“Esto responde al vaciamiento de la escuela pública, es política educativa”

Escuela de Educación Especial y Formación Laboral N° 21
A finales del año 2021, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires anunció que los y las alumnas con discapacidad mental deberán egresar a los 22 años. Este recorte afectó de manera significativa a la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral N° 21 “Rosario Vera Peñaloza” de la calle Obispo San Alberto 2379 en Villa Pueyrredón. Patricia Martínez, directora de la escuela hasta 2018, nos cuenta sobre esta medida y el proyecto que queda trunco en esta escuela del barrio.

Por Ignacio Di Toma Mues

En noviembre de 2021 se comunicaba a las direcciones de las escuelas especiales de la Ciudad de Buenos Aires la resolución, firmada por la ministra de Educación Soledad Acuña, que a partir del año 2022 la edad de egreso era los 22 años. Esta medida afectó al 70% de la matrícula de la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral N° 21 “Rosario Vera Peñaloza” de Villa Pueyrredón.

Para que nos cuente sobre la situación planteada y del proyecto, hoy truncado, de la Escuela Rosario Vera Peñaloza, entrevistamos a Patricia Martínez, directora de este establecimiento hasta el año 2018.

“Transité todas las escuelas del Gobierno de la Ciudad, fui maestra de educación especial 30 años, pasé por escuelas para niños con discapacidad mental, fui maestra hospitalaria, maestra domiciliaria, hasta que concursé para los cargos de conducción, primero fui maestra secretaria, después concursé para una vicedirección en una escuela en San Telmo y en el 2010 gané el concurso para directora titular de la escuela 21 en Villa Pueyrredón. Cuando conocí la escuela, me enamoré y dije, acá me jubilo.”

Así se presenta, en la charla que mantuvo con nuestro periódico, Patricia Martínez, quien junto al equipo de dirección y docentes de la Escuela Especial y Formación Laboral N° 21 “Rosario Vera Peñaloza” de Villa Pueyrredón lograron implementar un proyecto de integración con el barrio.

“En la ciudad hay 57 escuelas de educación especial. Algunas tienen jóvenes y adultos y primaria, otras primarias solamente, no tantas en la zona sur, pero sí en la zona norte, y esta es otra falencia del Gobierno de la Ciudad” cuenta Patricia.

Respecto a la escuela “Rosario Vera Peñaloza”, señala que, al momento de asumir la dirección, tenía una identidad de jóvenes y jóvenes adultos con discapacidad mental. Cabe destacar que, en esta escuela de educación especial, hasta la resolución del Ministerio de Educación porteño, los jóvenes de los 14 a los 30 años iban a la cursada formal y los jóvenes adultos pasaban a la educación no formal hasta los 36 años.

“Mi cargo era de directora, pero había todo un equipo de conducción y trabajamos en función de ese proyecto educativo. Toda la gente que transitaba la escuela y los que no eran de la escuela, que eran del barrio, eran parte del proyecto educativo, era una construcción colectiva, y que además funcionaba muy bien”. En el año 2018 se jubiló y también lo hicieron las dos vicedirectoras, las secretarias y la trabajadora social.

“La mayoría de los jóvenes que venían a pedir una vacante eran mayores de 20 años. Entonces nos encontramos con una escuela hermosa, con un edificio muy grande, con espacios para talleres y mucha población de jóvenes y jóvenes adultos. Y nosotros elaboramos un proyecto porque siempre consideramos que la escuela es de, para y por los pibes y las pibas” resalta. Y agrega: “en función de ese alumnado, de esa realidad y de esa necesidad, hicimos el proyecto y con una propuesta abierta a la comunidad”.

En el año 2011, el Consejo Federal de Educación, integrado por los ministros del área de todas las provincias, la Nación y la Ciudad, dictó la resolución N° 155 que estableció la edad de 22 años para su egreso, pero además fijó que se deben “impulsar propuestas de formación permanente, a las cuales puedan acceder aquellos/as adultos, a partir de los 20/22 años con discapacidad innata o adquirida que hayan finalizado o no su escolarización formal y precisen un ámbito de perfeccionamiento para incorporar nuevas competencias que les permitan desempeñarse en distintos ámbitos de la vida (…) incluyendo criterios de certificación de los diversos trayectos educativos”.

“Sabíamos de esta resolución y que es lo que toma el Gobierno de la Ciudad, solamente la edad de finalización, los 22 años’’ afirma Patricia.

‘‘En ese entonces había un grupo de escuelas que estábamos de acuerdo de hacer un proyecto donde pudieran continuar transitando la escuela con otra impronta y había otras escuelas que no estaban de acuerdo y decían que había que aplicar la resolución” rememora la ex directora de la Escuela 21.

“Me hice cargo del proyecto que estábamos implementando junto a la Supervisora que acompañó, porque si no tenés gente que te acompañe, no podés hacer nada. Los jóvenes egresaban de la modalidad de escolaridad, con el diseño curricular de primaria, pero habíamos hecho un proyecto especial que lo llamamos no formal. Entraban al mediodía, participaban del almuerzo, siempre con los recursos de la escuela, sin tomar otros recursos, con las y los docentes y las instalaciones del edificio de la escuela”.

