PASO porteña: Triunfo de Rodríguez Larreta y debut promisorio de Matías Lammens

P.A.S.O. porteña

P.A.S.O. porteña: La ola azul del triunfo del Frente de Todos se detuvo en la Ciudad de Buenos Aires. Horacio Rodríguez Larreta es el único oficialista con permiso para alegrarse, aunque aún no puede cantar victoria. Debut promisorio de la unidad opositora y de Matías Lammens.


Por Fernando Casasco

La Democracia es un sistema siempre falible y mejorable, pero hasta ahora ha demostrado ser el que mejor expresa la voluntad popular. Una sociedad puede ponerle un freno a determinada fuerza política cuando cree que su gobierno se ejerce contra los intereses de la mayoría o contra los de cada ciudadano en particular.

En el caso de las Primarias abiertas del domingo 11 de agosto la primera lectura muestra que una gran parte de la sociedad (casi la mitad) cristalizó en el voto al principal frente opositor la decisión de dejar atrás un período signado por el ajuste permanente, el endeudamiento serial, el alza generalizado de precios y el incremento acelerado de la pobreza, la indigencia y el desempleo. Quedan dos meses hasta las elecciones generales de octubre para que la bronca y la esperanza expresadas en el sufragio se vean o no ratificadas.

El Frente de Todos obtuvo el domingo una verdadera marea de votos que sorprendió a propios y extraños. Se esperaba un buen rendimiento con guarismos superiores a los del oficialista Juntos por el Cambio e incluso mejores a los que consiguió el Frente para la Victoria con la candidatura de Daniel Scioli en las PASO y las generales de 2015.

Pero la medida de los votos alcanzados por la precandidatura de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner estuvo mucho más allá de las expectativas más optimistas. Probablemente las horas de incertidumbre que se vivieron el domingo entre el cierre del comicio y la difusión de las tendencias también se debieron a ello: el optimismo era visible en el bunker opositor, aunque nadie se animaba a desatar una euforia descontrolada, acorde con una diferencia que, a primera vista, luce definitoria.

A nivel nacional la fórmula del Frente de Todos consiguió 11.622.020 votos (47,65% del total), frente a los 7.824.996 (32,08%) del oficialismo representado por la fórmula Mauricio Macri-Miguel Angel Pichetto. Casi cuatro millones de votos de diferencia, con un triunfo que se expandió de norte a sur y de este a oeste, con las únicas excepciones de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Córdoba.

Al tratarse de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias estaba en juegos quienes se transformarían en candidatos en las elecciones de octubre, los cuales debían superar el 1,5% de votos sobre el total de los sufragios. En ese sentido, los otros postulantes que confirmaron su participación son Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey, de Consenso Federal, con el 8,22% de los votos; Nicolás Del Caño-Romina Del Plá, del Frente de Izquierda y los Trabajadores (2,86%); Juan Gómez Centurión-Cynthia Hotton, del Frente NOS (2,63%); y José Luis Espert-Luis Rosales, de Unite por la libertad y la dignidad (2,18%).

En cambio, no estarán en octubre Manuela Castañeira, del MAS (0,71%); Alejandro Biondini, del Frente Patriota (0,24%); Raúl Albarracín, del Movimiento de Acción Vecinal (0,14%); y José Romero Feris, del Partido Autonomista (0,13%).

La otra gran sorpresa del día la generó el Frente de Todos con su triunfo aplastante en la provincia de Buenos Aires. La fórmula de Axel Kicillof y Verónica Magario rozó los 50 puntos porcentuales superando por 17 a la actual gobernadora María Eugenia Vidal, quien hasta hace poco parecía imbatible en las encuestas de imagen y en la opinión pública. La ola azul del Frente de Todos se extendió por todo el Conurbano, donde varios intendentes del macrismo ungidos en 2015 tendrán una dura tarea para conseguir su reelección en octubre. Pero también la fórmula del peronismo unificado tuvo un gran rendimiento en muchos distritos del interior provincial y en ciudades grandes como Mar del Plata y Bahía Blanca.

La oveja amarilla

Como abstraída de este clima general que se extendió por las urnas de todo el país, la Ciudad de Buenos Aires volvió a mostrar una lógica propia, enfrentada a la de casi todas las provincias. En la capital de la nación el macrismo volvió a exhibir su carácter hegemónico con un rendimiento similar al de comicios en los que puso en juego el gobierno porteño.

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La precandidatura del actual Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta obtuvo 898.075 votos, el 46,48%. Si se lo compara con las PASO 2015, los votos conseguidos por Juntos por el Cambio son levemente inferiores al 47,45% del sello Unión PRO, dividido en ese momento entre las precandidaturas de Rodríguez Larreta y de Gabriela Michetti.

En apariencia el oficialismo conserva casi intacto su caudal electoral cuatro años después, aunque cabe anotar un par de consideraciones que relativizan dicha afirmación.

En primer lugar aquella fue una elección estrictamente local, a diferencia de la actual en que por primera vez se unificaron los comicios de la Ciudad con los nacionales. De hecho, observando los números de la elección a nivel nacional se comprueba un corte de boleta en detrimento de la precandidatura de Macri de casi 2 puntos (unos 35 mil votos menos que el jefe de gobierno).

