Estación Drago: menta, tutti-frutti… aromas característicos de otra época

Estación Drago, ex fabrica Adams
Logo El Barrio PueyrredónA lo largo de varias décadas, el edificio que hoy alberga a una de las sedes del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires fue la fábrica de los chiclets Adams. Hasta principios de los 80, la producción de esta golosina impregnó de su aroma particular a la zona aledaña a la estación Luis María Drago del Ferrocarril Mitre.

Por Mateo Lazcano
Urquiza se Organiza

Durante casi cuatro décadas una tradicional zona de Villa Urquiza tuvo un aroma único, y fácilmente identificable. Se trata de la zona aledaña a la estación Luis María Drago del Ferrocarril Mitre. En este lugar – Holmberg 2614, entre Pedro Rivera y las vías – estaba emplazada la fábrica Adams donde se producían los famosos “chiclets”, que al ser bañados en la esencia correspondiente a su sabor, impregnaban al barrio de olor a menta, tutti-frutti, fresa y otros.

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caja chiclets adams

A diferencia de otras fábricas, a las que tras su cierre, devino el derrumbe del inmueble o un cambio de fisonomía, el ex edificio de Adams se reconvirtió, sin alterarse su estructura. Eso sí: sus pasillos dejaron de ser transitados por trabajadores, para albergar a estudiantes y docentes. Desde hace más de 35 años, es una de la sede del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires.

El comienzo de esta historia se remonta a 1942. En ese momento, se construyó el inmueble de media manzana de superficie (2800 metros cuadrados en total), con una planta baja y dos pisos, y pintado de color blanco. Para ese entonces, Adams llevaba cinco años operando en Argentina, pero encontró en la zona de Drago el terreno en el cual desarrolló su expansión.

La logística interna de la fábrica no demandaba muchas dificultades: el área administrativa ocupaba la Planta Baja, el envasado el Primer Piso y la producción, el piso superior. Los empleados oscilaron entre los 150 y 200, según las épocas. Había dos turnos de trabajo: el matutino (de 6 a 14 horas), y el vespertino (de 14 a 22 horas). Era común que muchos optaran por hacer horas extras, ya que había fuerte demanda de tareas.

En el sector de Desarrollo e Investigación, y con el puesto de “encargado”, trabajó Alberto Chiarella de profesión técnico químico. Vivió el último tramo de Adams en el edificio de Holmberg. “Mi tarea era desarrollar productos nuevos, y ponerlos a punto para salir a la venta”, cuenta. Alberto, como otros tantos trabajadores y trabajadoras, venía desde muy lejos, desde Avellaneda.

La empresa tuvo un claro apogeo en el tiempo en que la fábrica funcionaba a pleno en Drago. “Llegó un momento en que se exportaban productos a Chile, Paraguay, Bolivia e incluso hasta Brasil en algunos ocasiones. La compañía era muy pujante”, indica. Como muestra del poder de Adams, Alberto recuerda que “en ese momento, veníamos primero nosotros y después Arcor”, hoy la mayor firma argentina de alimentos.

Alberto Chiarella también se encargaba de conducir las visitas de alumnos y alumnas de escuelas cercanas que realizaban a la fábrica. Además del paseo, les esperaba una recomensa imposible de desechar: se iban con varias cajas de chicles. Lo mismo hacían muchos pibes del barrio, aprovechando los cambios de turno para llevarse estos “souvenires” gracias a la generosidad de los trabajadores.

El aroma, el principal recuerdo de ex trabajadores, vecinos y transeúntes, provenía de la esencia que vertían a los productos para que se adecuen a los distintos sabores. “Cuando estabas resfríado, te acercabas al sector de producción a oler mentol y se te pasaba”, ironiza en el recuerdo Alberto.

Para otros tantos, el sentimiento se percibía cuando el tren pasaba por allí, lo que permitía identificar a la estación Drago inmediatamente. Los residentes del lugar, en tanto, fueron otros testigos del aroma único que acompañó al lugar durante casi 40 años.

“Lo recuerdo como una de las mayores etapas de mi vida. Yo entré allí por recomendación y me recibieron todos de manera muy cálida, y me sentí parte de Adams”, rememora Alberto. En particular, recuerda “las fiestas de fin de año” en las que se entregaban importantes premios para la planta laboral, que se desarrollaban en el “Centro de Almaceneros de Vicente López”.

El desarraigo para la fábrica comenzó a finales de los años ´70. La promesa de la Dictadura Militar de construir una autopista (AU3) en la calle lindera, y las expropiaciones llevadas a cabo para ello, amenazaron con cambiar la fisonomía de la zona. Los directivos de la empresa, entonces, decidieron mudar la planta a Escobar.

Poco después, con la creación del Ciclo Básico Común, la UBA encontraría en el edificio un lugar ideal para albergar una de las sedes del nuevo sistema. Para Adams, la historia terminó con el cambio de siglo: primero abandonó la producción local y luego la multinacional Cadbury la compró en 2002.

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