El domingo 1° de marzo se cumplieron 150 años de la última batalla de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. En Cerro Corá entregó en combate su vida el Mariscal Francisco Solano López junto a los últimos 400 niños-hombres del ejército paraguayo. Una guerra que unió al Imperio esclavista del Brasil, al Uruguay del General Venancio Flores y la Argentina del General Bartolomé Mitre. Un genocidio contra el pueblo paraguayo, con el Imperio Británico como instigador y beneficiario.
Este portal hace su contribución, apelando al revisionismo histórico sobre la Guerra de la Triple Alianza y sus antecedentes y consecuencias. La nota que continúa fue editada en el periódico El Barrio Villa Pueyrredón en marzo de 2003. Y escrita por su director-editor.
La Historia que nunca se publicó en los manuales escolares
Mucho se habla en estos días sobre la deuda externa, la guerra y los factores económicos. La pregunta recurrente ¿qué nos pasa a los latinoamericanos?, hecha con ignorancia o maldad, nos lleva a reflexionar, en esta nota, sobre nuestro pasado. Quizás así comprendamos un poco mejor el presente de nuestro continente y la situación internacional.
Por Ignacio Di Toma Mues
El empréstito, un arma letal.
Los ingleses sabían perfectamente, en 1810, que América dejaría de ser española para ser suya. Su mejor recurso: “el empréstito”. Sin necesitarlo, Buenos Aires contrató su primer empréstito con la Baring Brothers por un millón de libras esterlinas en 1824 y firmó en 1825 “El Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Inglaterra y las Provincias Unidas del Río de la Plata”. De ese modo nos reconocían nuestra independencia.
Este empréstito se canceló recién en 1904. Se pagó ocho veces el valor recibido (del millón en metálico – oro- sólo se recibieron 560.000 libras en letras a nombre de comerciantes ingleses residentes en Buenos Aires).
Desde 1822 a 1826, Inglaterra había colocado 10 empréstitos en la América española, desembolsando de esta manera 7 millones de libras esterlinas y generando una deuda que hipotecó a las colonias españolas en casi 21 millones de libras. Las mismas dejarían de ser españolas para ser inglesas, como había profetizado Canning.
Dentro de esta política de dominación está enmarcada la independencia de la Banda Oriental del Uruguay. El Gral. Artigas, que murió desterrado en el Paraguay, dijo: “me he quedado sin patria”.
Paraguay, modelo de crecimiento autárquico y soberano en América del Sud.
La Triple Alianza de Brasil, Uruguay y la Argentina – con la mano invisible de Inglaterra- destruyó, en una guerra vergonzosa, al único modelo de crecimiento económico autárquico y soberano en América del Sud.
Al momento de la guerra, en 1865, el Paraguay tenía ferrocarril y telégrafo, estaba en pleno desarrollo la siderurgia, en sus hornos de fundición se fabricaban cañones y carabinas, tenía astilleros donde se hacían los barcos de su flota mercante, fabricaba instrumental agrícola, también tejidos, lienzos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora. Producía algodón, tabaco, yerba mate y tenía una gran producción maderera.
El 98% de las tierras eran propiedad del Estado, que las entregaba a sus campesinos con la única condición de habitarlas y trabajarlas. Tenía 64 “estancias de la patria” con actividad ganadera para abastecer el consumo interno de carne.
Ante la falta de una burguesía industrial, el estado paraguayo fue el vehículo del progreso industrial. Doscientos técnicos extranjeros prestaban colaboración en el desarrollo del país, pagados por el Estado. Más de 100 estudiantes paraguayos estaban en Europa y E.E.U.U., todo ellos becados, estudiando ingeniería, leyes, medicina, etc.
Un fuerte superávit en su balanza comercial, debido a su política proteccionista, le permitió hacer inversiones públicas sin recurrir al endeudamiento. No consumía tejidos de Manchester, negaba la libre navegación de sus ríos a los buques extranjeros (Francia e Inglaterra) y no hacía uso de empréstitos. Ese fue el peor de sus pecados. La prensa inglesa acusaba al Paraguay de haber “infringido todos los usos de las naciones civilizadas”.
Había escuelas públicas y su población estaba alfabetizada… “no hay niño que no sepa leer y escribir”… así le informaba el agente norteamericano Hopkins a su gobierno en 1845.
Guerra, interior y exterior, en nombre del libre comercio y la libertad
La idea era acabar con las fuerzas del federalismo provinciano, nacional y democrático en la Confederación y con el partido blanco en el Uruguay, y en eso se afanaron el Brasil esclavista y la Argentina – y la burguesía comercial montevideana- ayudando al General Venancio Flores a colocar un gobierno colorado en la Banda Oriental.
En lo referente a nuestro país, el Gral. Peñaloza (El Chacho) es asesinado en La Rioja por encargo del Gral. Mitre y de Sarmiento y es expuesta su cabeza por ocho días en una plaza pública; Felipe Varela, el Quijote de los Andes, alza las banderas de la “Unión Americana” pero es abandonado a su suerte por el Gral. Urquiza. Termina derrotado y exiliado en Chile, donde gravemente enfermo, muere en 1870. A López Jordán no le iría mejor.
“El partido que invoca la ilustración, la decencia y el progreso, acaba con sus enemigos cosiéndolos a puñaladas” diría José Hernández, férreo opositor a la guerra contra el Paraguay, junto a su hermano Hernán. Este último participó en la heroica gesta de Paysandú (Uruguay) al ser invadida por el Brasil a finales de 1864.
