Boteros, un oficio que sigue “remando”

Boteros del Riachuelo
A falta de colinas, la geografía porteña, puede ser admirada desde terrazas, cúpulas, puentes, entre otros lugares. Estos son indiscutibles miradores. Por esto, enfocaremos el relato de un trabajo, el cual forma parte de las típicas postales del quehacer urbano.

Las primeras pistas de la postal

Demarca en forma natural, el límite sur de la ciudad de Buenos Aires. Semeja a una larga serpiente con una gran BOCA abierta, en su parte final. Drena sus aguas en el río de la Plata. Tan importante es esta porción geográfica, que terminó dando origen al nombre de un barrio, un puerto, un club de futbol…

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A esta altura, te habrás dado cuenta que el escenario es: la desembocadura del Riachuelo. En su inigualable escenografía, cruzamos en un bote en repetidas oportunidades de una orilla a otra, con Silvio Mansilla.

La Boca Riachuelo
Fotografía aérea 2017, mapa.buenosaires.gob.ar – de izquierda a derecha: antiguo puente transbordador, 2 plataformas de espera de botes, puente Nicolás Avellaneda, autopista Dr. R. Balbín y desembocadura del Riachuelo. La zona pintada de gris claro, es el barrio Dock Sud.
Ante todo, los hitos y formas de cruzarlo

El río, hace 143 años, fue canalizado. Curiosamente, divide y une a la vez. En su tramo final, están a la vera: el barrio de La Boca, mientras del otro lado a un poco menos de 100 metros, la isla Maciel, barrio de Dock Sud, partido de Avellaneda. A simple vista, están las casas, en cuya piel e interiores, aún persisten las chapas y maderas de fines del siglo XIX. Comparten protagonismo junto a viejas grúas, astilleros, fábricas… Algunos de estos últimos, fueron convertidos en oficinas, playas de estacionamiento, centros culturales, museos, etc.

Puente en la Boca
Fotografía tomada el 4 de diciembre de 2021.
Puente La Boca en 1913
Fotografía del año 1913, en pleno ensamble de piezas con la variada y numerosa flota “a sus pies”. Tomo II de “La fotografía en Argentina”.

Dos puentes y una autopista

La más moderna, es la autopista Dr. Ricardo Balbín (etapa final 2002). El segundo, es el puente Nicolás Avellaneda (1940). Se accede a través de escaleras mecánicas a las pasarelas habilitadas para los peatones (foto 2). En su parte central, circula el tránsito vehicular, con doble mano. El más antiguo: el viejo puente transbordador (1914), llamado con el mismo nombre del anterior. Vale la pena decir que en aquellos años, transportaba además de personas, carros con tracción a sangre y tranvía.

Después de varias décadas en desuso, fue reparado. Al finalizar esta puesta en valor, funcionó con una seguidilla de complicaciones, “acarreando” problemas técnicos. Los pasajeros se acomodan de pie en su gran canasta (1) o plataforma, para comenzar el traslado. La misma, está rodeada por una baranda de seguridad. Al día de hoy, se pone en marcha sólo unos metros del trayecto total, sin llegar a la orilla del lado provincia. Esta “experiencia inconclusa”, ocurre ante determinadas fiestas o celebraciones. Así ocurrió el segundo fin de semana de diciembre, con el festival de arquitectura y urbanismo denominado “Open House Buenos Aires”, en el cual también fuimos protagonistas.

Puente de La Boca
Foto de la canasta del viejo transbordador. Luego de caminar unos metros sobre el empedrado, se accede a la restaurada plataforma techada, la cual cierra su puerta-tranquera antes de partir, sólo ante determinados acontecimientos culturales.
El botero, no hace botas

Hay un gran grupo de vecinos, que prefieren hacer el cruce, sentados en un bote, abonando 20 pesos. En menos de 2 minutos, un “botero” los traslada de una orilla a otra. Con un remo en cada mano y de pie, sus brazos actúan con gran pericia y delicadeza. La sensación del cruce, se asemeja a estar flotando, pero no en el agua, sino en el aire. Esto se debe a varios factores: su poca profundidad, falto de oleaje y a un ritmo lento. Permite a su público distenderse y observar la majestuosidad de los puentes y las orillas que enmarcan el trayecto o chequear los mensajes en el teléfono celular.

Hoy no son tantos como antes

Son contados con los dedos de una mano los boteros. Cada uno tiene su turno. El servicio de cruce, comienza a las 6 de la mañana y concluye a las 8 de la noche, de lunes a viernes. Si llueve el servicio se interrumpe. En los años de intensa actividad portuaria, llegaron a trabajar má de una docena de botes y ahora son 3. Cada uno tiene su nombre: “La sacra familia”, “Rosa María” y “Don Conrado”.

El ruido que provoca el paso del tránsito pesado, genera el golpeteo y vibraciones sobre el acero del puente de 1940. A su vez, algunos comentarios a bordo, se suman al sonido del agua, provocado por los remos. Todo esto compone una “sinfonía fluvial”. Coincidió uno de los cruces, con el paso de una bandada de patos, en dirección a la Costanera Sur y algún camalote a la distancia. El verde de esta planta, contrasta con el color oscuro del agua contaminada y por momentos, mal oliente.

Una ventaja de cruzar al atardecer, es ver los efectos de los rayos de sol. Estos, producen sombras del viejo puente. Acentúa los colores del cielo en las ondas del agua. El sentimiento que surge, es poder ser pintor, poeta, compositor, fotógrafo… para saber retratar esos momentos.


