Lagunas, quintas y hornos de ladrillos en Villa Pueyrredón y aledaños

Caracas y Timbó en Villa Pueyrredón
La reconstrucción de aquella Villa Pueyrredón de antaño, a través de la historia oral: el llano, las lagunas, las quintas, las calles de tierra, los breque y los carros lecheros. Tiempo de precursores, donde todo estaba por hacerse y se hizo.

Por Ignacio Di Toma Mues

Villa Pueyrredón abarca una superficie de 320 hectáreas donde están trazadas 240 manzanas – cifras éstas aproximadas -, además de fracciones de tierra ocupadas por el Barrio Gral. San Martín (hasta el golpe de 1955 Barrio 17 de Octubre) y el establecimiento industrial Grafa (hoy Wall Mart). Limita con el Partido de San Martín y los barrios de Villa Urquiza, Parque Chás, Agronomía y Villa Devoto.

Las partes bajas estaban ocupadas por lagunas que se desbordaban los días de lluvia y anegaban los campos, formando esteros. Estos desaguaban por numerosos cursos, en especial por el arroyo Medrano.

Caracas y Timbo

Existió un arroyo proveniente de Villa Devoto. Venía por la calle Franco, tomaba una parte de Llavallol (en Franco y Llavallol había una casa construída sobre unos pilotes, como si estubiéra en una isla), entraba una cuadra por Campana para luego hacer una curva, llegaba hasta el Convento de las Carmelitas (Argerich y Ezeiza), y cruzaba la Av. Gral. Paz hasta su desagüe en el arroyo Medrano.

El Medrano tiene su nacimiento en los partidos de Tres de Febrero, San Martín y Vicente López. Cuando cruza la Av. Gral. Paz pasa por los barrios de Villa Devoto, Villa Pueyrredón, Villa Urquiza, Belgrano, Núñez y Coghlan.

Esa zona era un bañado, donde la gente de los hornos llevaba a sus caballos para que se sacasen el barro porque, si se secaba le arrancaba todo el pelaje. Cuando hacía mucho calor, los chicos y los muchachos se bañaban en él. Al ser entubado aproximadamente en 1935, solucionó innumerables problemas, especialmente en el sector de Larsen y Cuenca, donde el terreno presentaba su más bajo nivel, originando una permanente laguna para el deleite de los pibes y muchachos.

“En la calle Cuenca y el actual puente ferroviario, en el espejo de agua se bañaban a los caballos pertenecientes a los pisadores de los hornos de ladrillos” relata Vicente Cutolo. Estos hornos pertenecían a las familias: Ottone, Sanguinetti y Zunino, entre otros.

El ferrocarril construyó un puente (sobre la actual Av del Fomentista) para salvar ese obstáculo siendo útil actualmente porque permite el cruce evitando barreras, agilizando el tránsito.

hornos de ladrillos
Carlos Felipe Ottone, un inmigrante italiano que llegó al barrio en 1904, comenzó trabajando en las quintas de frutas y verduras. Luego se puso un horno de ladrillos ubicado en la actual avenida General Paz, cerca de la estación Miguelete, antes un apeadero. Eran terrenos muy altos y como eran fiscales, la municipalidad les permitía sacar la tierra negra, hasta llegar a la tosca, para hacer los ladrillos.

Horno de ladrillos

La manzana formada por Larsen, Zamudio, Cochrane y Sudamérica (Artigas desde 1919) había sido ocupada por los hornos de ladrillos de Milani y Delpini. Todas las calles eran de tierra menos Artigas. Allí luego se inauguró en 1921 la primer plaza del barrio: la Lenadro N. Alem.

“Nuestra zona era una combinación de la meseta con los bañados y los viejos vecinos recuerdan varias lagunitas que había, o los pantanales que formaba el Arroyo con sus inundaciones, la más famosa era la cuadrada, cerca de la estación Migueletes, que fuera la modesta pileta de natación de los pibes del barrio en lejanos veranos” recuerda Norberto Malaguti (preside la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto)

También la menciona Vicente Cutolo: “Muchos recuerdan la laguna que se formaba cerca de la estación de Migueletes. A ella llegaban a beber no sólo caballos del lugar, sino otros provenientes de los cuarteles y fábrica militar de las inmediaciones, razón por la cual fueron pocos los chicos que se animaban a nadar en ella”.

Existieron algunas zonas donde también se formaban lagunas permanentes como la ubicada en las manzana limitada por Nazca, Terrada, Timbó (hoy Carlos A. Lopez), y Tequendama (hoy Gabriela Mistral).

