Los Hilos de la Memoria: Entrevista a Belén Torras |
El sábado 24 de marzo, en el Centro Cultural El Alambique, Belén Torras presenta “Los Hilos de la Memoria”, un espectáculo de narración oral sobre la restitución de identidades. El Barrio Villa Pueyrredón charló con ella de la obra y su gestación.
Por Ignacio Di Toma Mues
“Los hilos de la memoria” se estrenó en el año 2014, y su gestación y alumbramiento llevó 5 años de trabajo intenso. Belén Torras narra desde su poética, cuentos sobre la restitución de identidades, víctimas de la última dictadura. Una puesta en escena original e intimista, un maridaje de textos que hacen a nuestra memoria colectiva.
Belén Torras recuerda que su maestra de narración, Ana María Bovo, en sus talleres trabajaba siempre desde el lugar de buscar en la memoria. “Por ahí sacabas una anécdota – comenta Belén – un recuerdo y ese recuerdo era como una joya en sí misma. Y a veces no aparecía esa joya, aparecían pequeñas perlitas y después vos tenías que hilvanarlas todas en una historia y hacer el collar. Así fui armando la obra”.
Belén a modo de ejemplo cuenta que en el año 2013 la invitan a presentar un libro infantil de poemas ilustrados, “El Bicho Patudo” editado por La Brujita de Papel con ilustraciones de Nora Hilb y el texto de Norberto Rey.
En la contratapa del libro se narra la historia de este poema ilustrado. Nora Hilb estaba detenida durante la dictadura en la cárcel de Devoto y conoce a Blanca Becher que tenía un poema que le había mandado Norberto Rey para sus hijas. Nora se lo pide y se lo manda ilustrado a su pequeña hija. Al recuperar su libertad lo busca a Norberto para pedirle permiso para hacer un libro infantil con el poema ilustrado.
Él ya había muerto, busca pero no encuentra ningún pariente, nada. Ella se vuelve a casar y se va a vivir a Villa Gesell. Charlando con unas docentes en su casa muestra las ilustraciones, cuenta la historia del poema, y una de las docentes le dice que ella es la mujer del hermano de Norberto Rey.
“Le digo a la gente de ‘La Brujita de Papel’ que voy a presentar el libro pero contando esa historia. En la Feria del Libro, sala llena de madres y niños, cuento la historia del Bicho Patudo, les cuento que en una época en este país se encerraba a la gente por pensar distinto. Cuando termino de contar la historia un nene, no tendría 6 años, se para delante de mí y me dice: ‘Mirá que yo pienso lo que quiero, eh’. Ahí, en mi cabeza se juntaron todas las perlitas de todo lo que yo había leído de identidades restituidas”.
Hizo un trabajo de campo muy grande. “No quería libros de dato duro ni tampoco quería testimonios en primera persona. Quería casos reales pero contados desde una pluma literaria, empecé a buscar todo lo que estuviera editado de literatura infantil que tuviera que ver con identidades restituidas” explica Belén.
Habló de su proyecto con más de 20 autores y autoras, que aceptaron la propuesta, después vino la época de la decantación. “No todas eran susceptibles de ser llevadas a escena” señala Belén, “elijo cuáles sí y cuáles pueden maridarse. No digo conectarse, hay historias que se suceden una atrás de la otra pero no se hilan”.
Y en esa selección hace hincapié en la diferenciación. “Hay muchas historias que lamentablemente desde el horror se parecen. Había que buscar en ese horror también aquellas que tuvieran ciertos climas para poder contar y que tuvieran un final mínimamente reparador, donde hubiera un cierto respiro, porque hay historias donde el horror acontece y no te permite respirar”.
La escenografía tiene cuatro espacios delimitados con telas y hay grandes ovillos. “Compré pelotas inflables, las forré de blanco y las tejí e hice grandes ovillos para poner claramente que uno ovilla memoria”.
Belén, que siempre narra vestida de negro, esta vez lo hace de blanco para contraponerlo con la dureza de los textos.
