El Galpón, mercado orgánico en la Comuna 15

Un espacio donde los productores venden alimentos naturales de forma directa a los consumidores en el barrio de Chacarita, en la Comuna 15.

Por Mariana Vaccaro

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La estación Federico Lacroze, el punto neurálgico de Chacarita, es recorrido con paso acelerado por los centenares de personas que combinan a diario tren, subte y colectivos para llegar al trabajo. El ritmo vertiginoso de los desplazamientos, que se volvieron casi automáticos a fuerza de repetición, impide percibir que a pocos metros se abre un callejón adoquinado que huele a campo. Este camino culmina en un espacio de tiempo humanizado que parece un injerto extraño en la rutina urbana.

Hundido en el terreno ferroviario, El Galpón alberga esas interacciones de mercado pueblerino que los grandes supermercados borraron: los granjeros que con paciencia esperan el tiempo de crecimiento natural de sus animales y los hortelanos que cosechan según la estación del año son los que venden sin intermediarios sus productos a los consumidores.

“Centro Comunal de Abastecimiento Agroecológico”, así se describe el lugar que permite a pequeños productores – que sustentan su trabajo en los conceptos de Consumo Responsable, Precio Justo y Soberanía Alimentaria – ofrecer su mercadería los miércoles y sábados de 9 a 18 horas dentro de un gran galpón pintado de amarillo al que se accede por Avenida Federico Lacroze 4171.

En el lugar, que parece sacado de un paisaje rural, se extienden puestos que venden alimentos orgánicos y un restaurante para disfrutar de comidas como: sopas, verduras rellenas, pastas integrales, parrilla (pollo, cerdo, chorizo, morcilla) y postres (flan, torta, helado). Además de bebidas: jugos naturales con menta y jengibre, cerveza y vino. Y hay hasta café orgánico.

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Con varias bolsas en mano, los ávidos consumidores recorren El Galpón que ofrece productos de granja como: leche, yogurt, quesos, ricota, encurtidos, huevos, pollo, cerdo, patos, corderos, conejos, hamburguesas, chorizos, morcillas y ahumados entre otros productos.

También hay frutas, verduras y puestos con productos más específicos como: pastas, infusiones, mermeladas, miel, chocolates veganos, trufas, bombones, barritas energéticas, productos de panadería y frutas secas.

¿Qué diferencia hay entre lo que uno puede comprar en una verdulería “normal” y los productos que venden acá?, le preguntamos a Alicia que desde hace 11 años vende frutas y verduras en El Galpón.

“Nosotros trabajamos sin agrotóxicos, no le ponemos ningún químico a la verdura. Desde ya ni al suelo, que la gente convencionalmente le pone mata yuyo que es un gas muy tóxico; nosotros usamos mantillo, o sea se da vuelta la tierra y los restos de la cosecha anterior se pudren liberando nutrientes. Si hay algún bicho dando vuelta, que gracias a Dios no hay mucho, se puede combatir remojando: semillas de paraíso, tabaco, cebolla, ajo, ortiga… Hay un montón de cosas que nos ayudan a mantener sano el producto. También analizamos el agua que usamos”.

“Acá viene gente que está bajo tratamiento de quimioterapia y necesita comer sano, liberarse del tóxico que pueda tener la mercadería. También vienen las familias que tienen chicos con autismo que necesitan comer sano”, explica Alicia quien trabaja junto a sus hijos y forma parte del Grupo San Juan, una cooperativa que tiene el aval de la facultad de Agronomía de La Plata y funciona en la zona de quintas del Parque Pereyra Iraola, un gran pulmón verde de 10.000 hectáreas que es reserva de biosfera.

Otra característica que diferencia a los alimentos que se venden en El Galpón de los que se consiguen en comercios tradicionales es que implican otros tiempos, ya que respetan los ciclos naturales de producción y consumo.

Al no usarse conservantes, la variedad de verduras depende de la época del año y los lácteos tienen un tiempo de conservación menor al de los industrializados. Sin embargo este aspecto, que puede verse como una limitación, es lo que permite que los sabores sean más reales.

Lo principal es que los alimentos sean sanos y no que puedan estar mucho tiempo en la góndola para obtener mayores ganancias a costa de la salud de los consumidores.

“Tenemos todos productos de estación. Al no ayudarlos con nada (químico) tiene que ser como era antes: en la época de verano cosechamos tomates, berenjenas, choclos, zucchini, zapallito y morrones. Después viene el otoño, que es la temporada más linda, porque la tierra está un poquito más fría hay muy linda espinaca, brócoli, coliflor, rabanito, radicheta y otras verduras de hoja”, comenta Alicia.

Por su parte Vanesa de la granja La Azucena de General las Heras también hace hincapié en los tiempos: “Nosotros producimos quesos, ricota, yogurt, manteca con la leche de nuestras vacas, así podemos controlar la calidad del producto desde el principio porque sabemos qué les damos de comer a los animales. Lo que te vendo acá no tiene conservantes ni agroquímicos por eso una ricota industrializada puede durar hasta cinco meses y la que producimos nosotros te dura cuatro días. La leche natural dura tres días y los quesos, por ejemplo, mientras uno cocina, en vez de dejarlos arriba de la mesa deben estar en la heladera. Hay que tener más cuidados, pero el sabor vale la pena”.


¿Qué es la soberanía alimentaria?

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos y de las naciones para definir e implementar libremente sus políticas y estrategias de producción, almacenamiento, comercialización, distribución y consumo de alimentos para garantizar el Derecho Humano a la Alimentación adecuada de toda la población, y tutelar la diversidad de las culturas y los ecosistemas y la gestión de los espacios rurales.

Así lo define el proyecto de ley sobre derecho a la alimentación presentado por la cátedra libre de Soberanía Alimentaria que funciona en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. (Web: calisanutricionuba.blogspot.com.ar)

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