2017 a la vista

Presupuesto porteño y panorama pre-electoral


El título de esta nota no es un error del cronista ni un exceso de anticipación. A pesar de que los problemas del 2016 no terminan, para gran parte de la política porteña y nacional el 2017 parece ya haber llegado.

Por Fernando Casasco

Han pasado nueve meses de 2016. Un año que, claramente, no será uno más para los argentinos. Se haga la valoración que se haga, el cambio en el gobierno nacional ha traído aparejados cambios trascendentes que no pueden ser menospreciados. Y sin embargo, la mirada de los dirigentes, al igual que en otros años, se dirige (por razones de Estado o por cálculo especulativo), un poco más allá. En el año próximo, más precisamente.

El aumento de la pobreza y la desocupación, el ajuste económico, el endeudamiento externo, el alza de los precios de la canasta básica, la discusión por el alza de las tarifas, las constantes referencias a la “pesada herencia” recibida y la “apertura” de la economía a las inversiones que aún se siguen esperando, son algunas de las marcas que quedarán de este primer tramo del gobierno del presidente Mauricio Macri.

Pero por más embarrada que esté en la coyuntura actual, toda administración debe proyectar a futuro cómo seguirá su gestión.
En el caso de la ciudad de Buenos Aires, en los próximos días comenzará a debatirse el proyecto de Presupuesto 2017 enviado a la Legislatura por el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta.

Se trata del anticipo de los planes de un gobierno que debe comenzar a demostrar su propia impronta, tras un primer año en un discreto perfil bajo, sólo abandonado por movidas publicitarias y algunas decisiones como el traspaso de la Policía Federal.

Los gastos totales proyectados por la administración para el año próximo son de $178.223 millones, un 26,7% por encima de los estimados para este año. El registro de ingresos muestra la sintonía existente con el gobierno nacional: los recursos propios representan el 78,5% del total, en tanto que el 21,5% restante provendrán de la Coparticipación Federal, un porcentaje mucho mayor al recibido históricamente por la Ciudad.

Una de las preocupaciones mayores para los vecinos consiste en cuánto aumentará el importe pagado por Alumbrado Barrido y Limpieza (ABL): el proyecto estima recaudar $13.073 millones en concepto de impuesto inmobiliario, un 36% más que el presente año y el incremento promedio del impuesto será del 30%, con un tope de 38%.

La prioridad del gobierno de Rodríguez Larreta – y en lo que espera poder dejar su sello – pasará por las obras públicas. El plan de inversiones se llevará $32.500 millones, un 48% más de lo estimado en 2016. Uno de los puntos principales de dicho plan lo compone un área históricamente relegada en la consideración del macrismo desde 2007: la de la vivienda.

En ese sentido, el proyecto incluye las largamente prometidas obras de urbanización de las villas 31 y 20, más la construcción de la Villa Olímpica para los Juegos de la Juventud 2018, cuyos edificios serán luego destinados a viviendas populares.

El total de obras desarrolladas por el Instituto de Vivienda de la Ciudad, supone $6015 millones, a los que hay que sumar otros $1.340 millones para la Villa 31 y los $1.200 millones que costará la Comuna Olímpica.

En materia de transporte se prevén gastos por $2.535 millones para la renovación de la flota del Subte y $915 millones para la extensión de la Línea H. También se calculan $2.010 millones para obras hidráulicas y $800 millones para la construcción del Paseo del Bajo, entre otros puntos.

A contramano de lo que ocurre con la administración nacional, el Ejecutivo porteño promete sólo endeudarse con organismos multilaterales para la concreción de grandes obras o para renegociar deuda que vence el próximo año.

Mirando a las urnas

Paralelamente a las discusiones sobre la marcha de las cuestiones públicas, los dirigentes políticos ya ponen un ojo en la puja electoral del año próximo. Para Cambiemos será un momento clave, al enfrentar el primer gran test electoral desde su arribo al gobierno nacional.