“Los textos son duros y cada escenografía que hago es única porque la tejo en el lugar, entonces necesitaba que fueran suaves los hilos, que fuera suave el vestuario para poder envolver la dureza de los textos”.
Y narra sentada en una silla. “Desde la silla puedo contar cualquier cosa” dice.
Y recuerda a uno de sus maestros en narración, Marcelo Moreno, que aseguraba que sentado “te vas a tomar el tiempo para contar”.
También lo hace sentada en un banquito, que tiene su historia.
“Contraté a una directora teatral, Claudia Quiroga. Ella estaba sentada en una silla, yo estaba en el piso, y le conté un pedacito de una historia que para mí es muy incómoda y me dice ‘Vas a contar esta historia así’. Entonces buscó un banquito rechiquitito para reflejar la incomodidad del texto y me lo regaló”.
Belén tomó finalmente cuatro historias para ser narradas desde una mirada de niña. Hizo el guión, la escenografía (Gabriela Aguad la ayudo en la montaje de “Los Hermanos”, uno de los cuentos) y el texto del inicio y el cierre de la obra son de su autoría.
“Lo que hice fue editar los textos para la oralidad. Porque los textos así como están escritos no pueden ser contados, la textualidad en la oralidad no existe salvo que sea poesía. La narración está a medio camino entre el cine y el teatro. (Jorge) Dubatti dice que es un teatro liminal, es un teatro pobre porque solamente es la voz y toda la puesta es el texto. Yo descreo de los objetos, en esta fueron necesarios, y la idea del color también fue de mi directora que me dijo ‘vas a vestir todo de blanco’”.
Belen al inicio de la obra dice: “A veces tiro del hilo de la memoria y aparecen cosas que no me acordaba que sabía”.
En escena juega con los hilos, que según ella se transforman en muchas cosas y se resignifican en cada texto.
Y asegura: “la memoria es la de uno, la tuya, la mía y es una memoria colectiva, social, y mi idea, cuando empecé con ‘Los hilos de la memoria’, era reparar esa parte de la memoria social”
Pone en primera persona la memoria. “No puedo decir que es tu memoria – comenta Belén – porque sería mentira, pero no hay forma que vos no te identifiques. Es una memoria colectiva porque aparte en un momento el dispositivo sale de escena, a mí la ruptura de la cuarta pared me parece importantísima y la defiendo a raja tablas, y creo que si hay un texto en donde te esté interpelando no te puedo dejar afuera, entonces hay un momento en donde paso los ovillos y la gente empieza a tejer parte de la misma trama”.
En cuanto a la narración de los textos, explica que está contado desde una palabra poética. “No dejo de contar la historia, pero la cuento desde una mirada poética, una pluma poética, que permite ese manto envolvente, suave, para contar algo terrible. Y como está contada desde un niño está reflejando lo que el niño reflejó en ese momento. No lo está contando el adulto que sabe, lo cuenta el niño”.
En principio la obra la escribió para chicos y chicas de 9 años en adelante, pero después empezó a hacerla para estudiantes de secundaria, recomendaba también a partir de sexto y séptimo grado.
“Me parece que es la edad donde se puede metabolizar, las cosas que pasan con los adolescentes con esta obra son impresionantes. La he llevado a muchas escuelas”.
Y cuenta una anécdota que le sucedió en Lobería, en una escuela técnica. “Todos pibes bien duros, que te miran a ver qué estás haciendo vos, y había un pibe contra una columna que lloraba, un varón, y le digo ‘no llores’ y me dice ‘lloro porque ahora entendí’. Y es en ese momento que pensé: no voy a dejar de hacer esto nunca”.
LOS HILOS DE LA MEMORIA.
Idea, producción y puesta en escena Belén Torras. Dirección: Claudia Quiroga. Textos: “Sabes Athos” de Iris Rivera, “Manuel no es Superman” de Paula Bombara, “Los hermanos” de María Teresa Andruetto, “Manuela en el umbral” Mercedes Perez Sabbi, y “La línea” de Beatriz Dumenec.
Sábado 24 de marzo 21 horas.
Centro Cultural El Alambique, Griveo 2350, Villa Pueyrredón.