“En el fileteado se usan colores estridentes porque la pintura emana alegría”

El filete porteño, técnica pictórica que nació a fines del siglo XIX, es actualmente impulsado por la Asociación de Fileteadores. Durante octubre organizaron una exposición en Tecnópolis. El Barrio Villa Pueyrredón entrevistó a María Rosa Córdoba, integrante de la comisión directiva de esta organización y fundadora en 1982 del emblemático periódico barrial de Villa Urquiza, La Gran Aldea.

Por Mailen Maradei

Aunque la palabra parecería relacionarse con el pescado y con una técnica para cortarlo, el fileteado porteño es algo distinto. “Un día, nos escribieron a la Asociación desde España preguntándonos como fileteábamos el pescado porque querían saber la técnica y nos reímos tanto. Después, les aclaramos que nosotros pintábamos y les explicamos que se llama así porque utilizamos la técnica decorativa fila – hilo.”, dice la fileteadora María Rosa Córdoba, integrante de la Comisión Directiva de la Asociación de Fileteadores y directora del periódico barrial de Villa Urquiza “La Gran Aldea”.

Esta asociación fue la organizadora de la exposición que se desarrollo en Tecnópolis en el marco de MATRA – Mercado de Artesanías Tradicionales de la República Argentina desde el 21 al 24 de octubre de este año.

El fileteado porteño es una técnica decorativa que utiliza líneas finas para adornar dibujos. Flores, pájaros, dragones, cisnes, caballos y símbolos de la cultura argentina son los iconos que se utilizan.

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“En el fileteado, se usan colores estridentes porque la pintura emana alegría. Puede llevar hojas de acanto, flores, figuras fantásticas como dragones, cisnes, animales como el caballo y en los iconos tiene figuras representativas de nuestro país”, señala María Rosa y agrega que las figuras actuales que se llevan a los filetes son Gardel, Sandro, la Virgen de Luján, Perón, Eva, Las Madres de Plaza de Mayo, Cristina o Tevez al igual que los refranes.

Esta técnica pictórica nació a fines del siglo XIX. El primer soporte donde se vio fue en los carros tradicionales de color gris, tirados por caballos, que repartían alimentos desde los mercados centrales hacia los negocios pero, a fines de los ‘70, el fileteado debió trasladarse hacia otros soportes – como las tablas y los carteles – ya que en el año 1975 se promulgó una ordenanza que prohibió la decoración de filetes en colectivos y carros.

En 2006, esta ordenanza fue derogada. “La prohibición produjo que el filete se perdiera como oficio. Ahora, con el esfuerzo que estamos haciendo desde la Asociación y con los maestros que enseñaron la técnica, se va recuperando y extendiendo el uso a otros soportes.

También la tecnología influenció mucho en la pérdida del filete. Cuando salió el ploteo, el filete y los letristas perdieron repercusión pero desde que fuimos a Tecnopolis, las cooperativas nos están pidiendo carteles y la gente en su casa quiere tener cosas fileteadas, así que nos estamos expandiendo” comenta la fileteadora María Rosa Córdoba.

Desde aquellos carros decorados hasta las tablas y los carteles, la técnica del filete sigue manteniendo sus reglas de diseño pero también fue incorporando otros materiales como el uso del esmalte sintético al agua o el acrílico.

La incorporación del filete en el tattoo es otra forma de renacer de esta técnica que se está utilizando mucho. En ese sentido, María Rosa afirma: “El filete es alegría y algunas cosas del tattoo son góticas. Los fileteadores hacemos un canto a la vida, a la alegría y al trabajo. Desde la Asociación, estamos luchando para que las nuevas generaciones entiendan que hay que preservar el filete tradicional”.

Para preservar el filete porteño, la Asociación de Fileteadores y un equipo de investigadores de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural que depende del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad, presentó un proyecto ante la UNESCO para declarar Patrimonio Inmaterial de la Humanidad al filete.

En 2006, la Legislatura sancionó la ley N° 1.941 que lo declaró “Patrimonio Cultural de la Ciudad de Bueno Aires”.

Sobre el proceso de investigación, María Rosa rescata: “Estuvimos ayudando a buscar bibliografía y a conectarnos con fileteadores que conocemos. Creo que hicimos una presentación muy buena. Espero que lo declaren como Patrimonio Material de la Humanidad”.

María Rosa considera que el fileteado es un “arte popular” y tradicional pero que nunca fue aceptado como tal por eso en la década del ‘70, Nicolás Rubió y su mujer Esther Barugel, hicieron algunos intentos para que sea considerado como una expresión artística.

“A Rubió le costó mucho que consideraran el filete como un arte y pudiera exponer tablas en una galería. Ni siquiera los fileteadores querían que sus obras estén en un lugar así. Tuvo que luchar mucho para conseguir una exposición”, objetivo que logró tras realizar la primera.

Hoy, parte de las obras de esa primera exposición, se exponen en Museo de la Ciudad de Buenos Aires, en la Sala Permanente de Filete Porteño, ubicado en el barrio de Monserrat (Defensa 217)

“Los últimos tres encuentros de la Asociación los realizamos en el Museo de la Ciudad. José Espinosa – fileteador – hizo un pedido en la Defensoría del Pueblo para que abrieran esa sala y, aunque nos resulta muy difícil, nosotros empujamos para que todos los años se realice ahí porque creemos que es nuestro lugar”, cuenta María Rosa.

La Asociación de Fileteadores lleva adelante un encuentro anual para el día del fileteador (14 de septiembre), fecha en la que se conmemora la primera exposición de fileteado porteño realiza en 1970.

“En la Asociación somos 150 integrantes pero seguramente debe haber más fileteadores”, asegura María Rosa y agrega que pronto lanzarán una encuesta para determinar cuántos fileteadores hay en el país.

A 45 años de la primera exposición, el filete porteño logró consolidarse como un arte argentino que interesa a turistas y a argentinos que viven aquí o propagan este arte por todas partes. EE.UU, España, Alemania, Bolivia y Uruguay, donde quiera que vayan la técnica del filete está presente gracias a sus fileteadores.

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