El Círculo General Urquiza, club situado en la avenida Roosevelt 5345, cumplió el 4 de marzo 106 años. A lo largo de las décadas, varió su sede, incorporó deportes y recibió a destacados deportistas y artistas, siendo emblema de la vida social de Villa Urquiza. El presente asoma complejo, pero sus directivos emulan el espíritu de los fundadores para salir adelante.
Por Mateo Lazcano
En la vida barrial, no resulta sencillo encontrar la existencia de lugares que hayan traspasado la barrera de los 100 años. Sin embargo, en Villa Urquiza hay uno de ellos: el club Círculo General Urquiza, emblema de la vida deportiva y social del barrio, situado frente a la estación (avenida Roosevelt 5345), celebró su 106° aniversario el pasado 4 de marzo.
Sus pasillos son testigos de competencias, encuentros deportivos y entrenamientos, pero también de eventos culturales, artísticos o de entretenimiento. Como muchas instituciones contemporáneas, el Círculo Urquiza actuó durante décadas como un centro de congregación para cada reunión social que se desarrollaba en la zona.
Si bien para la gran mayoría esta institución se asocia con la avenida Roosevelt, su origen no fue allí. “El club nace a una cuadra de la ubicación actual. Esto era algo típico en la conformación de clubes, que alquilaban un lugar proyectando un sueño, que fuera luego la concreción de la sede propia. El primer terreno daba a Cullen 5350. Era de dimensiones tradicionales, 10 por 50 metros”, cuenta Javier Thoss, presidente del “Círculo General Urquiza”.
En ese entonces el lugar disponía de un galpón. Un ambiente que bastaba para que el círculo de los primeros fundadores, inmigrantes, se acercara a practicar el deporte que traía de sus países de origen, principalmente España. Se trata del trinquete o pelota paleta, actividad que acompaña al club hasta estos días, y que es su mayor emblema.
“Fundamentalmente fueron los vascos quienes trajeron la pelota a mano. Luego se inventó la paleta argentina. En ese momento, se iba armando una especie de mixtura entre lo que los inmigrantes mantenían de sus lugares de origen y lo que se iba deformando acá”, indica Javier, que hoy, casi un siglo después, es un “paletari” (como se llama a quienes juegan pelota paleta) más.
“Contamos con escuela de paleta, y el 90% de los jugadores son nuestros. Tenemos mucha gente que viene de las provincias a estudiar, y practican el deporte en sus pagos, y vienen a jugar acá en su mudanza. Principalmente, entrerrianas, del interior de la Provincia. Es un gran orgullo que el trinquete siga en pié para nosotros”, aporta.
El arribo al predio de Roosevelt costó 17 años, y no poco esfuerzo. “La gente le ponía el cuerpo, todo lo que tenía, para juntar dinero, o con el pico y la pala ayudando a la construcción. Era realmente admirable, porque además apostaban sin estar seguros de que saldría adelante. Muchos clubes se tuvieron que fusionar, y otros no pudieron permanecer”, agrega.
La sede actual contaba desde entonces con un salón en el segundo piso, de encuentros y baile. El presidente cuenta que, décadas atrás, los socios y vecinos se ponían su ropa de gala para asistir a los bailes, que eran en plena tarde. Allí también se realizaron distintos eventos sociales, emblemáticos para el club y para toda Villa Urquiza.
“Acá estuvo Carlitos Balá o Titanes en el Ring con Martín Karadagian. Para los bailes de carnaval, en los ’50 y ‘60, se ponían tablones sobre la pileta. Venían las orquestas a tocar en vivo: como las de Troilo y de D´Arienzo; cantó Goyeneche, cantó (Edmundo) Rivero”, rememora Javier como un listado de grandes hitos.
En lo deportivo, además de la pelota paleta, el Círculo Urquiza incorporó primero al básquet. Lo hizo en una cancha descubierta y de polvo de ladrillo, y tiempo después se techó el gimnasio actual y se mudó allí, en la Planta Baja. “Había equipo femenino y masculino. El femenino tenía gran nivel, jugaban jugadoras de la Selección. Y el masculino le competía a Obras (Sanitarias). Cuando vinieron los Globetrotters, por caso, jugaron aquí” suma a la lista de los orgullos del club.
Pese a ser el deporte más popular y presente en la mayoría de los clubes porteños, este club de Villa Urquiza le escapó casi siempre al fútbol. Principalmente, por una cuestión de espacio. El 4 de abril de 1935 se inauguró el natatorio (“antes que lo tuviera River”, cuenta Javier Thoss). En el acto inaugural, la primera en “lanzarse” fue una nadadora olímpica estadounidense.
El “Círculo General Urquiza” tiene un indisoluble vínculo con el barrio que lo acoge. “Sucedía mucho en los clubes fundados en la misma época, se situaban próximos a las estaciones de tren y tomaban la denominación de la estación. Pasa con Colegiales, Pueyrredón, San Andrés, por citar algunos”, explica el presidente. A su vez, destaca que, cuando deben concurrir a una institución deportiva lejana que no saben dónde se ubica, suelen tomar esa referencia.
“Nuestra masa societaria es principalmente del barrio. Por ejemplo, hablás con un vecino, y si no pasó él, pasó la tía, un sobrino, etc, por el Círculo”. También practican actividad física alumnos y alumnas de algunas escuelas de la zona, y se realizan actividades solidarias o encuentros barriales. “El club abre sus puertas siempre”, manifiesta Javier.
Pinocho y 17 de Agosto son los clubes con los que más “pica deportiva” hay, aunque el directivo se encarga de enfatizar en que la rivalidad solo se atañe a la competencia. “Por suerte pudimos dejar de lado tiempos pasados en que había más tensión”, cuenta, quien lleva casi 40 años de socio.
Hasta el año 2020, el Círculo Urquiza tenía en promedio 1.500 socios y socias. La pandemia, como en todos los clubes, complicó las cosas. Desde noviembre, las actividades (se practican voley, básquet, natación, pelota paleta, gimnasia y artes marciales), fueron retomando su habitualidad, no sin dificultad.
“Fue y es difícil, desde lo económico y desde la vida social del club, tantos meses de encierro. Pero apelamos al espíritu de estos inmigrantes fundadores, miramos el futuro y confiamos en que vamos a poder salir adelante. Da mucho orgullo formar parte y pertenecer al Círculo. Desde cambiar una lamparita, cobrar una cuota, presenciar una actividad o hacer un trámite. Todo es algo maravilloso aquí”, cierra Javier Thoss. Pasados 106 años, este club de Villa Urquiza se mantiene en pie y vigente.