Aunque finalmente no fueron los puñales sino “el fusil Remington”, importado de EE.UU. por Sarmiento, el arma con la que se eliminarían los últimos focos de resistencia.
Con respecto a la guerra contra el Paraguay, los hechos que la desencadenan fueron sutilmente manejados por propios y extraños. El gobierno uruguayo, en manos del partido Blanco, pide ayuda al Paraguay al ser invadida por el Brasil y éste advierte que “la ocupación del territorio oriental será tomado como un atentado al equilibrio del Río de la Plata”, atacando entonces al invasor en el Mato Grosso.
Solano López, Presidente guaraní, le solicita permiso a la Argentina para pasar por su territorio en auxilio del Uruguay y le es denegado. En cambio se le concede la vía fluvial sabiendo que las fuerzas navales del Imperio Brasileño son muy superiores e impedirán tal uso. Con la gravedad que el gobierno argentino, presidido por Mitre, autoriza al Brasil para que hiciese su cuartel general en la provincia de Corrientes.
El Paraguay lo toma como una provocación y le declara la guerra oficialmente el 19 de marzo de 1865. El gobierno argentino ignora la declaración y manda unos barcos a la confluencia de los ríos Paraná y Paraguay. Esto provoca un nuevo conflicto, que termina con la captura de estas embarcaciones por parte de la flota paraguaya, que el 13 de abril invade Corrientes. Paraguay había caído en la trampa.
Los colorados toman por asalto el poder en la Banda Oriental con la ayuda del Brasil y de Buenos Aires, que le envía cañones y fusiles a Flores y sus hombres. En mayo de 1865 la Argentina le declara la guerra al Paraguay. El Gral. Mitre proclama: “En 24 hs. en los cuarteles, en quince días en Corrientes, en tres meses en Asunción”.
La triple Alianza, al igual que los mosqueteros, no eran tres sino cuatro.
La guerra de la triple alianza (Argentina, Brasil, Uruguay e Inglaterra) duraría 5 años, con cientos de miles de muertos, con la destrucción y aniquilamiento del Paraguay, que vio reducida su población en un 75% y su territorio un 30%. El Brasil se anexó 64 mil kilómetros cuadros y la Argentina 95 mil kilómetros cuadrados. Al respecto escribiría Sarmiento: “… es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní; era preciso purgar la tierra de toda esa excrescencia humana”.
Pero la guerra también dejaba otro saldo: la ruina del Brasil, el Uruguay, al igual que la Argentina, y un único ganador: el Imperio Británico. Nuevamente sus armas predilectas: la diplomacia y el empréstito.
El gobierno argentino contrató el 27 de mayo de 1865 un empréstito de 2,7 millones de libras esterlinas con la Baring Brothers para financiar la guerra. Al finalizar la contienda tomó otro empréstito por 6 millones de libras esterlinas que mayormente se utilizaron para saldar las deudas de la guerra.
El Paraguay pasaba a ser deudor de 1,5 millones de libras esterlinas, aunque sólo habían entrado en sus arcas 200 mil. Más adelante se redujo el monto por un canje de deuda por territorio: 300 mil hectáreas. Para 1908 el Paraguay, que en 1865 no debía nada, era deudor por 7,5 millones de libras esterlinas y había perdido un 30% de su territorio.
Sobre el hambre y la sed del pueblo.
La Argentina que debía 2,4 millones de libras en 1862, pasó a deber 14,5 millones de libras esterlinas en 1874 (Presidencias de Mitre y Sarmiento). En 1876 nuestro país destinaba el 50 % de su presupuesto al pago de su deuda externa.
En su discurso al Congreso de la Nación, el presidente de la República, Nicolás Avellaneda, dijo: “… hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”.
Los diputados aplaudieron de pie, pero nadie en el mundo civilizado se horrorizó. Las medidas que se dispusieron fueron la rebaja del 25 % en los sueldos, suspensión de las obras públicas y atraso de hasta seis meses en el pago de salarios a los empleados públicos.
Colorín colorado, este cuento no ha terminado.
El Imperio Británico se había salido con la suya: la entrada al Río de la Plata no podía estar en manos de un solo país, luego inventarían uno: el Uruguay; su diplomacia logró la libre navegación de los ríos; y las materias primas saldrían de América de Sud hacia Inglaterra, para volver luego manufacturadas y sus empréstitos harían lo demás.
Cualquier similitud con situaciones actuales es simplemente consecuencia y no coincidencia.
“Nunca general, ese pueblo es nuestro amigo”
Cuando el Gral. Mitre le pide ayuda al Gral. Urquiza, este convoca a López Jordan. “Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca General, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear a porteños y brasileños. Estamos prontos. Esos son nuestros enemigos” le contestará.
Felipe Varela marcha hacia Entre Ríos seguro que las provincias se levantarían contra Buenos Aires y a favor del Paraguay. No contaba con que el Gral. Urquiza los traicionaría.
“En esta Argentina no sólo hay dos partidos sino más bien dos países, dos causas públicas, dos patrias y dos patriotismos, por decirlo así. Un interés profundo los divide y hace antagonistas y ese mismo interés, sin cambiarlo, es el que hace aliado nato del Paraguay a todo el país argentino situado al norte de Martín García y aliado natural del Brasil a la otra porción del país. Río de Janeiro y Buenos Aires aspiran a dividirse las rentas del tráfico directo con el mundo exterior, a expensas de todos los países interiores, de quienes quieren hacer verdaderas colonias tributarias” a decir de Juan Bautista Alberdi.