“Los boyeros arriaban sus tropas de vacunos hacia los bretes de la estación Gral. Urquiza del ferrocarril, solían pasar por la manzana comprendida por las calles Griveo, Timbó (Carlos Antonio López), Bolivia, Sud América (hoy Artigas) donde se abrevaba el ganado, muchos terrenos quedaban atrapados en las ciénagas de la permanente laguna” explica Vicente Cutolo en la Historia de los Barrios de Buenos Aires.

Un dato interesante: Villa Pueyrredón está localizada en una de las zonas más altas de la Ciudad de Buenos Aires. En Mosconi y Argerich la cota es de 36,40 metros, nivel tomado en relación al espejo de agua del Río de la Plata (el vecino Fabián Medina nos acota en un comentario enviado a nuestra red social, a raíz de esta nota, que “el punto mas alto del barrio y la Ciudad es Artigas y Franco, después viene Mosconi y Argerich“)

Don Elías Trincado nació en Villa Pueyrredón en 1920, y falleció en 2012, y en charlas con este cronista, contaba que su padre había llegado de España en 1910, y siete años después compró un lote donde construyó su casa. Un lugar de quintas con grandes terrenos que poco a poco fueron poblándose de familias, muchas de ellas de inmigrantes españoles e italianos. “Recuerdo que mi padre contaba que le mostraba a mi mamá (también española) cuando eran novios el terreno (ubicado en Griveo, entre Nazca y Terrada) desde la avenida América (actual Mosconi) pero no podían acercarse más porque era todo barro”.

En la zona había quintas de frutas y estaba poblada de ombúes. Los policías ponían a sus caballos a descansar a la sombra de aquellos árboles. Cada quinta tenía en su jardín una planta de limón o de mandarina, jazmines y madreselvas en los arcos de alambre. “Cuando uno se levantaba por la mañana podía sentir perfumes riquísimos”, rememoraba Don Elías.

Aquella Villa era un gran campo con lagunas donde se cazaban ranas. Había casas bajas, con calles de tierra y cuando llovía, se convertían en lodazales. En esa zona las casas se construían a 40 centímetros elevadas del piso, para sortear las inundaciones por las lagunas que se desbordaban.

Eran tiempos de los breque – carruajes ligeros de cuatro ruedas con pescante y asientos enfrentados – que unían la estación ferroviaria de Villa Urquiza con Villa Pueyrredón. “A principios del 1900 el tren llegaba hasta Villa Urquiza y la familia que se instalaba generalmente en el verano, cuando llegaba alguien a visitarlos tenía que mandar un “Breque” a buscarlos hasta Villa Urquiza” contaba sobre sus abuelos Javier Locane en la nota “Villa Rosa”.

Foto del libro “Nuestra querida Villa Pueyrredón” de Enrique Pereda

Breque
Doña Margarita Pico, le contó a este cronista, en mayo de 2000, que su padre compró en 1907 un terrenito en Nazca, entre Bazurco y Cochrane. “Mi padre llegó de España en 1907 y como buen español deseaba tener su pedacito de tierra, le gustaban las flores, las verduras”. Y detalló que “hizo un galponcito de madera y chapa y venía todos los domingos, tempranito, a trabajar la tierra, a plantar sus verduras. En febrero del ’22 terminó de construir una casita con dos piezas, una cocinita y el baño en el fondo porque no había cloacas, era con pozo, tenía que estar lejos.”

Margarita también contó que su marido en los años ’30 tenía un reparto de leche (leer nota sobre los carros lecheros). “Tenía un carro y caballos, todos los días a la madrugaba venía el tren lechero, cargaban los tarros con leche para luego repartirla en el barrio”. Y recordó que la calle Albarellos era una zona de quintas.

Foto: principios de los años 20. Albarellos y Artigas

Artigas y Albarellos

La reconstrucción de aquella Pueyrredón de antaño, a través de la historia oral, en el recuerdo de vecinos y vecinas, hace que nos podamos imaginar el llano, las quintas y el camino de tierra; los carros lecheros y el farolero. Tiempo de precursores, donde todo estaba por hacerse y se hizo. Donde el discurso que prevalecía era el de las manos trabajando y la actitud generosa, que dignificaron el sentido de la vida.

La historia siempre está incompleta, como esta crónica, se sigue escribiendo todos los días.


Fuentes:
  • Nuestra Querida Villa Pueyrredón” de Enrique Pereda
  • “Historia de los barrios” de Vicente Cutolo
  • Periódico El Barrio Villa Pueyrredón

 

error: Contenido protegido!