Durante el 2019 una de las luchas sindicales en la Ciudad de Buenos Aires fue contra la presencia de asbesto en las formaciones de las líneas B, C y E del servicio público de subterráneos. Coches comprados a España y Japón. En sus países de origen terminaron como chatarra.
Por Mateo Lazcano e Ignacio Di Toma Mues
Este año la lucha sindical encabezada por los trabajadores de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro, conocidos como “Metrodelegados”, estuvo centrada en la presencia de asbesto en varias formaciones de las líneas B; C y E del servicio público de subterráneos.
La exposición al asbesto (también conocido como amianto) es una causa importante de patología pleural. Los especialistas aseguran que esta exposición “puede presentarse con distintas manifestaciones tanto malignas como el mesotelioma; o benignas, como el derrame pleural benigno, las placas pleurales y la fibrosis pleural difusa”.
Este material está prohibido en Argentina desde 2001 y para la Organización Mundial de la Salud es cancerígeno para el ser humano.
El reclamo no comenzó en 2019, pero este año Subterráneos de Buenos Aires (empresa de la Ciudad de Buenos Aires que administra la red de subtes) y Metrovías confirmaron lo que, con casi escasa repercusión, los trabajadores habían denunciado.
En el mes de agosto se conoció que tres trabajadores de los talleres Villa Urquiza y Rancagua (Chacarita) de la Línea B de subterráneos presentan “hallazgos vinculados a la exposición al asbesto”. Los estudios neumonológicos se realizaron en el Hospital Británico.
El personal de mantenimiento está expuesto a esta sustancia cuando se rompe o se manipula un repuesto y se desprende polvo. Francisco Ledesma, secretario de salud de la Asociación Gremial, aseguró que “los trabajadores y las trabajadores del subte estamos muy alterados porque no sabemos qué tenemos”.
Trece trabajadores presentan placas pleurales, una patología relacionada al asbesto. Aún falta que 1.200 trabajadores se realicen los estudios médicos.
Roberto Pianelli, secretario general de la Asociación Gremial, aclaró que el reclamo no es solo de aquellos que trabajan en las formaciones contaminadas. “Es mentira que los usuarios no tienen exposición, porque la fibra está en el aire y no distingue entre trabajador y usuario”.
En el inicio, las denuncias de los trabajadores se dieron en absoluta soledad: la empresa no le daba relevancia y desde los medios de comunicación se mezclaba este reclamo – que en muchas oportunidades se materializó en huelgas – con otros por pedidos salariales o de condiciones de trabajo.
“En el subte la vida no se negocia”, dicen los “Metrodelegados”. Por eso, mantuvieron el pedido para que sean retiradas las formaciones CAF 5000 que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le había comprado al Metro de Madrid en 2011 para la Línea B. Y que comenzaron a circular dos años después, en 2013.
Estas formaciones fueron adquiridas a un costo de 500 mil dólares. Poco tiempo después, la propia empresa española vendió como chatarra a 5 mil dólares coches iguales a los vendidos a Subterráneos de Buenos Aires.
En febrero de 2018 la empresa pública Metro de Madrid S.A. confirmó la presencia de asbesto en estos coches. Y se conoció la muerte de tres trabajadores del metro madrileño por asbestosis.
Fuera de circulación los CAF 5000, devino una situación de “colapso” en la Línea B. En ese momento, denunciaron los “Metrodelegados”, Subterráneos de Buenos Aires optó por retirar las formaciones pero no avanzar en la realización de estudios.
Los integrantes de la Asociación Gremial, en noviembre de este año, denunciaron que el asbesto también está presente en los Mitsubishi 5000 de la Línea C. Presentaron un estudio de la Universidad Nacional del Sur que detectó este material en las formaciones comprados a Japón en 2013 y que salieron a circulación en el 2015. Dijeron que está presente en cabinas y debajo de los asientos de pasajeros.
El portal especializado en este tema (enelsubte.com) informó que fueron adquiridos 30 coches Mitsubishi 5000 (fabricados en el año 1980) a un precio de 556 mil dólares por unidad.
Este modelo fue sacado de circulación en Japón en el año 2004, y las formaciones desguazados y vendidas como chatarra a otros países. A excepción de los coches que compró Subterráneo de Buenos Aires durante la gestión de Mauricio Macri.
También fueron retirados de circulación los Mitsubishi 250/300/1200 de la línea C, y están en el mismo proceso los coches contaminados de la Línea E, los CAF-General Electric España.
Eduardo de Montmollin, titular del Subterráneos de Buenos Aires, reconoció “que hay documentación” que prueba la presencia de asbesto en las formaciones compradas a España.
“Compramos los trenes asumiendo que estaban en condiciones. No había manera de validar si era cierto que las unidades tenían este material cancerígeno porque los manuales son muy grandes”, había dicho el funcionario en octubre pasado. “Asumimos que lo que ellos estaban vendiendo estaba en condiciones”, agregó.
Estas declaraciones de Montmollin dejaron expuesto al Gobierno de la Ciudad, que se vio obligado a involucrarse en este tema denunciado por los Metrodelegados. Subterráneos de Buenos Aires, denunció ante la Justicia española al Metro de Madrid. Dentro del planteo exigió una millonaria recompensación.
A su vez el Ejecutivo presentó un proyecto de ley para declarar la Emergencia en Salud Laboral e involucrarla a estas cuestiones, y puso en marcha el “Plan de Gestión de Asbesto” para el subte, con la participación del gremio, la empresa Metrovías, la Subsecretaría de Trabajo y la Defensoría del Pueblo. Sus ejes son la detección, el retiro y la disposición final de los materiales; al igual que el cuidado de la salud de los trabajadores.
Este tema, que está lejano en la opinión pública, la agenda mediática y el día a día de los y las vecinas, seguro será uno de los primeros que deberá resolverse próximamente cuando finalice el proceso licitatorio del servicio que está en curso. Cabe recordar que la concesión vence el 31 de diciembre.
Hace 25 años administra el subte Metrovías de la familia Roggio, interesada en volver a tener la concesión. Otras dos firmas asoman como sus rivales: Corporación América de Eurnekian, asociado a Keolis (a cargo del subte de Lyon en Francia y el de Boston en los Estados Unidos) y a la londinense Transport for London; y la empresa francesa Régie Autonome des Transports Parisiens (administradora del subte en París).
Sea quienes fueren los nuevos o viejos patrones, los “Metrodelegados” adelantaron que su reclamo será el mismo: “una solución inmediata a la crisis de salud pública provocada por el asbesto”.