El Padre Francisco, patriarca de Villa Pueyrredón

Padre Francisco Mascialino
El Padre Francisco Mascialino fue párroco de la Iglesia Cristo Rey desde 1952 hasta 1991. Es considerado como un patriarca para Villa Pueyrredón. Participó del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y de la renovación litúrgica en las décadas del ‘60 y ‘70. Falleció el 22 de marzo de 2002 a los 86 años.

Por Ignacio Di Toma Mues
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Francisco Antonio Mascialino nació el 4 de enero de 1916. Era el quinto de once hermanos. Ingresó al Seminario Metropolitano a los 13 años, en 1929, y se ordenó como sacerdote en 1940. Su primera misa la dio en el barrio de Balvanera, en el Santuario de Santa Rosa de Lima.

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Fue vicario de las parroquias Santa Magdalena Sofía Barat, en el barrio de Agronomía, y de la Resurrección del Señor en Chacarita. En noviembre de 1947 fue designado párroco de Ntra. Sra. de Luján del Buen Viaje, y el 13 de enero de 1952 llegó a Cristo Rey en Villa Pueyrredón donde desarrollaría su vocación sacerdotal durante 40 años.

Padre Francisco Mascialino
Juan Carlos Gastaldo, amigo personal y colaborador en la acción social de Cristo Rey, en ocasión de cumplirse los 60 años de la vida sacerdotal del Padre Francisco, escribió una hermosa nota en la edición de noviembre de 2000 de nuestro periódico. Pocos días después de publicada, recuerdo que Francisco me llamó para expresar su agradecimiento.

Patriarca de Villa Pueyrredón, así lo calificaba Juan Carlos. “El diccionario define como patriarca a aquella persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad moral sobre una comunidad. Creo que nunca mejor aplicada esta definición que al Padre Francisco Mascialino”.

Su espíritu amplio y su generosidad – escribía Gastaldo – han caracterizado su larga vida. Las puertas de la parroquia estaban siempre abiertas para recibir a todos los que se acercaban sin hacer ningún tipo de distinciones, o mejor dicho, siempre dio preferencia al excluido y al necesitado sin olvidarse de nadie”.

Y agregaba: “Quién en el barrio podrá decir que al acercarse no encontró en él a un padre dispuesto a escuchar las angustias y necesidades de su corazón. Qué vecino no puede decir: el Padre Mascialino me casó, bautizó a mis hijos, me dio la primera comunión”.

Pude charlar sin prejuicios con él, desde religión hasta de política. En la sacristía tenía un cuadrito con la foto del Padre Mujica. Un día fui a verlo para explicarle por qué quería que él, y nadie más que él, fuera quien me casara.

“Padre, usted sabe porqué…”. Y le mostré la foto en la que estaba – junto a otros curas tercermundistas – con el General Perón, en su primer regreso al país en noviembre de 1972 (abajo a la izquierda).

Francisco con Perón
Le aclaré que era ateo pero que mi novia era creyente, que quería una ceremonia austera, que fuera un sábado por la tarde, y que no iba a participar del curso prenupcial. “Otro Di Toma más”, dijo riéndose. Mi hermano Fernando, ateo y trotskista, se había casado tres años antes, y le dijo más o menos lo mismo: no quería luces, ni música, ni nada.

Francisco le contestó risueñamente: “no hace falta que vengas, le doy el sacramento a ella” y hubo luces, música y flores. Y a la noche compartió el asado familiar invitado por mi hermano. Y una anécdota graciosa, cuando se iba tomó la carterita de mi papá, que era parecida a la suya, cuando se dio cuenta dijo: “ya me parecía que no era mía, yo nunca tengo plata

Predicaba sin eufemismo. Mientras muchos jerarcas de la Iglesia hablaban de la muerte accidental del Obispo de la Rioja, Monseñor Angeleli, durante la dictadura, el Padre Francisco no dudaba en calificarlo de asesinato.

En el libro “Cristo Rey. Lugar de oración y encuentro fraterno en Villa Pueyrredón”, Juan Carlos Gastaldo, su autor, da cuenta de su vida y la influencia que ejerció en la comunidad de Villa Pueyrredón. “La historia de esta comunidad parroquial no puede entenderse separada de la herencia de quien fuera su párroco por más de cuarenta años… Como profeta de su tiempo comprendió los desafíos que presentaban el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, y a pesar de las dificultades e incomprensiones, se lanzó a ponerlos en práctica, con un oído puesto en el Evangelio y el otro en el pueblo”.

Francisco fue uno de los iniciadores – relata Juan Carlos – y entusiastas propulsores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, como modo de comprometerse con los más pobres y de ser la voz de los que no tienen voz. “Debido a su iniciativa Cristo Rey fue uno de los primeros templos que se reformaron según las normativas del mencionado Concilio”.

Permaneció como párroco de Cristo Rey hasta el 17 de marzo de 1991, año en que renunció por haber cumplido la edad canónica. Vivió en la parroquia como sacerdote residente hasta marzo de 1995. A partir de ese momento residió en la parroquia del Corazón de Jesús, del Barrio General San Martín, como capellán interno, hasta marzo de 1998.

Tras residir un breve tiempo en la parroquia Ntra. Sra. de Belén, y luego en el Monasterio Santa Teresa de Jesús de monjas carmelitas descalzas de la calle Potosí, se alojó en el Hogar Sacerdotal. Falleció el 22 de marzo de 2002.

Cenizas de Francisco Mascialino
El 4 de agosto de 2007 las cenizas del Padre Francisco fueron depositadas en la capilla de la Virgen de Luján, junto al cinerario del Buen Pastor, luego de una ceremonia religiosa llena de emoción y recuerdos. La parroquia Cristo Rey se vio colmada de vecinos, amigos y familiares de Francisco, que con lágrimas y aplausos le dieron la bienvenida a su casa, lugar desde el cual dio su vida al prójimo con generosidad; y con compromiso social y político.

 

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