Las grietas de Cambiemos

Crisis en el oficialismo nacional y porteño |


Economía en crisis, devaluación e inflación acelerándose, paro general de la CGT, decepción futbolística en el Mundial de Rusia. Si algo le faltaba al gobierno de Mauricio Macri para cerrar un junio negativo era asistir a crisis internas y deserciones antes de tiempo. Y llegaron de parte de sus dos principales candidatos porteños en las últimas legislativas.

Por Fernando Casasco

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La mañana era muy fría. Sin embargo, el clima dentro del recinto de la Cámara de Diputados había alcanzado una temperatura agobiante. Tras más de 20 horas de debate, se aprobaba en general el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, por un leve margen. El poroteo para saber si se aprobaba o no la ley se extendió por toda la madrugada. Afuera, un río de mujeres ataviadas con sus pañuelos verdes festejó la media sanción.

Ausente durante la casi totalidad del debate, conocida su posición en contra de la legalización del aborto y pese a la derrota en los votos, Elisa Carrió se las arregló para hacerse notar en el poco tiempo en que estuvo en la sala. En un breve uso de la palabra, la diputada aseguró que no expuso su posición en el debate “para preservar la unidad de Cambiemos”. Y minutos mas tarde se retiró advirtiendo a los miembros del interbloque oficialista: “La próxima vez rompo”. Horas más tarde, la líder de la Coalición Cívica difundió una carta en la que denunció que “los cambios y manipulaciones de votos por la madrugada mostraron lo peor de la política mediocre y corrupta de los últimos años”.

La respuesta de los diputados de Cambiemos no se hizo esperar. El macrista por Tierra del Fuego Carlos Roma fue fulminante: “Yo la respeto mucho a Lilita, pero a veces le patina”. Más medido fue Daniel Lipovetzky, uno de los impulsores del proyecto a favor de la legalización del aborto, quien aseguró que Carrió “se equivoca” y reclamó que “si ella tiene algún elemento, tendrá que denunciarlo”.

De todas maneras, Lilita se cuidó de mantener al margen de sus diatribas públicas al Presidente de la Nación, Mauricio Macri y por lo bajo apuntó sus cañones contra el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Se sabe que el dirigente, que proviene del peronismo, siempre tuvo una actitud más dialoguista con la oposición y pretende construir puentes con dirigentes justicialistas, algo que Carrió y una parte del macrismo (encabezada por el jefe de gabinete Marcos Peña) rechazan.

Con todo, Carrió se mostró a los pocos días junto al presidente Macri en Olivos y reafirmó su alianza. La diputada fue el nexo para que el Jefe de Estado reciba a los legisladores que se muestran “a favor de las dos vidas”, un eufemismo para oponerse a la legalización del aborto. En una entrevista brindada a su periodista de cabecera, Joaquín Morales Solá, Carrió aseguró que Macri permitió que se abriera el debate porque estaba convencido que ganaría el rechazo a la norma. “Doy fe de que estaba en contra. Los diputados que pidieron abrir el debate cometieron un error, no el Presidente”, perjuró, dejando en offside la estrategia oficial.

La grieta se abrió incluso hacia adentro del Pro. Una fuerza política que hace alarde de su “modernidad”, exhibió consignas antediluvianas en algunos de sus legisladores. En la votación hubo 37 diputados macristas en contra del proyecto y sólo 17 a favor. La situación derivada del debate sacudió la relación entre el jefe del bloque macrista Nicolás Massot y su secretaria parlamentaria Silvia Lospennato, firme defensora del derecho al aborto.

Estas diferencias internas se dan en momentos en que el Gobierno nacional necesita más que nunca mantener la unidad de cara a los desafíos de los próximos meses. Las exigencias del Fondo Monetario Internacional por mantener a raya el déficit fiscal y la discusión por el Presupuesto 2019 requieren de acuerdos con los gobernadores, con los que ya se comenzó a negociar. Pero para ello, primero el oficialismo debe asegurar la cohesión de la propia tropa.

