La larga marcha de Horacio

Horacio Rodriguez Larreta en el Kilómetro Cero
El jefe de Gobierno graficó su “kilómetro cero” en la carrera hacia la Presidencia en el extremo sur del continente, aunque ya lleva muchas millas recorridas. Comenzó a andar un camino en el que los primeros obstáculos vienen de su propia coalición. Busca ocupar el centro de la ruta, aunque sus acciones y reacciones suelen hacerlo girar hacia la derecha.

Por Fernando Casasco

¿Cuál es aquel camino que tengo que tomar? / Si solo hay un destino al que puedo llegar. / Si siempre viajé solo / y siempre vos fuiste mi faro en la ciudad. Vicentico, “Solo un momento”

Horacio Rodríguez Larreta presentó su precandidatura presidencial a fines del mes pasado con un spot filmado en Cabo Vírgenes, provincia de Santa Cruz, kilómetro 0 de la emblemática Ruta 40, que atraviesa la Argentina de norte a sur y de sur a norte.

A sus espaldas se divisaba un faro que, según la metáfora escogida por el jefe de gobierno, “es la señal para saber adónde vamos. O adónde queremos ir”. Poco después de emitida la pieza de video usuarios de redes sociales subrayaron el poético error del jefe de gobierno porteño: el faro históricamente advertía a las embarcaciones la presencia de una costa, es decir que les marcaba el límite hacia el que no debían avanzar, a riesgo de encallar.

También podría ser una metáfora, pero en modo negativo. Lo curioso es que un candidato de un partido que suele adornar sus discursos con alusiones al futuro invoque el uso de un instrumento que en los últimos años ha sido reemplazado por nuevas tecnologías como el GPS.

La otra idea fuerza que buscó presentar Larreta en su video es la de la unidad de los argentinos, graficada con otra metáfora que ha copado la política argentina en la última década: cerrar la grieta. “Los únicos que se benefician con la grieta son los que la abrieron, los que se aprovechan de ella. Los que la usen, son unos estafadores. O terminamos con la grieta o la grieta termina con la Argentina”, afirmó el precandidato. Pese a ello, continúa con su idea de no dialogar con el kirchnerismo y acusa al gobierno de “no respetar la democracia”.

Toda regla tiene su excepción

El alegato del jefe de gobierno tiene triple destinatario. Por un lado, el electorado independiente, esa “ancha vía del medio” a la que en algún momento intentó seducir su amigo personal Sergio Massa, hasta que la polarización lo hizo retornar al puerto del pan-peronismo.

En segundo lugar, intenta atraer a los sectores más conservadores del justicialismo, en especial los gobernadores con los que, eventualmente, deberá negociar. Finalmente, aunque no menos importante, su afirmación tiene como destinatarios a dirigentes de su propio partido, en una lucha intestina a la que se la tituló “halcones contra palomas”.

El discurso ecuménico y que hablaba de la unidad del país es el mismo que esgrimió Mauricio Macri durante su campaña de 2015 y su primera época de gobierno, cuando aseguraba buscar el diálogo y el consenso. Sin embargo, hacia el fin de su mandato – debido a la crisis que su gestión generó – y en su nuevo rol como ex presidente, el fundador del PRO fue muy crítico hacia las posturas dialoguistas que encarnaba quien fue su sucesor en el Gobierno de la Ciudad.

El ejemplo más palpable ocurrió durante la primera época de la pandemia, en la que la Nación, la Ciudad autónoma y la provincia de Buenos Aires tomaban decisiones en forma conjunta, mientras el sector más radicalizado de la oposición se manifestaba en contra de las restricciones impuestas.

La adalid de la negativa al diálogo y la moderación es la mayor rival interna de Larreta, Patricia Bullrich. Rápida de reflejos, la presidenta del PRO se anticipó al spot a través de sus redes sociales, con un mensaje que no deja lugar a grises: “No hay lugar para dialogar con quienes son parte del problema y profundizan la decadencia de nuestro país. No hay lugar para respuestas tibias ante la triste realidad que sufren los argentinos”.

Por si quedaran dudas, englobó en esa arenga a Aníbal Fernández, Eugenio Zaffaroni, Roberto Baradel y la familia Moyano o el dirigente social Juan Grabois. Si hay grieta, que se note, parece decir “La Piba”.

