Cada cual atiende su juego

La danza electoral porteña


El show de Carrió. La rebelión de Martín Lousteau. Los planes del macrismo. Los escarceos de unidad en el PJ. El calendario electoral marca el ritmo y los distintos participantes se mueven a su compás.

Por Fernando Casasco

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Es un caso único en la política nacional. Es la única dirigente capaz de mover el amperímetro y captar toda la atención con una declaración televisiva o una aparición pública. Cosecha amores u odios, difícilmente indiferencia: en eso sólo se puede parangonar con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con la salvedad de que nunca estuvo siquiera cerca de ocupar la primera magistratura.

Elisa Carrió fue, por lejos, la figura más resonante de la política porteña (y por varios días, también de la nacional) durante el mes pasado. El corolario fue con su consagración como “La” (en mayúscula y singular) candidata a diputada nacional por la ciudad de Buenos Aires de la coalición Cambiemos.

Pero antes de eso dejó un tendal similar al que provocó el temporal en distintas regiones del país. Algunas de las “víctimas” de la fundadora de la Coalición Cívica fueron habituales: el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, con quien no hay retorno.

Carrió lo acusa de corrupto – en alianza con la jueza Servini de Cubría lo relaciona con la causa Fútbol para Todos y el destino de los cheques distribuidos a los clubes de AFA – , mientras que el supremo le contesta con cartas documento y la amenaza con un juicio civil por calumnias e injurias.

La cosa no termina en Lorenzetti, también sufren a Carrió miembros de la propia alianza oficialista. Son constantes sus ataques al mandamás boquense, Daniel Angelici, a quien denunció por su nunca desmentida tarea de “operador” judicial del macrismo. En su momento “vetó” de la lista bonaerense al primo del Presidente de la Nación e intendente de Vicente López, Jorge Macri, al que tildó lisa y llanamente de “delincuente”.

Ahora sumó también su inquina contra el ministro de seguridad bonaerense, Cristian Ritondo. Al dirigente peronista del PRO, quien sigue pesando fuerte en la política porteña, Carrió lo criticó por mantener al frente de la Policía Bonaerense a Juan Pablo Bressi y lo acusó de operaciones en su contra, en conjunción con el ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari.

Desde la cartera de Seguridad bonaerense prefirieron bajarle el tono a la polémica. “Yo la respeto muchísimo a Lilita”, dijo Ritondo, al tiempo que la calificó como una “figura clave en la lucha contra las mafias”.

Finalmente, Carrió confirmó su participación como candidata de Cambiemos por la ciudad de Buenos Aires. Pero lo hizo disparando por elevación a dos figuras clave del PRO y explicando los motivos por los que no se postulará en territorio bonaerense: “Maria Eugenia Vidal y Durán Barba prefieren un candidato más desconocido. Están seguros de que con ella ganan. Decidimos que yo juegue en la Capital”.

Es que en La Plata prefieren concentrarse en una campaña “bonaerense”, afiliados a la buena imagen de la gobernadora Vidal. Saben que es la carta ganadora, aún más teniendo en cuenta la posible candidatura de Cristina Kirchner, a quien ni las causas judiciales ni las operaciones de prensa logran horadar en su intención de voto, sobre todo en el Conurbano. En ese sentido, Carrió abriría aún más una grieta que Vidal pretende cerrar, o al menos no ahondar.

Los desplantes de “Lilita” hacen prender la alarma en las filas del PRO sobre la capacidad de “conducirla” y que la diputada se ciña a la estrategia de campaña (dictada por el propio Durán Barba), la cual suele ser sagrada en las filas amarillas.

Pero queda claro que, si bien la diputada fuerza los límites de la alianza Cambiemos, su objetivo – al menos hasta ahora – no es romperla. Quedó claro en la elección porteña de 2015, cuando le quitó el cuerpo a la campaña a favor de Martín Lousteau, a quien originalmente había promovido contra el PRO.

