Adiós Rosa Marafioti, y gracias por todo

Rosa Marafioti
El 24 de agosto falleció la escritora Rosa Marafioti. Nació en Calabria – Italia – en 1944, y a los 9 años emigró a nuestro país. Vivió en Villa Pueyrredón desde el año 2005. Fue presidenta de la Biblioteca Popular Pueyrredón Sud entre los años 2009 y 2013. Le dedicó mucho esfuerzo y amor a esta institución centenaria del barrio para mejorarla.

Por Ignacio Di Toma Mues

Rosa Marafioti nació en Calabria, Italia, en 1944, y a los 9 años emigró a la Argentina, país que amaba. “Yo soy descendiente de padres y abuelos que tuvieron que emigrar de Europa después de la Primera Guerra Mundial y otros muchos, después de la Segunda Guerra. Todos nos hemos criado en la pobreza al llegar, en un lugar totalmente desconocido, con un idioma que no sabíamos y con costumbres totalmente distintas. Todos somos productos de las guerras, de las crisis vividas por la historia de la Humanidad” dijo en la presentación de su novela “La Historia se repite”.

En 2005 se mudó de Villa Urquiza a Villa Pueyrredón. Su casa, en Carlos Antonio López y Bolivia, estaba justo enfrente de la Biblioteca Popular Pueyrredón Sud. A esta institución centenaria del barrio, que presidio dese el año 2009 hasta el 2013, le dedicó mucho esfuerzo para mejorarla, y desplegó su amor a los libros y la lectura.

Su pasión por las letras la llevó a escribir cuentos, poemas y novelas. Además integró la Comisión Directiva de la Sociedad de Escritores de San Martín (SESAM), y fue finalista del Certamen Internacional “Jorge Luis Borges” organizado por la Revista SESAM.

En febrero de 2003 publicó en nuestro periodico la nota “Emigrantes” que cuenta el día de su llegada a la Argentina: “Se cumplen cuarenta y nueve años de mi llegada a la Argentina, junto a mi madre y mis hermanas – mi padre ya estaba aquí -. Fue una brumosa mañana del veinte de abril del año mil novecientos cincuenta y cuatro. Mis ojos de niña asustada vieron por primera vez los edificios de Buenos Aires. La América prometida, cómo olvidar ese viaje y esa mañana que, no sé el por qué, pero me quedó grabada en mi memoria. Sólo deseaba que mi papá me tomara en brazos” decía.

Y continuaba: “El abrazo de mis padres no lo he visto en película alguna. Ese día conocí a mi nono y mi madre conoció a su padre. Porque no lo conocía, él había emigrado a América siendo ella muy niña y por algunas cuestiones no había podido reunirse con su familia. Cómo olvidar ese viaje, ese día, en que me sentí estrechada en brazos de papá. Primero fue de a una, luego nos abrazó a todas juntas, como un ramillete. Habían llegado sus flores, sus mujeres, como él decía. Éramos cuatro. Éramos emigrantes”.

En agosto de 2017 presentó su novela “La Historia se repite” en la Biblioteca Pueyrredón Sud, su segundo hogar en el barrio, y un mes antes lo había hecho en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, con la presencia de María Kodama.

“Este libro – señaló Rosa – surgió como una suerte de admiración hacia mis mayores – mis abuelos y mis padres -. Yo soy una persona que me gusta mucho la historia y los hechos políticos, recuerdo muchas cosas que he vivido y no necesito leerlas. El libro fue una forma de volcar la historia en mi vida familiar, la historia está muy metida en mi vida personal”.

La inmigración y el desarraigo son temas frecuentes en las novelas de Rosa Marafioti. En su anterior novela “María en el Paraíso”, está marcado también este tema. “La inmigración es un punto muy poderoso y emotivo para mí ya que tuve que dejar mi tierra, el lugar donde nací. La inmigración implica cosas muy fuertes”.

Martha Loiácono, quien realizó talleres literarios en la Biblioteca resaltó: “Leer la historia a través de gente como Rosa, que ha hecho todo lo posible por escribirla y se ha informado, es un placer. Esta novela, una poesía mía o tuya, llega en el momento indicado, lo leemos y nos ayuda a tomar decisiones en la vida, no importa quién lo haya escrito. Todos podemos expresarnos de alguna manera y qué mejor cosa le podemos dejar a nuestros hijos que un cuento o un libro”.

Desde este lugar decimos “adiós y hasta pronto, Rosa”. Gracias por todo!

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