Por la ciudad

El jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta también pasa sus sobresaltos con su propia fuerza política en la ciudad de Buenos Aires. Una de las más firmes apuestas del PRO en su llegada al comando del Estado en la Ciudad primero y en la Nación después, pasaba por incorporar personas “exitosas” del sector privado a la gestión pública.

El “Gobierno de los CEOs” fue bautizado en distintos medios de comunicación, por la cantidad de funcionarios con pasado en el mundo empresarial. En ese sentido, una de las apuestas fuertes de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta fue la incorporación del “emprendedor” del sector tecnológico Andy Freire a su gabinete. Para él creó el Ministerio de Modernización, el que duró apenas dos años.

En las elecciones de 2017, Freire fue el encargado de encabezar la lista de legisladores de Vamos Juntos, acompañando a Elisa Carrió, primera candidata a diputada. Ahora, seis meses después, el empresario renunció a la banca en la Legislatura y anunció su decisión de volver al sector privado.

En su breve paso por la gestión pública, Freire sumó cortocircuitos con la mayoría de los ministros de la gestión de Rodríguez Larreta, especialmente con el jefe de Gabinete, Felipe Miguel. Además, fue la cara del despropósito llamado “Ecoparque”, que reemplazaría al Zoológico porteño, un proyecto herido de muerte antes de nacer. Pese a su reticencia inicial, aceptó su nominación a la Legislatura, aunque en principio se especuló con que volvería rápidamente al Ejecutivo. En cambio, el jefe de Gobierno terminó eliminando la cartera que encabezó y abortó esa posibilidad.

Sin espacios propios ni buena relación con la mayoría el PRO (exceptuando al propio Rodríguez Larreta y al presidente Macri, con quien mantiene diálogo directo), Freire dijo adiós. En su carta de despedida admitió que continuará ligado al oficialismo, pero como asesor ad honorem. Su reemplazante será Gonzalo Straface.

En otro frente abierto, la atención de Rodríguez Larreta y el PRO pasan por hacer realidad una instrucción expresa de Macri: acordar con la Unión Cívica Radical porteña y conformar el sello Cambiemos en la Ciudad. Para ello, ya se iniciaron las negociaciones. La mesa política a cargo de las negociaciones está conformada por el vicejefe de gobierno Diego Santilli, el vicepresidente primero de la Legislatura, Francisco Quintana y el ministro de Ambiente (mano derecha de Rodríguez Larreta) Eduardo Macchiavelli; Maximiliano Ferraro, por la Coalición Cívica; mientras que por la UCR se reúnen su titular, Guillermo De Maya, Emiliano Yacobitti y Leonardo Guacci. Al apuro del PRO, los radicales impusieron un ritmo más lento: quieren comenzar discutiendo aspectos programáticos en distintas áreas de la gestión, como educación y salud, antes de avanzar hacia cuestiones de armado político.

En lo estrictamente político electoral, está sobre la mesa el proyecto del Ejecutivo de un nuevo Código Electoral de la Ciudad, una deuda que se arrastra desde la concreción de la autonomía porteña. El proyecto mantiene el sistema de Boleta única Electrónica y otorga al Jefe de Gobierno autonomía para convocar las elecciones en forma unificada con la Nación.

Estos dos puntos son resistidos por quien fuera (y pretende volver a serlo) competidor de Rodríguez Larreta en las elecciones de 2015: Martín Lousteau. El ex embajador en Estados Unidos supervisa a distancia las negociaciones para la conformación de Cambiemos, por su línea directa con Yacobitti. En cambio, Guacci es el delfín de Daniel Angelici, hombre de máxima confianza de Macri.

Si las elecciones porteñas se unficasen con las nacionales sería por expresa decisión de la Casa Rosada, con la intención de que no haya dispersión del voto porteño, al que consideran consolidado hacia el oficialismo. En cambio, una elección anticipada permitiría a Rodríguez Larreta mantener un perfil propio y mostrar el que presume como un triunfo personal, no ya condicionado por la presencia de Macri en la boleta. El precio a pagar sería el de tener que enfrentar a Lousteau (de concretarse la entente con la UCR) en unas primarias locales.

Muchos puntos para definir, cruzados por grietas e internas, que el oficialismo deberá reparar si pretende tener un 2019 venturoso.

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