Mucha torpeza, poca inocencia

“Como tocaban todos los resortes del poder, podían darse el lujo de ser torpes”
(El negro corazón del crimen, de Marcelo Figueras)

Durante 48 horas Villa Pueyrredón fue el epicentro de la persecución y el odio hacia las Madres de Plaza de Mayo, en especial a la figura de Hebe de Bonafini. Vecinas y vecinos, junto a militantes de distintas organizaciones barriales y políticas, las abrazaron y las mimaron.

Por Ignacio Di Toma Mues

El hecho en sí era irrelevante ante la situación de crisis actual, el secuestro de una camioneta por orden del juez Fernando Javier Perillo, magistrado que lleva adelante la quiebra de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.

En una entrevista radial con Víctor Hugo Morales, Hebe de Bonafini, señaló: “Nos pasa de todo a nosotras las Madres. Pero queda todo tan chico al lado de la prisión de Amado Boudou o de las fábricas que cierran y los despidos”.

Al llegar a Villa Pueyrredón, ante las preguntas de quienes se le acercaron, Hebe comentó: “nos quieren cobrar a nosotras lo que otros se robaron… El juez nos odia, nos trata como si fuéramos la última basura”.

Lo que siguió después tomó otro rumbo. Con mucha torpeza y poco de inocencia, la entente ejecutivo-judicial intentó “secuestrar” la memoria, la historia, no eran solo documentos los que estaban en esa camioneta.

Se utilizó para tal menester el predio que ilegalmente utiliza la Policía de la Ciudad en Villa Pueyrredón – todo uno símbolo -, frente a la plaza de la estación ferroviaria del barrio.

Como expresamos en el título de esta nota, sin inocencia, pero con mucha torpeza, fueron los participes involuntarios del alumbramiento de un hito histórico en Villa Pueyrredón: en la esquina de Condarco y Franco – quizás se podría bautizarla como la esquina de las Madres – estas valerosas mujeres dejaron marcado su legado: “ni un paso atrás”.

Así lo entendieron las vecinas y vecinos, junto a militantes del barrio, que las acompañaron durante dos días y dos noches. Armaron un pequeño campamento, trajeron sillas, comida, bebidas, y mucho amor.

El final no podría haber sido de otra manera: tuvieron que devolver lo que nunca podrá ser de ellos ni de nadie, por que es de todos: la historia de las Madres, nuestras Madres, nuestra historia.

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