Una noche en “El Claro”

La noche otoñal invita a una hermosa velada en el jardín de una antigua y clásica casona de Villa Pueyrredón. La comida vegetariana, la voz de Aldo Rusca y la guitarra de Nicolás Mustillo – modulados por el aroma a “yuyo verde y limón” – son los ingredientes perfectos.

Por Ignacio Di Toma Mues

bujinkan illa pueyrredón

La norteña zona de Villa Pueyrredón – de las vías ferroviarias hacía la Av. Albarellos – se caracteriza por sus casas bajas de grandes jardines, las hay modernas y otras que mantiene el viejo estilo conocido como “casa chorizo”.

Por la calle Bazurco – entre Bolivia y Condarco, al 2658 – encontramos una de estas casas, bautizada “El Claro”*, hoy convertida en un lugar de encuentro.

El Claro surge como un espacio de conciencia que invita a encontrar ese “Claro” interior donde cada uno vibra…” aseguran María Clara Capurro y Salomé Remondino, sus anfitrionas.

Adentrándonos al claro

La noche del sábado 23 de abril, ahuyentados los presagios de lluvia, regala a los asistentes – que se distribuyen en las mesas a la luz de la vela dispuestas en el jardín – una suave brisa con aroma a “yuyo verde y limón”.

Entre las ofertas culinarias se destacan las exquisitas tablas vegetarianas (pan integral; fugafainá; pasta de: aceitunas y morrón, y zanahoria y ciboulette; humus verde y berenjenas al escabeche) y el risotto con hongos, y para beber vino y cerveza orgánica.

La voz de Aldo Rusca y la guitarra de Nicolás Mustillo dan calidez al nocturno otoñal. Tangos, tonadas, zambas y boleros se suceden y despliegan abrazando a todos los comensales.

El ángel de Rusca y la complicidad de Mustillo hacen de este dúo un solo cuerpo que se bifurca y se une constantemente, unas veces en la preeminencia de la voz del cantor y otras en la música creada por las manos del guitarrista.

Para poner color a la noche, Rusca – entre pedidos del público y su perdida lista de temas – va anudando tangos como “Yuyo verde”, “Tinta roja”, “Naranjo en flor”, “Afiche”, “Cuartito azul”, “Grisel”, “Los mareados” y “A media luz”, entre otros tantos, y ameniza las pausas entre tema y tema contando historias y anécdotas de autores, letras y las suyas propias.

Las tonadas no estuvieron ausentes, además de hermosas zambas y un cierre romántico con boleros. Para destacar “Zamba para un bohemio guitarrero”, cantada a dúo por Aldo y su hijo Manuel.

Nos fuimos de “El Claro” dispuesto a volver, volver a este sitio donde al llegar sentimos que ya habíamos estado allí alguna vez.


*“El Claro”: ofrece talleres de Arte, música, educación viva, huerta, permacultura, teatro y expresión corporal. Clases regulares de Yoga. Proyección de películas, seminarios y encuentros. Face: El Claro.
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