Si bien la mayor expectativa estará centrada en la provincia de Buenos Aires, el PRO deberá revalidar títulos también en la Ciudad. Por estas horas la mayor especulación pasa por saber cómo se conformará la alianza oficialista porteña y si podrá incluir o no a sus socios a nivel nacional.

No se trata de un detalle menor a la hora del armado de listas. Hay que recordar que en la pasada elección para Jefe de Gobierno, tanto la UCR como la Coalición Cívica-ARI formaron una alianza con socialistas y otros partidos menores (ECO), que enfrentó al PRO en las urnas.

Y allí surge la figura estelar del candidato de aquella entente: el actual embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau.

El economista se transformó en una figura codiciada tras su sorprendente performance electoral en 2015, cuando perdió el balotage por sólo tres puntos ante Rodríguez Larreta. El macrismo apuntó su nombre y lo sumó como representante argentino en Washington, desde donde tuvo a su cargo la organización de la visita de Barack Obama al país, una de las postales más preciadas para el presidente Macri.

Pero Lousteau no reniega de mantener su propio perfil, sin ponerse la camiseta del PRO. Así es como mantiene conversaciones con sus aliados porteños, para analizar los pasos a seguir. Desde el radicalismo pretenden convencerlo de la necesidad de que se candidateé el año próximo, enfrentando al macrismo: el razonamiento tiene en cuenta la buena imagen del embajador en las encuestas, pero también la falta de una figura de su peso y reconocimiento.

Una reciente encuesta de Ricardo Rouvier le da una leve ventaja en la intención de voto, con el 24,2%, por delante del vicejefe de Gobierno, Diego Santilli (22,1%) y del ex senador kirchnerista Daniel Filmus (21,4%). Pero si se convirtiera en candidato del macrismo superaría el 40% de sufragios, siempre según dicha medición.

El ex ministro de Economía preferiría no tener que jugar en la próxima elección y resguardar su figura para hacer un nuevo intento por la Jefatura de Gobierno en 2019, pero no cierra ninguna puerta. El espacio “opo-oficialista” baraja como segunda opción una candidatura de Elisa Carrió, quien, tras coquetear con un posible retiro de la política, ya advirtió que podría ser candidata tanto en Capital como en provincia de Buenos Aires.

Desde el macrismo consideran que el tiempo – y los recursos- están de su parte. De todos modos, la posibilidad de que Lousteau sea candidato opositor los forzaría a buscar algún nombre de mayor fuste para encabezar las listas.

Una posibilidad cierta es que sea el propio Santilli quien deba correr esa carrera, emulando lo que algunos años atrás hiciera – contra su voluntad – Gabriela Michetti.

Desde el PRO intentaron también convencer al presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, pero el dirigente confirmó que irá por la reelección al frente del club de Boedo. Otros nombres que se barajan son los de Patricia Bullrich o Graciela Ocaña.

En tanto, en el peronismo porteño todo es desorientación. Tal como ocurriera en la Cámara de Diputados nacional, recientemente se quebró la bancada del FPV en la Legislatura, con la separación de 3 legisladores que conformaron el Bloque Peronista.

Incluso dentro de los sectores más cercanos a la ex presidenta Cristina Fernández se visualiza una sorda interna entre La Cámpora y los sabbatellistas de Nuevo Encuentro. En tanto, el titular del PJ porteño, Víctor Santa María, intenta mantenerse como el fiel de la balanza entre los kirchneristas “puros” y quienes se muestran más cerca de una posible alianza con las huestes de Sergio Massa.

Desde el massismo, a su vez, se apunta a una construcción silenciosa, con la coordinación de Marco Lavagna, aunque aún no se habla de candidaturas. En cambio, sí se busca acercar posiciones – al igual que ocurre a nivel nacional – con el GEN de Margarita Stolbizer, capitaneado en la Ciudad por Sergio Abrevaya.

Las elecciones 2017 parecen quedar lejos. Pero para los dirigentes políticos, ya están a la vuelta de la esquina.

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