Balotaje: Argentina, un país al borde del risco

Balotaje
La campaña electoral llega a su fin. En pocos días más, la República Argentina definirá en una segunda vuelta impensada hace unos meses atrás a su nuevo Presidente, entre el oficialista Sergio Massa y el libertario de ultraderecha Javier Milei.

Por Fernando Casasco

Según los resultados electorales del pasado 22 de octubre, el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa – contra el pronóstico de muchos – se impuso con casi el 37% de los votos. En tanto, el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, quedó a una décima del 30%. Fuera de competencia quedó a quién muchos veían antes de las PASO como la posible futura Presidenta, Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, con menos del 24%. Más atrás quedaron Juan Schiaretti, de Hacemos por nuestro país (6,7%) y Myriam Bregman del FIT (2,7%).

La remontada de Massa y del oficialismo desde el tercer puesto en las PASO (3 millones de votos más), se basó en un gran crecimiento en la provincia de Buenos Aires y en haber recuperado la ventaja en varias provincias del interior, como Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, entre otras. Además, sumó muchos votos en provincias que le habían sido muy adversas, como Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Salta.

Entre los factores de peso para semejante recuperación se anotan algunas de las recientes medidas lanzadas por Massa, como el no pago del impuesto a las ganancias entre los trabajadores registrados o la devolución del IVA en la canasta básica de los asalariados, trabajadores informales y jubilados. Dichas medidas representan una sustancial mejora en los ingresos, justo en momentos en que la inflación toca picos históricos.

Asimismo, se sumó una intensa campaña acerca de lo que representaría un triunfo del candidato libertario, a partir de la difusión de sus propuestas más controversiales: recorte de subsidios al transporte y la energía, arancelamiento de la salud y la educación públicas, negacionismo del terrorismo de estado, proyectos para que hombres renuncien a su paternidad, liberación en la venta de armas o la implementación de un “mercado de órganos” para quienes necesiten un trasplante, como lo acaba de ratificar una diputada electa del sector. Por último, hubo una mayor movilización del aparato partidario del peronismo, ante una elección crucial en todo aspecto.

El primer discurso de Massa tras la victoria electoral que pocos presagiaban fue sobrio y equilibrado. Sin triunfalismos, volvió a repetir las consignas de la disputa entre dos modelos y a convocar a un gobierno de unidad nacional. Sus gestos contrastaban con el festejo alborozado de Axel Kicillof, que logró retener la gobernación bonaerense por casi 20 puntos de diferencia con su rival más votado, el macrista Néstor Grindetti.

Del lado de Milei el resultado fue recibido con estupor. En la previa, los más optimistas hablaban de que el economista podía ganar en primera vuelta, pero nadie de su sector lo veía bajando del primer puesto. Tras las primeras denuncias mediáticas de un supuesto fraude electoral (nunca verificado por la justicia), rápidamente el candidato cambió el eje de su discurso: dejó de emprenderla contra la casta a focalizar sus imprecaciones contra el kirchnerismo, al que le echó la culpa de todos los males, tal como hiciera el macrismo desde su surgimiento como fuerza política.

¿Dos caras de la misma moneda? ¿Dos almas predispuestas a coincidir en lo sustancial? Ni lerdo ni perezoso, el ex presidente Macri organizó una velada – con él como anfitrión, valga el subrayado – para expresarle a Milei su apoyo y el de la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, en el balotaje frente a Massa. La propia ex ministra de Seguridad lo anunció junto a su compañero de fórmula Luis Petri en una conferencia de prensa que no quedará en los anales de la oratoria.

Entre el oportunismo y la coincidencia ideológica, Macri ya había venido coqueteando con la idea de una alianza con Milei, desde antes de las elecciones. La oposición demostrada por el radicalismo, pero también por algunos dirigentes importantes del PRO (entre ellos Horacio Rodríguez Larreta), frustró su plan, el que debió llevarse a cabo por otros medios: primero sacando del medio en la contienda primaria al jefe de gobierno y luego con un esmerilamiento de la figura de la candidata del sector.

Pero la decisión solitaria del ex presidente en el apoyo a Milei despertó una furia que prácticamente llevó al quiebre a Juntos por el Cambio. El presidente de la UCR, Gerardo Morales, afirmó que fue Macri el que decidió abandonar la alianza al brindar su aval al libertario. Dirigentes de su partido afirmaron que harán lo imposible para que Milei no gane y otros llamaron abiertamente a votar por Massa. Herido aún por la derrota en las PASO, Rodríguez Larreta defenestró la actitud de su ex líder, aunque reafirmó su intención de mantener la unidad del espacio y criticó por igual al candidato de La Libertad Avanza y al oficialista Massa.

Tal vez lo que hizo Macri fue solo adelantarse a los hechos: la idea de que gran parte de los votos de Juntos son opositores y antikirchneristas furiosos los iba a depositar más temprano que tarde en las playas libertarias. ¿Por qué no anticiparse y liderarlos, intentando colonizar antes de la elección un gobierno que no era el propio? Además, Macri teme un vuelco en las causas judiciales que lo tienen apuntado, en caso de que vuelva a ganar el peronismo. El riesgo es quedarse sin nada, ni siquiera con una alianza política robusta para oponerse a una eventual presidencia de Massa.

Al libertario su nueva alianza también le generó ruido interno: varios legisladores electos amenazaron con abandonar los bloques legislativos por estar en contra de un acuerdo con Macri. Pero Milei sigue adelante, la casta (o al menos una parte de ella) ya no le parece tan mala.

El candidato de Unión por la Patria busca ahora sacar provecho a esa situación enmarañada en el espectro opositor, convocando (sin hacer nombres) a sectores radicales, socialistas santafesinos, delasotistas cordobeses, e incluso a los moderados del PRO. Y denuncia sin ambages el modelo de país que pretende la alianza Macri-Milei o Milei-Macri: uno con mayor pobreza y exclusión, recorte de derechos y autoritarismo.

La definición entra en sus horas más críticas. El resultado, sea cual sea, presagia un cambio de época en Argentina: se marcha hacia un país con serios problemas económicos y riesgos hiperinflacionarios, pero con ciertas nociones de convivencia democrática y de un piso de derechos respetados; o hacia uno con una fuerte deriva autoritaria, donde todos esos derechos se pongan en discusión.

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