Termodinámica del Dinero (Parte II)

Termodinámica del dinero

2° ley o Principio de Conservación


Logo El Barrio PueyrredónEn el artículo anterior trabajamos sobre la idea de si la economía cumple, o no, con las leyes de la termodinámica llegando en principio a la conclusión de que no, no lo hace; es más, las viola en más de un sentido. En esta segunda parte veremos en detalle y puntualmente de qué manera el dinero infringe la Ley de Conservación.

Por Aldo Barberis Rusca

Cuando pensamos en dinero automáticamente se nos representa un papel de color con la imagen de un prócer o de un guanaco (lo que para algunos parece ser lo mismo). Los billetes y las monedas son lo que por antonomasia consideramos dinero, plata, mosca, biyuya, guita, etc.

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Sin embargo, ¿cuánto es el dinero que en ese formato usamos a diario? La respuesta es: poco, la verdad que muy poco. Cada vez más nuestras transacciones diarias se hacen a través de transferencias, tarjetas de crédito o débito, monederos virtuales, etc., dejando el efectivo para pequeñas compras.

Los trabajadores cobran su sueldo en una cuenta bancaria, los prestadores de servicios cobran por transferencias o tarjetas, las empresas transfieren o utilizan cheques. El “cash” solamente se utiliza, y bastante, en la economía informal, el negro.

Nuestro cerebro, cuya mayor cualidad es la pereza, identifica a cada una de esas transacciones con una determinada cantidad de billetes y supone que todo ese dinero se encuentra en algún lado en forma de metálico contante y sonante, cash, efeté, taca-taca. Nada más lejos de la verdad.

En realidad de todo el dinero circulante solamente una parte muy pequeña corresponde a billetes y monedas, algo así como el diez por ciento o menos. El resto está compuesto por promesas, ilusiones, fantasías, etc. Veamos.

El total del dinero, conocido como Masa u Oferta Monetaria (OM) se compone de varios estratos que se montan uno sobre el otro. El dinero físico forma parte del primero de estos estratos junto con los depósitos a la vista o cuentas corrientes y se conoce como M1.

Si a M1 le sumamos los depósitos de ahorro, que cómo veremos más adelante son mucho más que M1, tenemos M2 que, si le sumamos los depósitos a plazo nos da M3 que si le sumamos la Oferta Agregada de Largo Plazo, OALP, nos da M4 al que a su vez le sumamos vaya uno a saber qué nos da M5… Y así hasta llegar a M6, M7, M8 y sumando.

Ahora bien, si el dinero físico es creado por los bancos centrales pero es apenas un 10%, como mucho, del total de la OM; ¿Quién ha creado ese 90% restante?

Supongamos que nuestro amigo Juan Carlos, plomero de profesión, recibe $1000.- por cambiar un par de canillas. Como Juan Carlos es tan hipotético como el país donde vive, resulta que esos $1000 decide ponerlos en el banco en una cuenta corriente o bien en una cuenta de ahorro. Hasta ahí M1.

Pero resulta que el banco no se queda con ese dinero guardado hasta que Juan Carlos lo necesite para comprar un pollo o u soplete nuevo. No, el banco se lo presta a Augusto para que se compre, supongamos, un bidet nuevo para su baño.

Ahora bien, el Estado que vela por la seguridad de bienes y personas le dice al Banco: “vea amigo, usted no puede prestar todo el dinero que le dio Juanca (porque así de confianzudo es el Estado) porque si se le ocurriera retirarlo en algún momento debería poder obtenerlo sin problemas y de inmediato”.

Así que hacen algo genial. Suponen que no todos van a necesitar el efectivo al mismo tiempo así que obligan al banco a guardar una pequeña parte; y así, si Juanca necesita el efectivo con la pequeña parte que le guardaron junto a las que tienen de Micho, Tito, Gordo, Negro y Cabezón, entre otros, juntan la guita para dársela. ¿Cuánto obliga el estado a los bancos a guardar? Pues es variable pero ronda el 10%.

El 90% restante se lo presta a Augusto para su nuevo bidet pero no se lo da; se lo deposita en el Banco donde Augusto opera habitualmente lo que hace que mágicamente ahora haya en el mercado $1900; los $1000 de Juan Carlos y los $900 de Augusto. Pero esto no termina porque el banco de Augusto tomará los $900, retendrá el 10%, o sea $90 y prestará los $810 restantes. Y sigue…

A esto se le llama “Creación Secundaria de Dinero” que, en el caso de un encaje del 10% puede llegar hasta diez veces el monto del dinero depositado. Es decir que con los $1000 de Juan Carlos, los bancos prestaron… $10.000. ¡Y cobran intereses! Es como si alguien cobrara alquiler por una casa que no es suya y que ni siquiera existe.

Lamentablemente la Ley de Conservación de la Energía no nos permite crear electricidad del mismo modo que los bancos crean dinero. Estoy seguro de que si se pudiera nuestra vida sería mucho más sencilla, casi cómo la de los banqueros.


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