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Un profesional con nombre y apellido

Silvio Mansilla, continúa con el trabajo de botero que inició su abuelo entrerriano hace 60 años, le siguió su padre y ahora él. Nuestro protagonista, aprendió jugando en su niñez, cuando solía acompañar a su papá. El turno lo cumple de 17 a 20 horas.

Cruce en bote del Riachuelo
Foto tomada el 10 de diciembre de 2021. En la plataforma de espera: un cartel indica en forma manuscrita: “sólo pasajeros con barbijo. No comprometa nuestro trabajo, etc. etc.”. Silvio con remera blanca, de pie en el bote “Don Conrado”, cobra el costo del cruce antes de partir. En la otra orilla: isla Maciel.

Nos comentó, que siendo muy joven, le encantaba escuchar anécdotas relatadas por los boteros mayores. Generalmente venían a trabajar desde litoral y en menor medida, de otros lugares.

Al alejarnos, Silvio nos señala en las dos orillas, vestigios de madera. Se trata de las antiguas escaleras, rotas y dejadas en el olvido. Estas se reemplazaron, en la década del ´60, por una planchada conectada a una plataforma de espera, cubierta hoy por un techo.

Aquellas escaleras de madera, que permitían al pasajero ingresar o descender del bote tenían un problema. Al subir la marea, “empastaba” los escalones con restos de aceite o petróleo, convirtiendo muy resbalosos los peldaños. Por eso, cuando ocurría, tiraban aserrín.

Escainatas del puente en La Boca
Escena de la película argentina “Riachuelo” de 1934, donde se observa a la joven partiendo en un bote, mientras Luis Sandrini la mira sentado en la escalinata.
Puente de la Boca
Fotografía de los restos de maderas, pertenecientes a las antiguas escaleras y en primer plano: la plataforma metálica.

Anécdotas de cruces

Silvio trajo a su memoria, cuando un hombre le pidió cruzar con su moto. Entre los dos, con gran dificultad pudieron acomodarla en el bote. “Pesaba muchísimo”, agregó. Al querer sacarla concluido el viaje, fue un esfuerzo sobrehumano. “Casi parte el bote y… no apareció nadie que nos diera una mano”.

En otra oportunidad, mientras remaba, su concentración se vio interrumpida al percatarse que “alguien” se había tirado del puente e impactado sobre el agua. “Se dio aviso a la prefectura, mientras se ponía en marcha el rescate, de quien había querido terminar con su vida”.

La madera forma parte del pasado

Antiguamente los botes eran de madera. El precio de reparación sería hoy en día, muy elevado. Por esto fueron reemplazados por el material de fibra de vidrio. Además, en la zona ya no existen los talleres que los repararon, cuando era un puerto muy transitado.

Con una capacidad para 13 pasajeros, es común ver esta cantidad de personas en determinados horarios. La bancada de asientos de los botes, se encuentran a lo largo de la embarcación (unido a los bordes) y también en forma transversal.

Boteros de la Boca
Con gran habilidad y acostumbrados a hacerlo, todos suben y bajan con destreza. Así lo muestra la nenita, regresando de la escuela ayudada por Silvio y por quien la acompaña.

Dicho sea de paso

  • La canasta del viejo puente transbordador es una plataforma de 8 por 12 metros. Está sujetada a un cable carril, afirmada en la parte superior del puente. La plataforma móvil, está al mismo nivel de la vereda. El tiempo de recorrido es menor a 5 minutos. El ruido envolvente, que genera la gran maquinaria cuando pone en acción sus engranajes, podría haber conformado el sonido en algunas escenas de la película “Los inmortales” (HIGHLANDER).
  • El material fibra de vidrio, presente en los botes actuales, se caracteriza por ser incombustible, por tener una gran resistencia tanto mecánica como también a los agentes químicos que pueda contener el agua, etc.
  • Sugerimos visitar a 200 metros del embarcadero, tres terrazas con vistas al paisaje descrito: museo de Bellas Artes de La Boca de Artistas Argentinos “Benito Quinquela Martín”, @fundacionproa y @fundacionandreani

Botero Riachuelo
Queremos agradecer a Silvio Mansilla la amabilidad con que compartió sus experiencias, agregando el último de sus comentarios: “Es una válvula de escape remar, es algo que mientras pueda, lo seguiré haciendo”.

Antes de tirar amarras a la nota, queremos compartir un video de 1980, donde el periodista Leo Gleizer, realiza nuestra misma experiencia. Entrevistó a quienes eran transportados y al botero, quien respondió con un marcado acento italiano. Resultan interesantes las respuestas de los niños y la denuncia de un pasajero sobre la rotura de la escalera mecánica del puente Avellaneda.

Si deseas escribir un comentario a Silvio Mansilla o sobre el tema, al final de la nota hay un espacio para que el lector pueda hacerlo. Nos comprometemos en hacerle llegar el link de esta publicación a él. Gracias.


Sobre la autora de la nota: María Fernanda Gómez (@destinosantelmo) Técnica en turismo, Universidad del Salvador. Guía de turismo, Instituto Superior Perito Moreno. Ciudad de Buenos Aires.
FUENTES
  • Película “Riachuelo”. Argentina Sono Film. Actor: Luis Sandrini, 1934
  • iade.org.ar/noticias/el-que-hierro-vive
  • youtube.com/watch?v=FRvA54GcoxE (La Boca del Riachuelo parte 1)
  • puentestransbordadores.com/nicolas-avellaneda/
  • upcommons.upc.edu
  • “La fotografía en la historia argentina”, Tomo 2, página 168 y 169
  • http://www.histarmar.com.ar/ArchivoFotosGral-2/DanielLQuesada-2Riach.htm
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