Tejiendo lazos en Villa Pueyrredón

Taller gratuito de telar en el Centro de Salud.

Desde la “Era Paleolítica” hasta la “Revolución Industrial”, el tejido en telar tiene una historia de siglos; técnica esta que hoy une a generaciones de personas. Algunos la utilizan como un pasatiempo, otros como una salida laboral. Cualquiera sea la función que cumpla, el telar sigue tejiendo lazos.

Por Mailén Maradei

En Villa Pueyrredón, un grupo de personas se reúnen todos los jueves en la Salita de Salud de la calle Terrada 5850, para aprender diferentes técnicas de telar. En el segundo piso del Centro de Salud vecinas entrelazan hilos de lana mientras la coordinadora Mónica Vallejos recorre cada mesa y evalúa los trabajos.

“El telar es una técnica que va a las raíces. Generalmente, en el taller trabajamos con telares cuadrados donde se pueden hacer distintos puntos. Con el telar podemos hacer muchas cosas; acolchados, caminos, bolsos, ponchos, chalecos o mantillas”, enumera Mónica y afirma que las personas que participan del taller “van realizando distintos trabajos a medida que se les van ocurriendo ideas”,

El taller se realiza de manera amena, sin presiones y por pura autosatisfacción de cada persona que asiste. Esta es la premisa que Mónica lleva a cabo cada clase, en estos primeros seis meses desde que se abrió este espacio.

“Mi teoría es pasar un momento agradable, convertir este espacio en un cable a tierra y sin presiones para las personas que asisten. Generalmente, la gente que se acerca a estos talleres es para desconectarse de las tareas cotidianas. A veces, traen los trabajos que hicieron para sus familiares y amigos. Eso les genera satisfacción”, afirma la coordinadora del taller sobre la dinámica y los objetivos del grupo.

El tejido en telar posee una historia que lleva siglos. Este arte consiste en armar un tejido, uniendo un grupo de hilos llamado urdimbre que se encuentra en forma vertical, ensamblándolos con un segundo grupo de hilos llamado trama. De esta forma, se van construyendo una prenda en telar.

Aunque a simple vista parecería que el telar tiene coincidencias con el tejido por su forma, Mónica desmiente profundamente esta suposición. “Una vez que se montaron todos los puntos en el telar, se van cerrando. En cambio, en crochet, los puntos se cierran y se vuelve a empezar”.

En algún sentido, las técnicas se complementan. Mónica comenta que, durante el taller, aprenden algunos puntos muy específicos de tejido que los utilizan para dar una terminación más prolija a los trabajos que realizan. Sin embargo, ella realiza una aclaración muy importante para los interesados en aprender telar: no es necesario tener conocimientos previos de tejido.

“En el taller hay personas que no tienen conocimientos previos de tejido y, sin embargo, empezaron a incursionar en el telar y están muy contentas. En algunos casos, si no saben algunos puntos, los vamos enseñando en las clases, y algunos han conseguido que otras personas los ayuden”, señala la coordinadora.

El espacio de telar del Centro de Salud de Villa Pueyrredón también realizar acciones solidarias. Las personas que asisten donaron parte de su trabajo semanal al Colegio Episcopal, donde construyen mantas para personas en situación de calle.

“Cuando se armó este taller les propuse a las chicas que asisten que donaran un cuadrado del trabajo que estuvieran realizando durante la clase. Llevamos un montón de trabajos para la escuela y nos han agradecido un montón de veces porque armaron muchas frazadas con cuadrados que se hicieron acá. Ellos pedían cuadrados más chiquitos de los que nosotros realizamos así que pudieron armar muchas frazadas con unos pocos cuadraditos”, dice.

Telares circulares, redondos, cuadrados, triangulares o con clavos de metal o de madera se despliegan durante los encuentros que se realizan en taller. Con estas herramientas y con el aprendizaje de las técnicas básicas de telar, cada persona puede armar miles de ideas. Para realizar los trabajos, es imprescindible que cada uno cuente con su propia lana.

“Durante los primeros talleres que asiste una persona, siempre traigo algunos telares para los nuevos integrantes del grupo y los presto pero es importante que traigan lanas con hebras gruesas. De lo contrario, con otros tipos de materiales, el trabajo no luce de la misma forma”, explica Mónica.

El taller de telar recién arribó al Centro de Salud pero el entusiasmo de su coordinadora y de las alumnas que asisten, se denota al traspasar la puerta. La premisa de consolidarse como un espacio ameno, donde se trabaja sin presiones y se aprende a través del intercambio de ideas y por satisfacción propia, está cumplida.

Simbólica y literalmente, el taller construye lazos entre la coordinadora y entre aquellos que quieren aprender la técnica. “Este taller fue una gran oportunidad para mí porque también me sirve para corregir mis propios errores. El entusiasmo del que quiere aprender con mi propio entusiasmo genera un lazo muy lindo”.

Hay personas que llenaron sus casas de los trabajos que realizan en cada encuentro, otras que realizan trabajos para regalar a sus amigos y familiares, y otras que también resignificaron el taller de telar como un lugar de encuentro para intercambiar ideas con otros.

Ese es el caso de Silvia, quien asiste al taller desde el mes de junio. “Yo vine para salir un poco de mi casa. Sin tener ningún tipo de conocimiento previo ni de telar ni de tejido, me quedé el primer día con un telar que me prestó Mónica y me encantó. Yo vine para aprender y para conversar e intercambiar conocimientos con otros”.

Como un pasatiempo, como una forma de trabajo, como una posibilidad para intercambiar con otras personas, el telar sigue tejiendo lazos. Ahora, los arma en Villa Pueyrredón.

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