A este duelo de dos se sumó una tercera contendiente. La ex gobernadora María Eugenia Vidal se cansó de deshojar la margarita sobre si quiere más a la provincia o a la Ciudad de Buenos Aires y piensa construir una precandidatura presidencial por fuera del conflicto interno entre Larreta y Bullrich. La presentación de su bunker de campaña la hizo nada más ni nada menos que publicando una foto junto a Macri, quien hoy representa el mayor enigma de la coalición opositora.

El ex presidente, además de conseguir finalmente su foto con Lionel Messi en su condición de autoridad de la Fundación FIFA, sigue coqueteando con la posibilidad de presentarse como candidato y enfrentar a sus ex subalternos. Por lo pronto, publicó en sus redes sociales una felicitación a Larreta por presentar su precandidatura, aunque advirtiendo que no es ningún delfín: “Yo creo profundamente en la competencia. Creo que de la tensión que produce la voluntad de ganar, siempre salimos favorecidos”, remarcó.

Otra vez en la ruta

El video emitido por Rodríguez Larreta fue una presentación formal, aunque el jefe de gobierno se encuentra en campaña desde hace mucho tiempo. La oposición le achaca el haberse enfocado en su propio destino político, en detrimento de la gestión en la Ciudad.

El mandatario local viene desarrollando giras por el exterior desde septiembre de 2021, en las que gastó al menos 20 millones de pesos aportados por vecinos y vecinas porteños, según publica el sitio Diagonales.com. Esos viajes lo llevaron a Estados Unidos, España, Alemania, Israel y la más cercana Montevideo. En la mayoría de esos destinos mantuvo una agenda relacionada con su candidatura presidencial más que con la del alcalde de la capital del país.

En total durante 2022, el jefe de Gobierno se ausentó de sus funciones durante 73 días, en actividades que no formaron parte de la agenda oficial. Como el propio Rodríguez Larreta lo ratificó viene “recorriendo todo el país”, en busca de apoyos a su eventual candidatura.

Algunos de los más recientes viajes lo llevaron a Entre Ríos, Córdoba y Jujuy. En la provincia norteña, una de las que concentra una de las mayores reservas de litio, participó junto al gobernador Gerardo Morales y el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, de la tradicional ceremonia de desentierro del diablo o pujllay. Como decía un reconocido conductor televisivo: “todo tiene que ver con todo”.

Las “escapadas” de Larreta – la mayoría de ellas en vuelos privados que nadie sabe quién paga – ocurren mientras las deficiencias edilicias se acumulan en escuelas y hospitales públicos, donde docentes, alumnos, médicos, enfermeros y pacientes, afrontan como pueden la ola de calor que azota el país.

Por si fuera poco, el Ministerio de Educación prohibió a padres y cooperadoras dar asistencia en la crisis mediante la compra o el préstamo de ventiladores, por temor a que las instalaciones eléctricas no resistan y se comprometió a enviar agua para la hidratación.

Según los números que son públicos, en los primeros tres trimestres del año pasado las partidas para hospitales y promoción de la salud se utilizaron solo en un 34% y las previstas para infraestructura escolar, en 51%.

Mientras tanto, a partir del escándalo por los chats del grupo que se reunió en Lago Escondido, la Ciudad hace dos meses se encuentra sin ministro de Seguridad, debido a la licencia sin fecha de retorno de Marcelo D’Alessandro. Incluso surgieron nuevas conversaciones en las que se habla de la entrega a jueces y fiscales de móviles que debían ser para la policía porteña.

Ninguna de estas deficiencias de gestión apareció en el último discurso de Rodríguez Larreta de apertura de sesiones de la Legislatura. Por el contrario, en clave electoral, se dedicó a tratar de nacionalizar su mensaje, con consignas que parecían slogans de campaña, en sintonía con su video de lanzamiento: “En nuestra Ciudad la seguridad no se negocia, la política social es generar trabajo, la ley es igual para todos, y donde hay un rumbo que se va a mantener venga quien venga a gobernar la Ciudad. Hay futuro porque demostramos que cuando dejamos de pelearnos, salimos del griterío y la chicana que genera la política, ahí aparece el cambio», aseguró en tono profético.

El único rumbo que parece tener claro Rodríguez Larreta es el que lo lleve hasta el triunfo en las elecciones de octubre. ¿El faro lo guiará por el buen camino o lo hará encallar?

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