Para dar muestras de su fe en el actual oficialismo, Carrió elogió a Mauricio Macri y a Rodríguez Larreta, con quien dijo tener “una relación extraordinaria”. El Jefe de Gobierno se apresuró a devolverle la gentileza: “Es un orgullo que Lilita sea nuestra candidata”. Pero toda moneda tiene dos caras.

El regreso de “l’enfant terrible”

El romance entre el oficialismo y Elisa Carrió tiene como contracara el descontento en las filas del PRO con la actitud del ex embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau. El economista renunció a la delegación argentina en Washington para privilegiar su candidatura porteña. El presidente Macri le contestó aceptándole rápidamente la dimisión y lo excluyó de la visita que el mandatario nacional realizó a la Casa Blanca.

El sueño político del ex ministro de Cristina Kirchner es fogoneado por la UCR porteña, enfrentada a la conducción nacional del partido, y por su alianza ECO, que conforma junto al Partido Socialista. La Coalición Cívica, otrora miembro de esa entente, no es parte de la movida por obvias razones.

El reclamo de Lousteau y los suyos, al menos por ahora, es el de ir a las PASO dentro de Cambiemos en la Ciudad, algo que desde el PRO rechazan. Si la negativa continúa, el plan es avanzar con listas propias.

«Queremos primarias y me parece que negar primarias es crear mini grietas”, declaró Lousteau de regreso en Buenos Aires. «Nuestra candidata es Carrió, estamos muy orgullosos de ella, trabajamos muy bien con su equipo. El que decidió irse es Lousteau, en una responsabilidad grande que tenía», le respondió Rodríguez Larreta.

Las declaraciones fueron subiendo de tono. A la insinuación de Lousteau de que en el PRO le temían a una interna abierta, por el riesgo de perderla, el vicejefe Diego Santilli le respondió: “Ya le ganamos, y le volveremos a ganar. No le tenemos miedo”.

La especulación dentro de Cambiemos ahora pasa por evitar que este tipo de rupturas se multiplique en otros distritos con radicales “desencantados” con el rumbo del gobierno nacional (Ricardo Alfonsín exhibió sus críticas y amagó con una candidatura bonaerense, pero la desestimó).

Por otra parte, cabe la posibilidad de que la “independencia” demostrada por Lousteau, termine siendo un valor que, aunque no le asegure la victoria en estos comicios, le reditúe políticamente cuando se trate de disputar la Jefatura de Gobierno en 2019 y esté en juego la sucesión presidencial.

La unidad tan cercana y tan lejana

Esquivando el gran ruido provocado por los cruces en el oficialismo, en el PJ/Frente para la Victoria, los esfuerzos por buscar una unidad por ahora se encuentran en una nebulosa.

La novedad más importante es el regreso – a través del espacio “Reencuentro Peronista”- de Alberto Fernández al justicialismo porteño. El ex jefe de gabinete expuso ante algunos cercanos sus razones para dejar las huestes de Sergio Massa: su rechazo a la prisión de Milagro Sala, detenida por orden del gobernador jujeño Gerardo Morales, aliado del tigrense.

Ahora Fernández busca encabezar la lista a diputados nacionales del peronismo capitalino. El “Albertismo” está conformado por dirigentes históricos como Jorge Argüello, Patricia Vaca Narvaja, Guillermo Olivieri, entre otros; sumaría el apoyo del Bloque Justicialista de la Legislatura (comandado por María Rosa Muiños), dirigentes desencantados con el kirchnerismo, más sindicalistas como Héctor Daer (triunviro de la CGT) y Andrés Rodríguez, del poderoso UPCN.

Sin embargo, su regreso no le saldrá gratis. Desde el kirchnerismo puro (La Cámpora más los aliados de Nuevo Encuentro y otros partidos menores) le marcan la cancha y pretenden tener los puestos más expectantes en las listas legislativas. Este sector cuenta con el aval del titular del PJ porteño, Víctor Santa María, quien de todas maneras mantiene buena relación con Fernández. La posibilidad de una PASO entre ambas tendencias es cada vez más factible.

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