Si bien el corte no es significativo marca una leve pendiente descendente en el favor que obtiene el oficialismo tras casi una década y media de éxitos constantes a nivel local. Es por ello que desde el oficialismo intentaron recurrir a ciertas artimañas como dejar dobladas las boletas de su partido en el cuarto oscuro, para que se viera la foto de Rodríguez Larreta y no la del Presidente. Los tiempos cambian.

Por otra parte hay que recordar que Juntos por el Cambio difiere bastante de aquel Unión Pro de hace cuatro años: incorporó casi completa a la principal fuerza de oposición de 2015 (ECO, donde estaban la UCR, la Coalición Cívica, el Socialismo, Confianza Pública, que obtuvo el 22,23%) y llevó como precandidato a senador a quien fuera rival de Larreta en el ballotage de hace cuatro años, Martín Lousteau. Si los caudales electorales se sumasen, eso habría dado al oficialismo guarismos muy superiores al 50%. Pero las matemáticas y los procesos político-electorales no suelen ir de la mano.

De todos modos, en medio de la debacle general de su fuerza política, Rodríguez Larreta fue el único dirigente que se permitió festejar en la noche aciaga del bunker oficialista en Costa Salguero. Antes de que se conocieran los guarismos oficiales y fiel al estilo PRO, el jefe de Gobierno destacó las bondades del “trabajo en equipo” junto al gobierno nacional.

“En la ciudad de Buenos Aires ratificamos el cambio que está llevando adelante Mauricio [Macri] en todo el país”, exclamó acompañado por su vice Diego Santilli. Horas después el mandatario local compareció junto al Presidente y la gobernadora Vidal, pero las caras distaban de ser las de felicidad de otras jornadas.

En cambio, a la misma hora, en el campamento opositor todo era alegría. Más allá del triunfo a nivel nacional, los casi 617 mil votos (31,93%) que obtuvo el Frente de Todos en la categoría para jefe de Gobierno colocan a su candidato, Matías Lammens, en una situación expectante de cara a octubre. Tras su paso como dirigente deportivo al frente de San Lorenzo y con un alto desconocimiento de gran parte de la sociedad hasta hace apenas unos meses, su debut en la política resulta promisorio.

Si se lo compara con el 18,73% que alcanzó el Frente para la Victoria en las PASO 2015 (que se estiró un par de puntos en las elecciones generales y que lo relegó al tercer puesto), la diferencia es notable. Quién se impuso en la primaria kirchnerista en aquella ocasión, Mariano Recalde, con estos números prácticamente se aseguró una banca en el Senado.

Claro que para semejante resultado coadyuvaron varios factores: por un lado, la conformación de una fuerza que fuera mucho más allá de los límites del kirchnerismo y del peronismo con la incorporación de fuerzas progresistas de centro-izquierda (Proyecto Sur de Pino Solanas, el sector de Victoria Donda, el Frente Patria Grande liderado por Juan Grabois), figuras independientes como el propio Lammens o la prestigiosa investigadora Dora Barrancos que secunda a Recalde en la nómina para el Senado.

La unificación de los comicios entre Nación y Ciudad jugó a favor de la polarización y permitió un efecto arrastre de los votos que obtuvo Todos en la categoría presidencial (donde alcanzó el 33% de los sufragios). En Todos el corte fue aún menor que en el oficialismo, apenas de un punto porcentual.

Otro detalle inédito en elecciones anteriores es que el triunfo del macrismo dejó de ser monolítico en todo el territorio porteño. El frente opositor ganó en las comunas del sur de la ciudad, con un máximo del 47% en la 8 (Villa Lugano, Soldati y Villa Riachuelo), históricamente cercana al peronismo; mientras que en la zona de Liniers y Mataderos se impuso Alberto Fernández, pero Lammens cayó por menos de mil votos.

Para el macrismo volvieron a ser bastiones las comunas del corredor norte (con un máximo del 65% en Recoleta). En varios barrios (Parque Chas, Paternal, Flores) se dio una situación de gran paridad con diferencias menores a los cinco puntos. En la comuna 12 la diferencia fue de 19 puntos a favor del oficialismo en la categoría para Jefe de Gobierno, pero se redujo a 8% en el circuito que comprende la zona norte de Villa Pueyrredón (5% en la presidencial).

Aparte de Rodríguez Larreta y Lammens sólo habrá otros dos candidatos a Jefe de Gobierno en las elecciones generales: Matías Tombolini, por Consenso Federal, quién obtuvo 139.571 votos (7,22%) y Gabriel Solano, del Frente de Izquierda y los Trabajadores, con 77.494 sufragios (4,01%).

No arribaron al umbral del 1,5% previsto por ley: Marta Martínez (Autodeterminación y Libertad, 1,21%), Miguel Angel Forte (MAS, 0,9%), Leonardo Martínez Herrero (Dignidad Popular, 0,11%) y Roberto Valerstein (Unite, 0,05%). Unite sí estará representado en las categorías a diputado nacional y diputados de la ciudad, y Autodeterminación y Libertad (Luis Zamora) en diputados nacionales.

Un dato llamativo: fue muy alto el voto en blanco, superior al 8%, lo que de repetirse en octubre, si no aumenta la participación y con guarismos similares a los actuales, acercaría a Rodríguez Larreta al 50% + 1 necesario para evitar el balotaje y asegurar su reelección.

Pero si la situación política y económica en las horas posteriores a conocerse los resultados resultó explosiva, de aquí a las elecciones de octubre falta el equivalente a un par de siglos.

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