo cognitivo. “Se inicia con la merienda, en la que les doy un tiempo para que se cuenten cómo fue la semana, y hacen intercambio social, se ponen al día sobre la salud, los nietos. Después de ello, se hace el intercambio literario. Cada uno transmite su experiencia con el autor que leímos la semana anterior. Y comenta qué les pareció, cómo les fue”, dice la coordinadora.

Para eso, Laura tiene una clave: “Yo les prohíbo que digan: ´Me gustó´ o ´No me gustó´. Analizamos los contextos, las estrategias de narración, el tono, y hay que opinar sobre eso. Y realmente es lindo porque así van ampliando su tipo de análisis e incorporan autores”, aporta.

El rol de “mediadora de lectura”

Ella cuenta que el rol que le cabe, desde la coordinación del taller, es el de mediadora de lectura: “Desde ese punto, no hay que pensar en lo que a mí me guste o interese, sino en base a la otra persona y con la variedad de acercamiento previo que tenga. Siempre le debe resultar atractivo, novedoso, y curioso”.

“Por eso empecé – señala Laura – con el género del cuento, que es breve, para las personas que no estaban habituadas a leer. Después sumé novelas más cortas, incorporando autores. Y a medida que va avanzando, la dinámica la voy variando y complejizando si se puede”.

Laura afirma que “nunca podés perder de vista el grupo humano con el que estás trabajando. El éxito del taller es cuando el grupo también crece. Tengo gente que no lo quería a Borges y lo conoció por el taller por ejemplo. O que le costaba mucho la poesía y hoy en día pueden identificar algunos elementos”.

En un tono íntimo, ella comenta que crear estos talleres le implicó también un cambio importante desde lo personal. “Soy muy agradecida por las muestras de cariño que me dan, me han hecho pasar festejos de cumpleaños inolvidables, por ejemplo. Realmente el grupo humano que se forma es maravilloso. Y es impresionante porque yo tengo familiares que son docentes en secundarias, y que no aguantan más por el trato que reciben de sus alumnos. Acá con los adultos mayores es absolutamente lo opuesto, es un placer”, elogia.

“Creo que me encontré con gente que necesitaba el espacio. Y yo capaz resigno la parte monetaria, porque tengo que adaptar mi arancel a los jubilados, pero gano en otras satisfacciones. Porque para mí es un desafío adaptarme a las necesidades de un grupo que es diverso, y también me incentiva”, añade.

Los talleres se dan con un cupo de 12 a 15. “Si se hacen muy numerosos se vuelve difícil mantener el espíritu, porque no es lo mismo que dar una clase en la Facultad”, argumenta Laura. El taller se dicta los lunes y viernes desde las 18 horas.

El primero de los talleres comenzó este viernes 7 de marzo, con un encuentro informativo para repasar la dinámica y conocerse uno a uno. “Pero eso no impide que otros se sumen más adelante”, aclara Laura Fernández. Los interesados pueden contactarla al WhatsApp (11.2272.7912) o acercarse al “Laberinto de Chas” (Victorica 2642), en los días y horarios de la actividad.

error: Contenido protegido!