Teatro El Alambique: “Nos reinventamos y estamos esperando que pase todo esto”

Teatro El Alambique
Logo El Barrio PueyrredónAl cierre de esta nota, los teatros continúan cerrados a la espera de la aprobación de nuevos protocolos, con la posibilidad de realizar ensayos y funciones por streaming. Ante este panorama, El Barrio Pueyrredón conversó con Susana Romero, una de las fundadoras del Teatro El Alambique para contar cuál es la situación actual de este espacio cultural de Villa Pueyrredón.

Por Mailen Maradei

Estos meses fueron duros para la comunidad teatral. Sin la posibilidad del reencuentro con el público y de generar ingresos económicos, las salas teatrales están resistiendo en la pandemia. Una de ellas es el Teatro El Alambique de Villa Pueyrredón, el espacio de “por y para el barrio”, como lo define Susana Romero, una de sus fundadoras.

El 20 de marzo, el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena obligatoria y estricta para todo el país. Sin embargo, El Alambique cerró sus puertas una semana antes para cuidar a sus trabajadores y espectadores. A siete meses de esa decisión, el teatro sobrevive esta situación con ensayos y vivos por streaming.

“En este momento, se pueden realizar ensayos y vivos por streaming. Hasta el día de hoy, no puede haber público en la sala, pero se están revisando los protocolos por la temporada teatral de verano en Nación y en Ciudad. Por el momento, el teatro está muy mal económicamente, solo contamos con los ingresos recibidos por diversas ayudas económicas realizadas por Nación y del Instituto Nacional del Teatro. Estábamos manteniendo el teatro con eso porque no hay ingresos. Ahora, con los ensayos, algo se está moviendo. Nos modernizamos y nos adaptamos a esta modalidad”, dice Susana Romero.

El Alambique pudo participar de dos festivales. Junto a diversas salas de teatro independiente de todo el país. Presentaron dos obras en el festival ¡Qué ganas de volver!: Rosa del Desierto y Los hilos de la memoria, obra que fue grabada íntegramente durante la pandemia en el teatro. “La grabación de Los hilos de la memoria fue muy emocionante porque vino Belén Torras – actriz y directora del espectáculo -. Extrañaba tanto la escena que se puso a llorar de emoción cuando entramos al teatro”, cuenta Susana sobre el proceso de filmación.

Foto de archivo (Los Hilos de la Memoria)

“Fue muy cálido trabajar con el resto de los teatros porque todo fue un movimiento muy solidario. Nos mantuvo activos porque, durante los primeros meses de la cuarentena, no había nada, parecía todo muerto. Por lo menos, estamos creando cosas y esperando que pase la pandemia”.

Esta posibilidad también significó una fuente de trabajo para profesorxs, técnicxs y productorxs del espacio que no pudieron trabajar desde el comienzo de la cuarentena. Siguiendo los protocolos aprobados para las actividades culturales, pudieron desarrollar la función por streaming.

“En El Alambique, convocamos a algunos profesores y técnicos para que vengan a hacer la presentación del festival con nosotros. Es mucha la gente que participa en la producción de un teatro, no son visibles y no están ganando plata. Técnicos, profesores, productores, la boletería, vestuaristas, escenógrafos, dramaturgos. Nos parecía importante dar cuenta de toda la gente que trabaja dentro de un teatro. Decir que solamente estamos mal las salas de teatro sería egoísta, porque hay técnicos que no trabajan”, opina Susana.

Otra de las actividades que realizaron es el Festival de Todos Ruedan para niñxs que junto con Veronica Parodi realizamos todos los años y decidimos adaptarlo este año para zoom. “Nos parecía importante hacerlo de esta forma para que los chicos pudieran interactuar. Había una dibujante y los dejaba a los chicos dibujar en las pantallas. Había una interacción y era muy gracioso porque los chicos tenían en claro el problema de la virtualidad”, cuenta Susana y agrega: “Aprendimos a grabar, a saber cómo salir, a digitalizar los proyectos artísticos. No nos deja mucha plata porque hay mucha oferta de shows por streaming y también hay muchas actividades gratis, o sea, lo hacemos por amor al arte y por necesidad de hacer y de expresar que por el dinero recaudado”.

Aunque realizaron estas acciones para poder sobrevivir, la ayuda económica es un aporte fundamental para seguir afrontando este tiempo donde el espacio no puede estar abierto al público. “Nos gustaría recibir una ayuda más concreta del Gobierno de la Ciudad. Este año solo cobramos un subsidio y no alcanzó porque tenemos que mantener muchas cosas en El Alambique. Los servicios son caros, aunque no los usemos, y el gasto fijo del teatro es importante. Me sorprende que hayamos sobrevivido hasta acá porque realmente el ingreso es muy bajo”.

A siete meses del cierre de las actividades culturales, Susana reflexiona: “Venimos de cuatros años económicos muy difíciles. Para mí, la pandemia fue un balde de agua fría porque en marzo empezamos con una cartelera tan linda, teníamos esperanzas de progresar económicamente y tuvimos que cerrar. Suspendimos las funciones de Pedro Saborido por la pandemia, todavía no había salido la resolución de la cuarentena, pero teníamos miedo de provocar contagios porque todavía no había mucha información sobre el covid-19. Después, nos reinventamos y estamos esperando que pase todo esto. Fue un año muy duro”.


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