Con este proyecto se crearon redes con las escuelas Rodolfo Walsh y el Colegio Comercial y con el Centro de Salud de la calle Terrada, donde funcionaba el programa de alfabetización y primaria para adultos y adolescentes.

“Teníamos mucho trabajo en red. Con el Centro de Salud del barrio, había jóvenes que podían terminar la primaria de adultos. Los proyectos son muy individuales, cada uno ve la particularidad y singularidad de cada pibe y cada piba, y decís, este podría terminar la primaria. Entonces armábamos el proyecto y lo llevaba una profesora de la escuela y hacía la primaria de adultos y teníamos otro proyecto y un equipo con psicopedagoga y profesoras de educación especial, en la Walsh y en el Comercial 1, donde podían transitar la secundaria hasta primero o segundo año y sirve porque se vinculan con otras personas, conocen otro escenario escolar que no es la escuela de educación especial y eso enriquece mucho. Y cuando lo evaluábamos, veíamos que era muy beneficioso y sosteníamos a como dé lugar este proyecto”.

También, en ese momento se pensó en lo que es tiempo libre y recreación, con campamentos escolares, fútbol y atletismo, en estas dos disciplinas el Centro Evangélico El Buen Pastor, que está ubicado frente a la estación de Villa Pueyrredón, les facilitaba sus instalaciones. Y también el vacacionar.

“No estaba contemplado, tampoco a nivel nacional, que los jóvenes pudieran hacer un cierre como hacen los pibes de secundaria, con un viaje de egresados y, como no teníamos a nivel nacional nada, sin recursos, con una escuela del estado, con una cooperadora que hacía lo que podía y con algunas familias que podían económicamente, pero la mayoría no, la cooperadora hacía eventos, juntaba dinero y con eso un año fuimos a Santa Teresita”.

Y también lograron ir al Complejo Turístico Chapadmalal en Mar del Plata. “Mandamos a la trabajadora social para que averigüe cómo era el tema porque no estaba pensado para que vayan jóvenes y adultos con discapacidad, estaba pensado para la terminalidad de primaria o secundaria, entonces presentamos el proyecto. Empezamos a utilizar Chapadmalal y nos daban una semana completa, con habitaciones y comida y nosotros pagábamos el micro y, lo mismo, la cooperadora hacía eventos para juntar para el viaje”.

Ante la pregunta de si es lógico la escolarización permanente del adulto, Patricia contesta: “Hay una finalización y vos le proponés otra cosa, otro proyecto diferente, la escuela es sede, hacen sede, pero se manejan como cualquier lugar para jóvenes”.

Entre estos proyectos estaba “Aprender Trabajando” por el cual recibían una remuneración por el trabajo que hacían en los talleres que brindaba la escuela.

Además, cuenta una situación que le sucedió hace muy poco tiempo en un encuentro en la Universidad de Buenos Aires. “Estaba en una mesa sobre educación y una mamá de un joven con autismo decía: tan grandes y entrando a la escuela. Vos pensás: sí, pero si no hay otra cosa, pero si vos le das otra impronta, el edificio lo usás igual, porque hay un montón de edificios públicos que se utilizan para un montón de proyectos, la idea no es que siga con el guardapolvo”.

Respecto a la resolución del año 2011, cuestiona que hable de lugares para adultos, “pero para formar jóvenes adultos con discapacidad mental no existen”. Y aclara que “para ir a una escuela de formación profesional necesitás el primario sí o sí. No hay nada desde el estado, hay que generar algo y, si no hay nada, y nosotros tenemos la propuesta que funcionó tan bien, cuál es la idea, cuál es el motivo por el cual vos dejás a los pibes y las pibas afuera. Tomaron esto en forma arbitraria y lo aplicaron, y les vino bárbaro que a los 22 años egresen”.

Finalizando la charla, sentencia: “En noviembre de 2021, postpandemia, el Ministerio de Educación de la ciudad aplica esta resolución y esto significaba que todos los alumnos y alumnas mayores de 22 años se quedaban sin vacante, de un día para el otro. ¿Para achicar el gasto, en la ciudad más rica del país? No se entiende. ¿Cerrar cargos?, hay muchas hipótesis. Desde mi humilde opinión, esto responde al vaciamiento de la escuela pública, es política educativa, no hay mucho más para debatir”.

Este proyecto de la Escuela Especial 21 de esta manera queda trunco

Y como remate, reflexiona: “Como sociedad nos tenemos que replantear qué nos pasa que no podemos visibilizar esto, acompañar, ser empáticos con el que es diferente, no solamente de la discapacidad mental, sino en general, cuánto nos falta como sociedad para deconstruir todo esto y ser un poco más empático y comprometerse, es la escuela de mi barrio”.

 

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